Revista Comunicación

The crown -el peso del poder

Publicado el 15 noviembre 2018 por Jorge Bertran Garcia @JorgeABertran
THE CROWN -EL PESO DEL PODER

No hay que dejarse engañar por la elegancia que reviste cada aspecto de una serie como The Crown. A pesar de sus personajes ilustres de la realeza y el Gobierno británicos, a pesar de estar basada en hechos reales que ya son históricos, a pesar de una ambientación exquisita en la que los decorados y el vestuario están cuidados al detalle, el guión de Peter Morgan -El último rey de Escocia (2006), La reina (2006)- no tiene reparos en entrar en los detalles más morbosos de palacio. Hay una buena ración de rencillas familiares, adulterios, y escandalosos divorcios. Elementos sensacionalistas que la serie de Netflix balancea exponiendo los más altos valores patrióticos, monárquicos y humanos. Ese contraste hace irresistible esta ficción, que brilla en cada uno de sus aspectos. Guiones inteligentes e impecables de Morgan que buscan resonar en la actualidad, diciéndonos claramente que la historia se repite. Una realización perfecta que incluye a directores como Stephen Daldry -Billy Elliot (2000), Las horas (2002), Trash (2014)-. Eso sin hablar de otros apartados artísticos como una fotografía asombrosa para una serie de televisión. En el apartado de las interpretaciones, el reparto es brillante: Claire Foy -ganadora en un Emmy este año y un Globo de Oro el pasado- Matt Smith, y especialmente John Lithgow, que hace un Churchill memorable -y eso que le han dado un Oscar a Gary Oldman por El instante más oscuro (2017)-.Lo más estimulante de The Crown es que, a pesar del atractivo de Foy, no nos cuenta la vida de la reina Isabel II, a la que no convierte en la heroína de un melodrama. Morgan se centra precisamente en la corona, en lo que significa, en la institución, en lo que pesa y en cómo afecta a una serie de personajes muy interesantes. Empezando por el desterrado duque de Windsor (Alex Jennings), el hermano del rey Jorge VI -fantástico Jared Harris- que desafió la tradición abdicando por amor. Pero también se detiene la historia en el propio rey Jorge VI y en cómo su vida importa menos que la continuidad de una institución que tiene fieles defensores, como el funcionario implacable Tommy Lascelles, otro magnífico actor, Pip Torrens. La corona luego pesará sobre Isabel II, contaminando todas sus relaciones: su matrimonio con Felipe, y sobre todo, su relación de hermana con Margarita (Vanessa Kirby), empeñada también en casarse por amor. Lo que describe The Crown es cómo esa familia real, siempre vista como privilegiada, debe plegarse ante una idea más grande que ellos mismos como individuos. La progresión del personaje principal, está marcada por una progresiva pérdida de humanidad, según Isabel II se va identificando más y más con la corona hasta tomar decisiones como reina antes que como mujer, esposa o hermana, proceso que se completa en el último episodio de la primera temporada, GlorianaPero Morgan también nos habla del poder, del servicio público, y para ello utiliza a la desgastada figura de Winston Churchill, literalmente encorvado por el peso de su misión. Este protagoniza, en mi opinión, los mejores momentos de la primera entrega: el decisivo discurso tras la muerte del rey Jorge VI -en el episodio Hyde Park Corner-, la crisis de la niebla tóxica -en Act of God- y su retiro, en el mejor capítulo de la primera temporada, que gira sobre un retrato encargado por el 80 cumpleaños del Primer Ministro.En la segunda temporada, Misadventure continúa la historia justo donde finalizó la primera: el matrimonio de la reina y el duque de Edimburgo, afronta una crisis provocada por la falta de libertad de la pareja, expresada de forma cómica cuando unos sirvientes entran por la mañana para servir el desayuno justo cuando la pareja se preparaba para mantener relaciones sexuales. El guión propone como eco de esa crisis de pareja nada menos que una crisis internacional: Egipto le quita por la fuerza el control a Gran Bretaña (y Francia) del Canal de Suez. Estos dos conflictos, uno íntimo y otro político, dan forma al argumento que alcanza su clímax en un montaje paralelo que iguala un bombardeo sobre suelo egipcio con la imagen de la reina desmaquillándose, en la intimidad, para volver a ser una mujer, sola, ante el lecho vacío de su marido. 8/10

