Revista Cine

Texto 59: Laurent Jullien contra la crítica de cine

Publicado el 23 enero 2013 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcine
Por razones de lugar, de tiempo, de placer de lectura y de vocación informativa, al crítico le resulta muy difícil desarrollar verdaderos argumentos. Un participante en el programa Le Masque et la plume dispone de uno o dos minutos para hablar de una película que contiene, por ejemplo, alrededor de un millar de planos. El debate estético en los medios de comunicación acaba por convertirse ipso facto en una batalla de adjetivos: un actor actúa bien y el otro actúa mal, una película es demasiado larga, otra histérica, etc. 
Laurent Jullien
Este texto pertenece al teórico francés Laurent Jullien, a su libro ¿Qué es una buena película?, publicado en la editorial Paidos Comunicación en el año 2.002. El autor analiza la crítica de cine que se lleva a cabo en nuestros días. La crítica de cine viene a este mundo con el problema del tiempo a sus espaldas, y en consecuencia no puede explicarse también como quisiera, porque es un rollo leer textos demasiado largos o porque escuchar a una persona que habla mucho atora nuestras mentes. Es normal. Si uno introdujera en el buscador de Google el nombre de cualquier película de estreno, facilmente obtendría cientos y cientos de entradas, cientos y cientos de críticas, y cientos y cientos de noticias. Para cualquier internauta la información en los medios sobre cualquier película es inabarcable. Mientras que la tolerancia de los internautas a leer y escuchar cosas largas ha sido reducida a sus umbrales; la avalancha de información es un monstruo gigante que come y vomita sin parar cada día. Y los que están cansados de tanta matraca alimentan la hartura, el déficit de atención y la desfascinación. La crítica de cine llevada hasta estos límites da lugar a esa batalla de adjetivos que al cabo se satisface en su propia locución. Y creo que el retrato que hace Laurent Jullien sobre el estado de la crítica de cine de nuestros días no puede ser más certero. Reducir una crítica a un pulso de adjetivos es ciertamente poco enriquecedor, pero es lo mejor que tenemos, por lo menos hasta el momento en que un espectador pague los 9 euros de la taquilla y se sienta estafado por esos bodrios que ponen en las grandes pantallas.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

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