Revista Cine

Texto 64: Ken Loach contra la industria americana.

Publicado el 26 enero 2013 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcine

Ignoro la respuesta. Bueno, en Europa hay una tradición cinematográfica que es importante conservar. En Estados Unidos hay una tradición comercial basada en la industria de Hollywood y donde el negocio es el centro. Si no perteneces a esa industria estás perdido. En Europa existe una tradición diferente, más vinculada a fenómenos nacionales, a asuntos del corazón y la mente. Hay un cine diverso, francés, italiano, español... y no importa tanto el dinero. Desde mi punto de vista, mientras que se puedan hacer películas, aunque sea con un presupuesto limitado y una pequeña ganancia, tendremos espacio para seguir trabajando. 
Por otro lado, es esta una cuestión política. Debemos trasladar nuestras demandas a los políticos europeos para que la cultura cinematográfica europea, encarnación de su diversidad cultural, tenga una defensa en ese campo. En las negociaciones y tratados entre Europa y Estados Unidos estos siempre plantean la eliminación de los subsidios al cine. Y debemos ir en la dirección opuesta: defendernos ante las pretensiones de la industria estadounidense. El presupuesto en marketing de una gran producción norteamericana es tres veces mayor que el presupuesto total de una película rodada en Europa. No se está jugando con las mismas reglas. 
Ken Loach
Este texto pertenece a una entrevista publicada en www.rebelion.org y en el blog Octubre Rojo. Chema Castillo realiza la entrevista y la publicó el 28 de mayo de 2.005. En este extracto Kean Loach no dice nada distinto de lo que durante mucho tiempo han venido diciendo muchos directores de cine europeos. En Lo que Coppola quiera hemos publicado varios textos de diferentes cineastas que apuntan estos problemas de distribución. Unos y otros ponen de manifiesto la omnipotencia del ese oligopolio que tiene montado los Estados Unidos. La factoría americana se ha convertido en una máquina de producir y producir películas de cine. Firman contratos, distribuyen el material a medio mundo. Nos venden sus estrellas, sus ciudades, su idiosincrasia, sus tradiciones, sus costumbres, sus imágenes. Llenan sus bolsillos a costa de unos filmes enlatados que en la mayoría de los casos no valen ni un duro. Después de recaudar millones y millones de euros por todo el mundo, impiden la distribución de las películas de nacionalidad ajena. Mientras que Hollywood escribe la historia del séptimo arte, el resto del mundo se pliega a sus pies y consume sus cintas como esos animales que no hacen otra cosa que comer un pienso compuesto. Hemos nacido para darles de comer y consumir su basura porque a nadie se le ocurre la idea de ir a ver otro tipo de cine. Y para colmo de males pretenden eliminar las subvenciones que garantizan la buenaventura de nuestras cintas. Porque son sabedores que de todo ello depende que las copas de oro con las que brindan cada año en las galas de Hollywood sigan brillando con el hermosísimo reflejo que confieren los níqueles.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

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