Los astros madresféricos se han alineado. Toda una constelación de blogs con una preocupación común: En qué manos dejar la educación de nuestros retoños. Las hay que se lo curran mucho. Otras optan por técnicas más esotéricas. Y los de más allá aprovechan para remover conciencias. En mi caso la cosa estaba clara: el colegio de la esquina era lo suficientemente bueno, relativamente bonito y barato. Muy barato. Tanto como para pasar el test del por cuatro. Que no es poco.
No les voy a engañar, yo he recibido una educación de esas que cuestan un riñón. Colegio inglés, universidad privada, veranos allende los mares, máster fuera de España y una legión de profesores particulares de idiomas varios. Un lujo. Asiático.
Pero para mis niñas, por razones tan variadas como la escasez de euros, la comodidad y su brillante futuro, he elegido la educación pública. En Alemania. Y de eso vengo a hablarles hoy. Empezaremos por ese proceso otrora trivial que se ha convertido en la pesadilla de todo padre de ciudad española: la elección del colegio. Aquí, en Baviera, nos lo ponen fácil.
La educación bávara es la mejor de Alemania y una de las mejores de Europa. No es la finlandesa. Pero casi. En Baviera la educación, la buena, es la pública. Existen los colegios privados pero son pocos. En general son para extranjeros, expatriados o para niños pudientes alemanes que han fracasado en la pública. No está especialmente bien vista y es carísima. Las familias bávaras, independientemente de su condición económica o social, eligen la educación pública para sus hijos.
La educación bávara es como los alemanes, austera y robusta. Lenta pero segura. Sin florituras ni estridencias. El colegio se empieza con seis o siete años. El año antes de que tu hijo alcance la edad escolar el estado bávaro te manda una carta comunicándote que a tu hijo le toca empezar el colegio. Te dan un número de teléfono y unas fechas en las que debes llamar para concertar una cita para la evaluación médica del niño. Las fechas las reparten según la fecha de nacimiento de los niños para que no todos los padres de la ciudad llamemos el mismo día y colapsemos la centralita. Cuando te llega el turno, llamas, te atienden muy amablemente y te dan el día y la hora para que lleves a tu hijo a la evaluación. Por si acaso te recuerdan los papeles que tienes que llevar: Un cuestionario sobre temas de salud del niño, el libro médico donde aparecen selladas las revisiones rutinarias y el librito de vacunación del churumbel.
El día D a la hora X te personas en las instalaciones donde evalúan a todos los niños de la ciudad. Casi no hay que esperar. En la evaluación les hacen pruebas básicas de equilibrio, coordinación, razonamiento y madurez. Les piden que escriban su nombre y que dibujen una persona. Les revisan también la vista y el oído y comprueban que has cumplido con el calendario de vacunación. Si todo es normal, te dan el certificado de aptitud para empezar el colegio.
Entre tanto el estado bávaro te manda otra carta donde te informa del colegio que te toca y el día y la hora a la que tienes que ir para matricular a tu churumbel. Te recuerdan también que tienes que llevar el certificado médico de aptitud y un cuestionario con los datos del niño. Si por lo que sea has decidido llevar a tu hijo a un colegio privado es tu responsabilidad comunicarle al estado bávaro que no harás uso de la plaza que te corresponde. Si no, el día H a la hora Y te personas en el colegio con tu niño donde te están esperando para rellenar la matrícula. Mientras una persona te atiende con el papeleo hay otra que dibuja con tu hijo y charla con él para comprobar que no necesita algún refuerzo de logopeda, etc.
A la salida un escuadrón de madres suele haber organizado tarta, café y algún detalle para que el primer contacto de los niños con el colegio sea agradable. A La Primera le regalaron una maceta con semillas de girasol y un calendario para ir tachando los días hasta su primer día de colegio. También te ofrecen información sobre la oferta de extraescolares etc. En junio, La Primera recibió una carta manuscrita de una niña de segundo que le invitaba a la fiesta de fin de curso y se ofrecía a enseñarle el colegio.
Los colegios se asignan por el código postal. Ni puntos ni gaitas. Te toca el colegio más cercano. Me falta sitio en este blog para enumerar las ventajas que esto conlleva. La idea es que en la medida de lo posible los niños puedan ir andando al colegio. Te animan desde un principio a que los niños vayan solos al colegio. En la primera reunión de padres vino un policía a explicarnos que el número de accidentes de escolares camino del colegio es ínfimo, nos dieron un folleto con las normas básicas de circulación que debíamos enseñarles y a cada niño le regalaron un chaleco reflectante.
Si los llevas tú te piden que no lo hagas en coche. Por un lado se evitan los atascos a la entrada del colegio, mejora la seguridad y además consideran que es bueno que el niño haga ejercicio y respire un poco de aire fresco antes de empezar las clases. En los cruces peligrosos de camino al colegio hay jubilados que se encargan de parar el tráfico. La primera semana de colegio hay policía en todos los cruces para ayudar a los niños y asegurarse de que es seguro para los más pequeños.
El colegio es completamente gratis. Los libros de texto, que se utilizan varias veces, también. Sólo hay que comprar el material fungible como lápices, gomas y cuadernos. La lista completa que te da la profesora no suele superar los treinta euros. Además, en la primera reunión de padres, se suele hacer una “caja” de la clase de donde se financia cualquier cosa extra, como excursiones, mercadillos, material especial que a la profesora le parezca oportuno, etc. El importe de esta aportación se acuerda entre los padres, no es obligatorio. En nuestra clase han sido cincuenta euros para todo el año. Y sobra. Lo gestiona una de las madres. No hay ningún coste más. Es decir, tengo a mi hija escolarizada en un colegio estupendo por menos de ochenta euros al año incluyendo extras.
El colegio ofrece además una serie de extraescolares sin ínfulas como jardinería, arte y teatro. Gratis.
El año pasado nos mudamos a mitad de curso. Cambiar a La Primera de colegio en Mayo me costó exactamente una llamada de teléfono. De hecho me equivoqué y llamé al colegio que no era. Una señora muy atenta me comunicó que no era ese el que me correspondía y pasó la llamada al colegio que sí que nos tocaba. La secretaria me dijo que no había problema, me pidió que le mandara un email con el nombre de la niña y si quería dar religión católica, protestante o ética y nada más.
Aproveché para pedir que la metieran en una clase concreta porque ya conocía a una niña y lo hicieron. A los diez minutos me llamaron del otro colegio para decirme que el colegio nuevo se había puesto con en contacto con ellos y me pidieron que les mandara el certificado de empadronamiento por fax cuando lo tuviera. Nada más. No tuve que salir de mi casa. Un viernes salió del colegio viejo con una bolsa con sus cosas y el Lunes le estaban esperando en el colegio nuevo.
La cantidad de años de vida que le he ganado a la vida ahorrándome la elección de colegio no tiene nombre. Pero claro, no es oro todo lo que reluce. Mañana hablamos de lo académico. Y de los horarios, que son de traca.
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