Película donde la moralidad se hace a un lado. El protagonista sólo se mueve por su propio beneficio, hasta que los sucesos lo desbordan, y generan remordimientos por todos sus actos pasados (hay un claro punto de inflexión en el film, cuando visita a la hermana del asesino). La policía intenta lavar su imagen después de su nefasta actuación con el alcalde de Seúl. Y del antagonista, qué decir, busca el placer negado, de la manera más macabra posible. Durante los primeros 15 minutos, de presentación e inicio del hilo argumental, se nos mantiene absortos por la frialdad y dureza de las imágenes. Y a partir de aquí llega el problema. Todo pierde seriedad por la excesivamente exagerada inoperancia de las fuerzas especiales de Seúl. Te echa completamente de la película tal inutilidad. Ya sólo en un tramo final, mucho más tenso y descarnado, todo vuelve a su cauce. Creo que con un poco menos de duración, y con un tratamiento más serio a lo largo de todo el film (véase la escena del interrogatorio y el descubrimiento de las paredes), el resultado hubiera sido mucho más redondo.
Mi Puntuación: 6.9