Revista Cine

Texto 104: Woody Allen a favor de Ingmar Bergman

Publicado el 01 mayo 2013 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcine
Eso puede decirse también sobre mí. Pero debes tomar los films de Bergman como “Viskningar och rop” (“Gritos y susurros”) donde casi no hay diálogo. Esto sólo se puede hacer en filmes. Inventó un vocabulario fílmico que iba con lo que quería decir, que nunca había sido empleado antes. Puso la cámara sobre el rostro de una persona y la dejó allí, la dejó allí y la dejó allí. El opuesto de lo que aprendimos a hacer en la escuela de cine, pero fue enormemente efectivo y entretenido. 

Woody Allen
Admirado por Woody Allen, admirado por Stanley Kubrick, admirado por todos, Ingmar Bergman se erige como uno de los grandes cineastas de todos los tiempos. Sus películas alcanzan las cotas más altas del buen hacer, son bombas de profundidad, prolijas investigaciones sobre el hombre en el mundo, sobre las relaciones sentimentales y sobre el sentido de la vida. Mientras que Woody Allen hace ejercicios de distracción liviana, Ingmar Bergman afronta directamente el problema del hombre, su vacío, su destino fatal. Un buen día podemos ver tres películas seguidas de Woody Allen, y no pasaría nada, sería fantástico, pasaríamos un buen rato. Pero una sola película de Bergman, uno sólo de sus dramas, es ya una dosis demasiado alta para nuestros umbrales. La pensantez de Bergman, el calado filosófico que traslucen sus películas, su concentrada esencia requiere de obligados y necesarios respiros. Bergman es como un buen licor de orujo. Es preciso tomarlo en cantidades pequeñas, con vaso de chupito, sorbo a sorbo, mojando nuestros labios, paladeándolo lentamente su sabor ancestral, devanando poco a poco nuestra propia existencia.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

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