El segundo episodio, A Company of Men, es un alarde de producción en el que, además de las acostumbradas recreaciones históricas, vemos el viaje del Duque de Edimburgo por los cinco continentes. Un viaje claramente imperialista, colonialista y racista por territorios conquistados del Commonwealth, pero que consigue también el sabor de una aventura clásica, de camaradería masculina -el discurso del Duque a los marinos- y hasta cierto humanismo -el rescate de un pescador y la devolución a su tribu-. Pero el viaje es también decididamente machista: la reina se resiente por la separación, por ver feliz a su marido; y sobre todo machista por la subtrama acerca de Eileen Parker (Chloe Pirrie), mujer del secretario privado de Felipe, Mike Parker (Daniel Ings), que intenta divorciarse ante sus repetidas ausencias e infidelidades, pero que debe justificar su intención en un juzgado. 8/10

El tercer capítulo completa una suerte de trilogía, Lisbon, resuelve el conflicto de Mike Parker (Daniel Ings), sentencia el destino del primer ministro Anthony Eden (Jeremy Northam), pero sobre todo, completa la aventura del duque de Edimburgo. El guión de Peter Morgan interpreta que la rebeldía del personaje, su pertenencia a un club machista y su escapada marinera, se debe a un complejo de inferioridad ante su mujer, la reina. Se propone así el conflicto en The Crown como feminista. A pesar de ser la monarquía una institución retrógrada y conservadora, al darle el poder a una mujer, se genera en el consorte una inseguridad que solo puede subsanarse coronándole como príncipe Felipe, otorgándole el rango de alteza. Una forma inteligente y nada velada de acercar la ficción histórica a la sensibilidad y a los problemas actuales. 7/10

Beryl -episodio ganador de un Emmy a la mejor fotografía- deja a un lado la política, las grandes recreaciones y los escenarios grandilocuentes para hablar de parejas, del matrimonio y de amor. Lo hace, además, en clave íntima, entrelazando tres historias: primero la infidelidad que soporta el nuevo primer ministro Harold McMillan (Anton Lesser); segundo, la celebración del décimo aniversario de casados de  la reina y el duque de Edimburgo; y tercero, un nuevo interés romántico de la princesa Margarita, que deviene aquí en protagonista del relato y heroína romántica. El guión de Peter Morgan y Amy Jenkins, hábilmente, hace un juego de espejos entre parejas en diferentes etapas del amor. Hay que alabar la sutileza con la que Margarita se emociona ante el discurso de aniversaridel Duque, que define el matrimonio como conocer al otro mejor que a sí mismo, defectos incluidos; y cómo la princesa es seducida por la declaración de intenciones del atractivo fotógrafo Tony Armstrong-Jones (Matthew Goode), quien le promete retratar su ladoculto, con su cámara. 10/10

Menos interesante me parece Marionettes, sobre la apertura y modernización de la monarquía británica, debida a la beligerancia de Lord Altrincham (John Heffernan), editor de una revista en la que vertió artículos que pusieron en jaque la popularidad y credibilidad de la institución. La historia es sin duda interesante, pero quizás está demasiado resumida en este episodio -habría sido una buena subtrama de temporada- que resulta extremadamente contenido y limitado a unos pocos escenarios, personajes y situaciones. El afortunado uso del humor no es suficiente para salvar el episodio. 6/10

Vergangenheit es otro de los mejores capítulos de esta serie: comienza como una película de espías, aunque se autoplagia repitiendo el atractivo inicio de Act of God, en el que una serie de funcionarios con un secreto 'bomba' se van pasando la pelota manteniéndonos intrigados. Ya lo hemos visto, sí, pero funciona de todas maneras. El capítulo es valiente al destapar el pasadoscuro de uno de los personajes más carismáticos que había dado esta ficción. El pasado nazi de ese personaje resulta estremecedor, porque en capítulos anteriores Peter Morgan se había atrevido a humanizarlo, a hacernos empatizar con él, a hacernos reír con sus comentarios irónicos. Las fotos de los personajes reales -el parecido con los actores caracterizados es tremendo- departiendo efectivamente con Hitler, es uno de los finales más estremecedores que recuerdo y un comentario importante sobre las sombras de Europa que intentamos enterrar, pero que siguen ahí, y resurgen, en las portadas de los periódicos, cada día. 9/10

