Revista Cine
Director: Nathan H. Juran
Cómo vuela el tiempo y cómo no pasa nada. ¿O sí? Estamos a cuatro días de la Navidad (o Nochebuena, ¿cuál es la importante?) y ya no siento nada al respecto, adiós a la magia. Supongo que en aquellos tiempos de infancia ayudaba el hecho de que el colegio ya me liberaba de su yugo, pero no, más que el que la puta universidad siga siendo un grano en el culo, la verdadera razón de que esa magia ya no exista es que ya no se está en edad para tales cuentos, además siempre te pueden vencer con eso de que todo es una jugarreta publicitaria y, claro, a nadie le gusta que lo traten de tonto. Oh, bueno, siempre nos quedarán las viejas y buenas películas de ciencia ficción y, dentro de poco, ojalá, unas vacaciones permanentes.
En compactos setenta minutos, "The Brain from Planet Arous" desarrolla una trama completamente delirante y hasta podría decirse que algo trillada (fuerzas malvadas más poderosas que la humanidad que pretenden dominar la tierra y el universo, literalmente), pero está escrita y dirigida con tanta fe y seguridad en sus propias capacidades, incluso ingenuidad, que su visionado es altamente entretenido y disfrutable, una gozada de tomo y lomo. Ahora bien, hay que dejar en claro que la fe y la seguridad del director no es lo mismo que seriedad, digo, cerebros de otro planeta llegan para dominar el mundo (no es que quieran crear un halo de verosimilitud, por favor), sin embargo, no por ello la película se presta para el desorden y el exceso argumental propio de los novatos o de los miopes. Al contrario, el director Nathan H. Juran (acreditado como Nathan Hertz) respeta cada uno de los elementos de la historia y por ello "The Brain from Planet Arous" no cae en la caricatura barata y simplona. En el fondo, estamos ante una historia que critica la desmedida ambición que, de seguro, podemos encontrar en altas autoridades y demás, o, quizás, que a veces se necesita más corazón. Lo más gracioso es que, en cierta forma, por más inteligente que se crea el cerebro malvado, su gran debilidad sigue siendo... una mujer. No sé qué clase de lecturas podría generar eso a día de hoy. Ante ello yo digo, por favor, que nos relajemos un poco y disfrutemos de un alocado sci-fi de calidad, desenfadado y feliz. Yo he quedado encantado. Y, por último, no ignorar el circunstancial parecido del protagonista, John Agar, con Greg Kinnear... y digo circunstancial porque en "Fort Apache" y "She Wore a Yellow Ribbon" no se me hacía tan idéntico. En fin, disfruten como descerebrados. Ba-dum-tss...