Pienso que el casting, el reparto, es fundamental. Si usted sustituye a Marlon Brando y a Sofía Loren por dos actores adecuados, La condesa de Hong-Kong es una obra maestra. Un actor, incluso muy bueno, no siempre puede disimular su estado social, sobre todo si sus papeles anteriores lo han anclado a ese estado. Marlon Brando, actor asocial, bohemio, marginal, salvaje, no puede interpretar a un embajador cuya reputación se vendría abajo si encontrara a una prostituta escondida en su camarote. Al leer la vida de Chaplin contada por su hijo mayor, Charlie Chaplin junior, vemos que la historia fue escrita en 1936 para Paulette Goddard y Gary Cooper, casting ideal.
François TruffautSiempre estuve de acuerdo con Truffaut en este punto. Marlon Brando emana una personalidad muy fuerte en sus interpretaciones, tan fuerte que no puede desasirse de ella para adoptar otras formas distintas. El indomable Brando no se amolda a los papeles que funciona fuera de los límites que establece su línea de confort, pero alcanza lo sublime cuando encarna personajes complejos de marcado carácter indisciplinado. En el fondo Marlon Brandon no deja de interpretarse a sí mismo en cada película. En algunos casos esto ya es demasiado para las pretensiones de una película. Los espectadores más que ir a ver una película, van a ver como Marlon Brando sortea los obstáculos que le impone una trama. Reconozco que pocos actores, -muy pocos- le igualan en sus especialidades. La versatilidad es un don reservado a los profesores que imparten sus enseñanzas en las escuelas de dramaturgia, arte e interpretación.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS