Revista Cultura y Ocio

Texto 68: Jean Renoir reflexiona sobre la identidad.

Publicado el 05 febrero 2013 por Loquecoppolaquiera @coppolablogcine
Mis primeros trabajos no ofrecían, en mi opinión, ningún interés. No tienen más valor que la interpretación de Catherine Hessling, que era una actriz fantástica, demasiado fantástica para ser comprendida por los tímidos comerciantes franceses. Ésta es la razón de su desaparición. Ingenua y laboriosamente yo me esforzaba en imitar a los maestros americanos. No había comprendido que el hombre, más aún que de su raza, es tributario de la tierra que alimenta, de las condiciones de vida que modelan su cuerpo y su cerebro, de los paisajes que a todo lo largo del día desfilan ante sus ojos. No sabía aún que un francés que vive en Francia, que bebe vino tinto y come queso de Brie entre los grises paisajes parisinos, no puede hacer ninguna obra de calidad más que apoyándose en las tradiciones de las gentes que viven como él. 
Jean Renoir
Éste texto que fue publicado en el número XVIII de la revista Le Point, allá por el año 1.938 pertenece a un artículo que fue considerado como el primer texto autobiográfico de Jean Renoir. Además fue utilizado como expresión de sus años de aprendizaje hasta que en 1.974 apareció su autobiografía titulada: Mi vida, mis filmes. Jean Renoir aborda el problema de la identidad personal y de la identidad nacional. Todo el mundo está de acuerdo en que la influencia del cine clásico norteamericano a lo largo y ancho de toda la historia del cine occidental es apabullante. Todos hemos visto las cintas laureadas. Pero aun con todo ninguno de los grandes cineastas europeos ha perdido un ápice de su identidad. Porque en efecto, nadie puede escapar de sus arraigos, nadie puede desdecir o enmascarar su condición profunda. Violar la identidad es poseerla. Ningún influjo podrá desarraigar el cine de Buñuel de la conciencia española. Ningún maquillaje ni ninguna operación estética darán lugar al renacer de Michael Jackson. Pintamos, escribimos, componemos, filmamos, hablamos y tosemos con nuestra infancia a cuestas. Todo deja noticia de quienes también algunas veces fuimos y de la nación que nos ha visto crecer en todos estos años. Por eso convengo con Ingmar Bergman, que tanto Buñuel, como Fellini, y como Kurosawa son grandes porque han sabido conectar con sus culturas desde el núcleo que las constituye. El hecho de que sólo un español nativo puede entender profundamente un "te quiero" es el hecho por el cual sólo un español nativo puede rodar su idiosincrasia con visos de veracidad. Que nadie venga de fuera a rodar una Semana Santa de Sevilla, o a explicar nuestra historia fascista. Desde el día en que nuestro padre y nuestra madre nos enseñaron a hablar el castellano establecemos un pacto de sangre con nuestro haber cultural. Nuestras palabras comprenden nuestra cosmovisión y no podemos remediarlo.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS

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