Matrimonium me parece otro maravilloso episodio, que continúa la historia de Beryl sobre el romance entre la princesa Margarita y el fotógrafo Tony Armstrong-Jones. Lo más interesante es cómo el guión traslada el punto de vista, de la reina Isabel II, a otros personajes: Margarita se transforma en heroína romántica y su hermana en la gran villana; conocemos además la morbosa vida disipada de Armstrong-Jones -en una erótica sesión fotográfica nos recuerda al protagonista de Blow Up (Michelangelo Antonioni, 1966)- y las razones psicológicas -su madre- de su decisión de contraer matrimonio. Es curioso, porque este capítulo y el citado Beryl parecen tener un empaque más cinematográfico. Además, se escucha un tema musical que me ha conquistado, Spring 1, firmado por Max Richter y nada menos que Antonio Vivaldi. 9/10

Dear Mrs. Kennedy es otro fantástico episodio que se centra en J.F. Kennedy -al que da vida Michael C. Hall, quien creo que no se le parece demasiado- y, más importante, su primera dama, Jackie Kennedy (Jodi Balfour). La pareja, considerada como la 'realeza' de Estados Unidos, sirve como detonante de las inseguridades de la reina Isabel II -descrita como una ignorante- lo que da pie a un peculiar episodio diplomático en Ghana. La visión que se da de los Kennedy busca su lado más humano -como en la fantasmagórica Jackie (2016) donde se comparaba el mandato de JFK con la mítica Camelot- pero llega mucho más lejos indagando en la oscuridad de estos personajes históricos. Mencionemos el duelo de vestidos entre Jackie e Isabel, que debe haberle valido a esta entrega un Emmy al mejor vestuario de época. 9/10

Paterfamilias se ocupa de la masculinidad, cuestionada, de dos miembros de la familia real británica: el príncipe Felipe y su hijo, el príncipe Carlos. Paralelamente, en dos épocas distintas, nos cuentan la complicada infancia de ambos, como niños aristócratas obligados a convivir con críos 'plebeyos' que aprovechaban cada oportunidad para hacerles la vida imposible. De hecho, se describe a Carlos como una víctima de acoso escolar. El guión profundiza en lo que significa ser padre: Felipe -cuyos traumas del pasado descubrimos aquí- quiere lo mejor para su hijo y, curiosamente, para él eso significa hacerle vivir el mismo infierno que tuvo que superar de niño. La dirección de Stephen Daldry -le valió un Emmy este año- resulta soberbia al mezclar elegantemente las dos líneas temporales con el mismo escenario, el de ese durísimo colegio escocés. 9/10 

¿Puede ser Mistery Man el mejor episodio de The Crown? Enumero las razones para ello: su gélido tono desencantado, bien reflejado en la imagen de una triste Isabel bajo los copos de nieve; la simetría de volver a plantear una crisis matrimonial entre la reina y Felipe, como en el primer episodio, Misadventure; el desolador momento en el que el primer ministro McMillan asiste a un espectáculo humorístico -Beyond The Fringe- que se ríe de él y al que va por recomendación de su mujer y su amante; el montaje paralelo entre el suicidio de uno de los implicados en el escándalo que afecta al Gobierno, y el teléfono de la reina que suena insistentemente; el mantenernos en la duda sobre la participación de Felipe en la escandalosa fiesta. Mencionemos también el clímax, la escena de Felipe pidiendo confianza a Isabel, que se resuelve dejando que los dos actores se luzcan en su despedida de la serie: ambos serán sustituidos por actores más maduros en la tercera temporada. También me parece conmovedora la imagen del duque de Edimburgo apoyando su rostro sobre las piernas de la reina. Un apunte final expresa visualmente el arreglo entre ambos miembros del matrimonio: Isabel necesita a Felipe. 10/10

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