Texto 74: François Truffaut a favor de Alfred Hitchcock (II)

Uno de estos días descubriremos que si toda la obra de Renoir es sensual, toda la de Hitchcock es sexual. 

(François Truffaut)

Curioso éste texto. Curioso y luminoso. Hay que afilar mucho la mirada para ver la emanación sexual de las películas de Hitchcock. Quizá porque Hitchcock no revela en sus películas una sexualidad ostentosa, ni evidente, ni directa. Naturalmente Truffaut se refiere a emanaciones más sutiles e indiretas, quizá de corte psicoanalítico, o a emanaciones que no se hallan presentes a simple vista porque radican inherentes a la personalidad de los actores y a las relaciones que mantienen entre ellos. En este punto podemos traer aquí a colación lo que Hitchcock decía de Grace Kelly. Decía que emanaba una sexualidad indirecta, un erotismo gélido, y una inocencia sorprendente. En otra ocasión le preguntaron los motivos por los cuales en sus películas siempre incluía a una mujer rubia como actriz protagonista. Hitchcock contestó que las actrices rubias que elegía representaban un tipo de mujer sofisticada, con halos de inocencia, pero que dentro de sí llevaban una capacidad de transformarse en putas en la cama. Creo que esta manera de elegir a los actores tiene mucho que ver con ésta afirmación de Truffaut. La sexualidad comienza en el actor. En las películas de Hitchcock la atracción sexual constituye una trama latente que actúa bajo la narración de una historia de suspense. Pero aún con todo no creo que el sexo en la obra de Hitchcock alcance la densidad suficiente como para ser merecedor de ese adjetivo. Existen otros muchos adjetivos en nuestro diccionario que aciertan a medir con mayor precisión lo que significa la obra de Hitchcock. Por lo menos hasta el momento en que aprendamos a resolver los jeroglíficos del psicoanálisis o hagamos caso a Freud y comprendamos que las pulsiones sexuales rigen el total de nuestra vida.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS