Revista Cultura y Ocio

The Act of Killing (2012)

Publicado el 10 febrero 2014 por Juan Pablo
The Act of Killing (2012)Difícil no indignarse con The Act of Killing (2012).  Es la Saló de nuestro tiempo y hay que verla.  “Sea como fuere, hay que ir a ver”, decía el viejo Freud.  No sólo es indignante ver a estos canallas fanfarronear con sus historias de matanzas pasadas, sino por sus actitudes presentes: tras ver una escena donde actúan o simulan un asesinato, la queja o distancia que ponen ante lo que ven tiene que ver con la performance, con los colores de la camisa que usan, etc.  En una entrevista que le realizaron, Joshua Oppenheimer, el realizador, insiste sobre esta actitud "presente", que es la que le interesa mostrar en la película:
Me di cuenta que la historia no era acerca de lo que pasó en 1965, sino lo que está pasando ahora, en el presente: estos hombres se sienten orgullosos de sus crímenes. Obviamente, nadie les ha llamado criminales y, muy por el contrario, se han celebrado sus crímenes de lesa humanidad. Me pregunté: ¿Cómo se ven estos hombres a sí mismos? ¿Cómo quieren que se les vea? Y más importante: ¿Qué pasa con nuestra humanidad si construimos nuestro día a día en mentiras y terror?
Más adelante, habla de cómo es a partir del Cine como estos hombres se piensan o se miran:¿Cuáles son las conexiones que ves entre el cine y los crímenes perpetrados en Sumatra del Norte?Al inicio de nuestra investigación, en el 2005, descubrí que el ejército reclutaba sus homicidas en Medan (la capital de Sumatra del Norte) como actores de cine estilo gángster, quienes ya odiaban a los izquierdistas por boicotear las películas estadounidenses –las más rentables-. Esta relación me intrigó, aunque aún no lograba comprender su verdadero alcance. No solo Anwar y sus amigos conocen y aman el cine, pero también anhelaban estar en las pantallas, y se vestían de acuerdo a sus personajes favoritos. Incluso sacaron sus métodos de ejecución de la pantalla grande.Anwar habla que al salir del cine después de haber visto un filme de Elvis Presley, se sentía intoxicado por la magia del cine y bailaba por el camino hasta su oficina militar/paramilitar donde torturaba gente. (La oficina fue construida directamente al frente del cine para que los asesinos se sientan más cómodos al ir: ver películas y torturar y matar gente). El cine ayudó a los homicidas a distanciarse del acto de matar, mientras mataban. Este se convirtió en un espacio donde se proyectaban, además, sus fantasías más oscuras y horribles. Esto no significa que el cine sea responsable por las matanzas. Anwar fue el perpetrador número 41 de los que filmé. Los primeros 30 fueron con autobuses llenos de personas hasta alguna ribera donde les cortaron la cabeza. Esos hombres pudieron hacer todo eso sin ver películas, pero si necesitaban tomar alcohol. Tal vez todos necesitamos algo con lo cual distanciarnos del acto de matar, sea alcohol, películas, propaganda que justifique el fin, una pistola, o alguna interfaz tipo videojuego para lanzar un ataque piloteado remotamente.El reclutamiento de gángsters, “hombres libres” como se repite durante toda la película, por parte del Estado recuerda a The clockwork orange (1971) y a la funcionalidad que adquieren los sectores sociales denominados lúmpenes en regímenes dictatoriales.  Sin embargo, no todos tienen la misma actitud para con lo que hicieron, o por lo menos no es la misma en toda la película.El protagonista, Anwar Congo, es amante del cine y admirador de Al Pacino.  Es sorprendente, pero parece que la escena de The Godfather (1972), en la que interrogan y matan a Carlo, inspiró a Anwar en su método de matar “comunistas”.  En una de las primeras escenas muestra el lugar donde lo hacía y hace una demostración de cómo lo hacía.  Luego baila chachachá en el mismo lugar...Hay una transformación de este personaje que se ve en la película de modo secuencial, pero que acaso desde el principio es una constante en él.  Está, o por lo menos demuestra estarlo (recordemos que fantasea con ser una estrella de Hollywood), muy arrepentido de sus crímenes e incluso tiene pesadillas.  En la última escena de la película, vuelve al lugar donde bailó chachachá y casi repite la escena describiendo cómo mataba a los prisioneros, pero esta vez se dobla del dolor intentando vomitar.   Su contraparte es Adi Zulkadry, su compañero ejecutor, que es más cínico y más distante para con la película que se está haciendo.  Su postura es idéntica a la que emitió el gobierno indonesio luego del estreno de la película.Lecturas complementarias:
The Year of Living Dangerously (1982), prohibida en Indonesia hasta 1999...
The globalization tapes (2003), documental también producido en Indonesia.

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