El cine es una escuela sentimental maravillosa. antes del cine no sabía como se besaba una pareja, no lo habías visto nunca un beso, la cara que pone una chica, o la chica al chico, cuando dice "te quiero" y le da un beso. Eso visto allí en grande... bueno la gente... Es una escuela sentimental, es una parte muy atractiva del cine, ver las relaciones humanas allí bien explicadas y tal, es algo que da una gran satisfacción al que lo ve.
Bigas Luna.
Este texto pertenece a una entrevista que se realizó en el seno del Centro Social y Cultural La Casa Encendida y que se publicó el pasado día 20 de marzo de 2.012 en sus archivos públicos.
Desde luego que el cine es una escuela sentimental inmejorable e insustituible. Aprendemos a besar viendo a los grandes actores, aprendemos a romper, a amar, a odiar, a abofetear, a hacer desplantes, a dirigirnos con tono impertinente, a descalificar, a gritar, a romper las cosas que caen a nuestro paso, a correr detrás de la chica a la que amamos, a recuperarla, a provocar y sentir celos, a llorar, a sentir rabia, a vengarnos, a sentirnos solos, a decir eso de "vamos a darnos un tiempo", o eso de "te echo de menos" o eso de "no quiero perderte pero estoy hecho un lío" o eso de "quedemos como amigos", o ese largo etcétera de "escenitas" que no dejamos de reproducir en las relaciones sentimentales que mantenemos en nuestra vida cotidiana. Somos lo que vemos, lo que imitamos, aprendemos sin darnos cuenta, pasamos por la vida como si nada y mientras pasa el tiempo estamos absorviendo el mundo que nos rodea. Con el tiempo calcamos las escenas que moran en nuestra memoria, adoptamos las formas que alguna vez mostraron nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos, o el actor o la actriz de tal o cual película. De alguna manera la imaginación de los cineastas de nuestros días tienen en sus manos el futuro de nuestros sentimientos. Adquieren por lo tanto un compromiso y una responsabilidad social con los espectadores. Una responsabilidad que se decanta desde el primer plano de sus películas. Ellos preconfiguran, de consuno, nuestras futuras formas, nuestros futuros sentimientos, nuestras futuras formas de mirar y de entendernos. Si el arte no conjura una estigmatización de las esencias éticas, sus quilates se funden en el cubo de la basura.
ANTONIO MARTÍN DE LAS MULAS