Pensar que cuando uno se dispone a hablar de los Oscars hay categorías que quedan rezagadas al olvido. Cualquiera podría responder hoy qué film se elevó con la estatuilla y sobre qué trata pero lo más probable es que un número mucho más reducido que la mitad podría responder cuál fue el documental ganador del Oscar y sobre qué trata. The Cove no es nada más y nada menos que una denuncia sobre la matanza de miles de Delfines en una cala de Taiji, Wakayama (Japón). ¿Y qué es una cala?, pues una porción de mar que se interna en la tierra rodeada mayormente por morros o rocas a modo de ensenada; lo cual para el caso de la matanza de delfines en la cala de Taiji podríamos decir que se constituye en una trampa física ideal.
Dirigida por un ex fotógrafo de la National Geographic, Louie Psihoyos, este tras conocer a Ric O'Barry y su misión solitaria, decidió ayudarlo de la manera que mejor conocía: haciendo un documental excelente que ganara un Oscar.Pero veamos un poco la historia. O'Barry era el entrenador de Flipper, ¿se acuerdan los mayorcitos de la serie?, de hecho apareció en varios capítulos y llegó a encariñarse sobremanera con los cinco delfines que interpretaban al personaje. Pero al morirse Susy, la delfín principal que interpretaba a Flipper, (y el relato en este documental de cómo murió me hizo llorar a moco tendido) Ric comprendió la terrible situación de los animales en cautiverio y se tomó casi la vida entera a liberar cuanto delfín y ballena era aniquilada, maltratada o puesta en cautiverio.
Gracias a la simpatía que Flipper había despertado al mundo entero por esta especie O'Barry se sintió culpable de que entonces miles de Oceanarios como el Sea World quisieran tener uno, o varios, haciendo de la caza de este animal una empresa millonaria que le reporta al municipio de Taiji y sus pescadores casi 150.000 dólares por cabeza. A partir de allí el documental no sólo nos relata el riesgo de consumir la carne de aquellos delfines que no son "seleccionados" por los oceanarios para las exibiciones y cuya carne entonces se comercializa como un producto comestible (por la consabida contaminación la carne de delfín posee altos contenidos de mercurio), sino además las peripecias de cómo todo el equipo de filmación organizado al mejor estilo "La gran estafa"- según cuenta el director- tuvo que obtener las imágenes más crudas del film y las que en consecuencia constituyen la verdadera denuncia gráfica del documental. Para tener idea de cómo lo lograron, Kerner Optical, una empresa dedicada a los efectos especiales de varios films, creó cámaras especiales camufladas como rocas para ciertas tomas, las cuales tuvieron que ser colocadas en los lugares de acceso prohibido en forma clandestina, de noche, y gracias al equipo de cámaras térmicas o nocturnas. En el fondo de la cala, una pareja de buzos que son campeones en sumergirse "a pulmón" colaboraron en la instalación de algunas de esas cámaras.El docuemental es una verdadera delicia visual, cuenta con muy buena fotografía gracias a Brooke Aitken y- algo que se agradece en este género- de narrativa dinámica, entretenida, accesible y muy figurativa. Tiene una forma de contar similar a aquellos documentales de Moore donde nadie queda excento de entender lo que pasa, aunque claro está no cuenta con la misma irónica y cínica mirada del director de Bowling...
Un documental que no debería faltar en cada escuela. Tremendo y cruel manifiesto de lo que el hombre es capaz de hacer muchas veces porque sí.
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