Revista Educación
Siguiendo con la serie de testimonios, aquí os muestro la historia de una niña de 8 años con una ambliopía u ojo vago que llevaba 4 años utilizando parche bajo prescripción oftalmológica, pero su agudeza visual aunque había mejorado, no llegaba al 100% y cansada de las irritaciones que le producía el parche en su cara, de la presión psicológica que le suponía llevarlo en su entorno (compañeros del colegio y amigos) durante tanto tiempo, etc., su madre buscó otra solución.
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Hola, soy la madre de V.P., “ Vicky”.
Cuando Vicky tenía cinco años en una revisión rutinaria con el oftalmólogo nos dijeron que tenía un ojo vago y que había que tratarla con una terapia de oclusión. No me resulto extraño porque su hermana Cristina estaba siendo tratada de lo mismo.
Empezamos con las oclusiones primero unas horas que se fueron incrementando hasta llevar tapado el ojo izquierdo todo el día.
Los primeros meses mejoró bastante, pues de hecho partía de un 30% de visión en uno de los ojos, y ese porcentaje mejoro con rapidez. Al año los resultados eran buenos pero era necesario continuar con la terapia para igualar la visión en ambos ojos.
Vicky se quejaba de llevar el parche, pues este le ocasionaba molestias físicas, el pegamento le irritaba la piel, le cansaba en extremo hacer las tareas del colegio, se mostraba más torpe en su actividad diaria, así bajar las escaleras suponían continuas caídas y los tropezones se multiplicaban. También tenía cefaleas muy frecuentes y el neurólogo no descartó que pudieran derivarse de su problema visual.
Continuamos con la terapia de oclusión pero a partir del año, Vicky dejó de mejorar, y la mejora obtenida hasta ese momento se estancó.
En septiembre del año 2009 la oftalmóloga nos dijo que no mejoraba y que no sabía muy bien qué hacer con Vicky porque la oclusión del ojo no estaba dando resultados. Sin embargo, mencionó que existían terapias visuales y que podría ser una opción para ella. Le pregunte si me podía dar alguna dirección y me dijo que iba a esperar seis meses más antes de valorar la terapia.
Vicky, mientras tanto toleraba cada vez peor el parche se quejaba de él, le molestaba, se veía fea y torpe y cuando mayor era peor lo llevaba. Cuando oyó la posibilidad de poder hacer terapia visual me animó a buscar cuanto antes esa alternativa.
Buscamos, preguntamos, indagamos y dimos a parar con Rosa.
Llamé, me explicó y tuvimos nuestra primera cita.
Valoró la situación de Vicky, lo que podía hacer y lo que no, su carencia visual, sus dificultades. Vicky, en el colegio tenía dificultades con la lectura y para mayor problema su carácter era tremendamente explosivo y con muy poca capacidad de adaptación a la frustración.
Rosa nos confirmó que sus posibilidades de mejora eran muchas y el camino a seguir era hacer unos ejercicios diarios que le llevarían unos cuantos minutos diarios pero a cambio no tendría que llevar el parche.
Las carencias visuales de Vicky se me hicieron más evidentes cuando empezamos la terapia: cuando era incapaz de meter un grano de arroz en una pajita, o de insertar una aguja en una estrellita de las de pasta.
Sin embargo, en breve empezamos a ver su mejoría e iba superando los ejercicios. Además, aunque cada vez eran más difíciles, su capacidad de adaptación y superación también creció.
Pasaron los meses y la mejoría la notó ella, nosotros y la oftalmóloga.
Además, de los ejercicios visuales, esta terapia incluía un par de ejercicios dedicados a actividades físicas para integrar un reflejo infantil. Al principio me pareció cuando menos curioso el incluirlos en la terapia visual, pero pronto evidencié el efecto de estos ejercicios en su forma de comportarse: sus brotes de genio e ira que se redujeron considerablemente.
Bueno, lo importante es que dos años después Vicky ha recibido el alta en la consulta del oftalmólogo y en la consulta de Rosa.
La madre de Vicky.
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Esa mejora madurativa que comenta la madre en su carta se notó incluso a nivel de su escritura. Año y medio después su escritura parecía de otra niña:
No sólo consiguió escribir más rápido sino que además su letra era más clara y ya no era ligada.
Pero lo que me quedo de la revisión del alta que le hice a Vicky fueron las palabras de su madre: "Hemos notado que con la terapia visual Vicky ha conseguido tener CALIDAD EN SU VISIÓN". Cuando llegó a la consulta era la que peor veía de su familia (peor también que su hermana Cristina), pero tras terminar la terapia visual, ELLA ERA LA QUE MEJOR VEÍA, incluso que sus padres que ninguno había tenido ojo vago.
Como optometrista me llenó y alegró esa respuesta. Es la que mejor me podía dar. Que te digan que has conseguido eso te deja la sensación de un trabajo bien hecho :-)