Esta historia corresponde a una niña de 9 años. Presentaba dificultades de aprendizaje principalmente en el entendimiento de los textos, órdenes o problemas escritos, lo cual le dificultaba seguir el ritmo de la clase. Tenía una lectura lenta para su edad y problemas para las matemáticas. Le costaban las tareas manuales que requerían una precisión y coordinación fina de sus manos y ojos, cansándose rápidamente. Además, presentaba una mala postura corporal al sentarse que le complicaba todas sus tareas cercanas en una mesa.
Estuvo haciendo terapia con logopeda para el problema de lectura principalmente durante dos años y medio pero llegó un momento que la mejora se estancó y no mejoraba más. El logopeda llegó a sospechar también de un problema de atención, por lo que reforzaron con otra sesión más a la semana (3 en total). Además, la niña recibía refuerzo escolar en matemáticas y lenguaje. Pero todo eso parecía no solucionar sus problemas.
_________________________________________________
Hola Rosa
Al estar próximo a finalizar las sesiones, con esta carta sólo queríamos agradecerte el trabajo realizado con mi hija B. durante este año y pico de terapia que llevamos juntas.
Aunque parezca mentira, ahora, después de este tiempo transcurrido, cuesta creer que, cuando por casualidad vi tu página en internet, éramos unos padres desesperados con el rendimiento escolar de nuestra hija, una niña a la que desde su etapa en infantil empezaron a decirnos que tenía problemas de timidez, que era muy despistada, y que, en definitiva, presentaba una serie de problemas de aprendizaje: dificultades de lectura, de comprensión de textos, de comprender ordenes escritas, dificultades con las matemáticas, dificultades a la hora de copiar de la pizarra los textos en su cuaderno, de lateralidad, de espacio-tiempo...
Como padres, esto nos desconcertaba, porque veíamos que B. no era para nada una niña tímida, y que en casa a la hora de hacer sus tareas ella conseguía hacerlas y conseguía comprender y entender las cosas, y aprenderse las tablas, y las lecciones..., aunque dedicándole mucho tiempo, y con mucho esfuerzo (demasiado para una niña de su edad).
Además, lo que más nos desesperaba como padres no era ya el rendimiento académico (no todos los niños son iguales), sino la tremenda inseguridad que esto le había generado (siempre decía que no era igual que los demás niños, que todos eran más listos que ella), y esto es lo que más duele, ya que era una niña que no dejaba de esforzarse para hacer sus deberes, para entender las cosas, para estudiar..., aunque algo fallaba, ya que el esfuerzo que le dedicaba no tenía sus resultados.
Tras dos largos años de sesiones en un centro de logopedia para intentar corregir estas “dificultades de aprendizaje”, que a la larga no dieron los resultados esperados (sólo al principio un poco con la lectura), y después de una de las reuniones con la profesora de 3º de primaria, en la que por enésima vez me vino a decir las dificultades que tenía la niña, que era muy aplicada en clase, pero que sus resultados en los exámenes no eran nada buenos, que tendríamos que trabajar más en casa (¿Más? Las benditas horas que la pobre dedicaba en casa a estudiar, aparte de las consabidas sesiones de logopedia). Al llegar a casa esa tarde del mes de abril, volví a buscar en internet por enésima vez alguna manera de poder ayudar a mi hija y, por casualidad, encontré un artículo que Rosa había colgado sobre las dificultades que tenía un niño llamado Jorge y lo que le pasaba cuando iba a la revisión de un optometrista. Se me abrieron los ojos: lo mismo que describía esa madre, era lo que le pasaba a B. cuando íbamos de revisión al oculista: ella era incapaz de leer las letras que le ponían en el tablón para la revisión de los ojos, sólo conseguía leerlas cuando yo le marcaba la que tenía que leer (con el consiguiente enfado de la oculista que me decía que la niña “no colaboraba nada”).
Realmente no sabía si ésta sería la solución o no, pero cuando estas desesperado te agarras a un clavo ardiendo, y al ver tu página de Consciencia Visual, me pareció interesante y contacte contigo, sin saber ni siquiera hasta ese momento que existían los optometristas, y menos la optometría comportamental, ni para que servían.
Al principio, y tras la experiencia sufrida con las sesiones de logopedia, la verdad es que éramos un poco escépticos, no sabíamos si habríamos acertado o no al acudir a tu consulta, pero por intentarlo nada se perdía.
Le hiciste la revisión, nos distes el diagnóstico y con las primeras sesiones los resultados fueron alentadores, ya que coincidió con el final del curso y las notas mejoraron un poco, lo que animó mucho a B. Pasó el verano, seguimos con las sesiones (¡que duro es el verano para hacer los ejercicios!), y por fin nos enfrentamos a un nuevo curso, a 4º de primaria, con el miedo constante a repetir que tenía B. Nos costó un poco retomar el ritmo de estudios (la vuelta al cole después de las vacaciones de verano siempre es dura), y ya pensábamos que estábamos como siempre, hasta que al poco, las cosas cambiaron y el cambio que sufrió B. en los estudios fue tremendo, ya no sólo académicamente, en el que ha mejorado sustancialmente sus notas, si no a la hora de conseguir hacer los deberes SOLA (cosa que antes apenas lograba, siempre había que estar explicándole las órdenes, incluso las más sencillas, ya no se sí porque no las comprendía o por simple inseguridad), a la hora de estudiar y retener un texto (cosa que antes nos duraba muuuucho tiempo, se ha reducido en el tiempo y prácticamente lo hace ella sola), a la hora de hacer los exámenes, lo que le ha generado mucha confianza, y también, en la valoración que le han hecho en su actitudes y hábitos de aprendizaje: de evaluarla negativamente siempre en el interés por aprender, en el esfuerzo en sus tareas, en realizarlas correctamente y a tiempo y en necesitar ayuda para la hacer los ejercicios, a conseguir que en todo esto sea valorada positivamente. ¡Ah! y lo más importante: ahora ella ya no se considera diferente a los demás niños.
Esperemos que estos progresos perduren en el tiempo. Como te decíamos, sólo agradecerte lo logrado con nuestra hija, el trato cordial y amable que nos has dado, el dedicarle el tiempo que era necesario en cada sesión, sin estar pendiente del reloj, lo que se agradece muchísimo sobre todo en casos como el de estos niños, y por lo fácil que has hecho todo.
Muchas gracias.
Un saludo muy cordial.
La madre de B.
___________________________________
Releeré 100.000 veces esta carta y las 100.000 veces se me saltarán las lágrimas.
La verdad es que estas tres historias que he mostrado en las últimas tres entradas han sido de los mejores pacientes que he tenido: respetaban las citas establecidas, hacían todo lo que les mandaba daba igual que fuera verano, navidades o estuvieran de exámenes. Siguieron mis pautas al pie d ela letra y el esfuerzo merecio la pena, dio sus frutos.
Así todo se hace más fácil y los resultados se ven antes.
Me encanta ayudar a los niños a hacerles las cosas más fáciles siempre que pueda, pero en casos como el de B. me sentía totalmente identificada con ella, y me alegró comprobar que TODAS las metas se consiguieron, no sólo las visuales, no sólo leer mejor o más rápido. Siendo más eficiente, su autoestima era mejor y eso es lo más importante en los niños.
MÁS INFORMACIÓN: http://www.conscienciavisual.com/