Revista Cine
Director: André Øvredal
André Ovredal es el director de "Trollhunter", película que no he visto pero que, me consta, ha cosechado más que buenos comentarios con su propuesta de found footage. Me imagino que a varios también les gustó dicha cinta, gente de Estados Unidos que llamaron a Ovredal para que se encargara de "The Autopsy of Jane Doe", la que ahora les comentamos en vivo y en directo. A sentarse y poner atención.
Seré breve, o al menos eso intentaré. La premisa de "The Autopsy of Jane Doe" es sumamente interesante y atractiva: el cadáver de una mujer es encontrado en la escena de un crimen y, al lucir fuera de lugar, es llevado de inmediato a la morgue de los Tilden, padre e hijo que trabajan haciendo autopsias bajo la estricta filosofía de encontrar cuál fue la causa de la muerte y no necesariamente el porqué de ella: el fiambre murió de un disparo al corazón, que la policía determine si fue premeditado o un impulsivo ataque de celos. Sin embargo este cadáver, aparte de fuera de lugar, es extremadamente extraño y sus múltiples lesiones desafían toda lógica forense, biológica, lo que sea, por lo que determinar la causa de muerte de Jane Doe se vuelve un misterio tan irresistible como malsano, y lo peor es que las inconvenientes y sospechosas malas noticias no tardan en llegar y atormentar a los pobres Tilden, por cierto interpretados por Emile Hirsch y Brian Cox, dos actores que me caen la mar de bien y que interpretan de manera solvente sus respectivos roles.
Lo interesante de la premisa es que se nos presenta un misterio que poco a poco crece y crece, abarcando no sólo la identidad de la mujer sino que también las circunstancias de su muerte y, por qué no, la motivación detrás. Así, ante cada incongruencia que presenta su cuerpo, se abren infinitas posibilidades, cada cual más inquietante y desconcertante que la anterior. El director André Ovredal demuestra tener un pulso firme (por no decir quirúrgico, jo, jo) y un excelente manejo del suspenso, amparado en este hermético clima de extrañeza ejecutado con notable y sugerente precisión. El problema que hace que "The Autopsy of Jane Doe" no acabe por convertirse en esa excelente película que parecía anunciar su impecable tramo inicial (la primera mitad, para ser exactos) es que el director, mayormente debido al guión, no es capaz de dar el golpe de efecto definitivo, de convertir este preludio pesadillesco en una pesadilla total e impactante, mayormente porque cuando la autopsia se va al diablo no sucede nada sorprendente ni mucho menos inquietante (en tanto acontecimientos como atmósfera: ambas regulares a partir de este punto), al menos no más inquietante que su primer tramo, aquel en donde el motor central era la incógnita y la incertidumbre. Llegado el momento de mostrar y destruir y volar las cosas, la película pierde el buen manejo del suspenso y la extrañeza y se torna impersonal y someramente efectiva. No digo que la explicación detrás de ello no me parezca interesante, porque de hecho lo es y explica a la perfección la multitud de incongruencias antinaturales del cuerpo de Jane Doe, sólo que su ejecución y aplicación narrativa carece de la frescura de su premisa, luciendo más como el típico filme de terror mainstream. Lo que digo es que cuando la autopsia se lleva a cabo es imposible no dejarse atrapar por este misterio envuelto en una sombría atmósfera de mal agüero, pero después el asunto se convierte en un revoltijo sin sorpresas ni elementos distintivos, incluso cuando pasado el descontrol se retoma la autopsia, ahora un mero trámite para poner puntos a las íes. Claramente era imposible ocultar la verdad de Jane Doe toda la película, y de hecho el problema no es la verdad o la explicación de todo en sí mismas, sino el modo en que se nos revela los alcances y la magnitud del poder de esa verdad.
Con todo, sigue siendo una película recomendable a pesar de su desaprovechada segunda parte.