Revista Cine
Director: Don Siegel
Lo malo de tener el sueño ligero es que mientras intentas dormir, durante esas dos putas eternas horas no dejas de pensar en toda clase de asuntos que realmente no importan, aunque supongo que pensar en basura es mejor que pensar en mierda pesimista y cosas por el estilo, de lo cual me he salvado en las últimas semanas (una sonrisa fugaz pero inabarcable me ha mantenido iluminado estas semanas... ¡pero se me perdió y ahora no la encuentro!). El caso es que anoche recordé la vez en que unos ex compañeros de universidad hablaban de "Pokémon" con tanto conocimiento que me pregunté cuántos pokemones de la primera generación podía recordar de nombre. Ahí estuve, pensando y pensando hasta que me dormí y después en la mañana desperté, como todos los días, a perpetuidad. El caso es que ahora estaba pensando en "The Counselor", en su magnífico guión y sus magníficos diálogos, Cameron Díaz teniendo sexo con un auto... Bastante extraño curso de pensamientos. Me están entrando ganas de leer de nuevo Stray Bullets, el glorioso cómic de David Lapham. En fin... Supongo que mejor me concentro en "The Duel at Silver Creek", otra de las películas de Siegel incluidas en esta improvisada retrospectiva dedicada a su figura, su filmografía.
Uno nunca pensaría que ese bebé lampiño de Audie Murphy fue un héroe de guerra (concepto que no me gusta mucho, aunque qué puedo hacer al respecto) que, con diecinueve años, fue reconocido con todas las medallas y reconocimientos militares posibles por su sorprendente labor en la Segunda Guerra Mundial. Fue un soldado estadounidense, claro. Y después James Cagney se lo llevó a Hollywood. Acá interpreta al hijo de un minero asesinado por una banda de forajidos cuyo modus operandi consiste en intimidar a los dueños de pequeñas concesiones mineras para que éstos las vendan a precios ridículos, asesinarlos y luego vender la propiedad a algún despistado que ignore la procedencia de su nueva adquisición. Muchos quieren atrapar a estos malhechores, pero nadie tiene pistas concretas, salvo un sheriff famoso por ser insuperable en los duelos (le llaman Lightning por su rapidez al desenfundar el miemb... digo, el revólver). El caso es que al pueblo del sheriff llegarán varios personajes y muchos acontecimientos indeseados tomarán lugar, como asesinatos y esas cosas. "The Duel at Silver Creek" es, entonces, un entretenido y buen western de corte tradicional en donde el conflicto se delimita claramente entre los malhechores y aquellos que pelean por la justicia y el relato fluye entre averiguaciones, expediciones y tiroteos, todo muy bien ordenado, planificado y ejecutado con la mano firme de Siegel. Me ha gustado además los apodos de los personajes: por ejemplo, a Audie Murphy le dicen The Silver Kid; a Susan Cabot, el interés romántico de Murphy, le dicen Dusty; a la hembra parecida a Donna Reed que hechiza al sheriff la llaman Brown Eyes; hay un tipo conocido como Johnny Sombrero; un secuaz de Sombrero es bautizado como Rat Face por el sheriff; y el mismo sheriff es apodado Lightning, que no me parece muy buen sheriff que digamos, digo, muy rápido será con el revólver, pero mentalmente su cerebro se mueve con la fluidez de un río de manjar y el pobre tonto está tan cegado por la belleza de Brown Eyes que ignora por completo todas sus actitudes sospechosas y prefiere tomarla en contra de aquellos que buscan ayudarlo. Un tonto, ya les digo. En La noche devora al vagabundo, esa tremenda novela pulp-noir de Pablo García, también hay interesantes apodos: está el Chute Pop, el Joki, la Kiki, la Fanny, el Joselito, el Che Miguel, el José Cicatiz, el Bartolo, el Pepo, el Gancho Juan... Y qué decir de la citada Stray Bullets, con Spanish Scott y Monster a la cabeza. Acá también aparece Lee Marvin pero a él, extrañamente, lo llaman por su nombre y apellido. Cuánta formalidad, ay.
Uh... Retomando "The Duel at Silver Creek", qué más puedo decir: es una buena película bien planteada y ejecutada; a lo mejor se pueda dudar un poco de la facilidad con que algunos personajes, luego de vencidos, se largan a soltar secretos, a traicionar a los suyos, y yo pienso que si soy un bandido y ya estoy en las últimas, entonces mejor me muero callado en vez de soltarle la pepa a mis enemigos, ¿no? Calleuque el loro, compadre. Pero sí, ya está todo dicho y sólo queda terminar con lo siguiente: es un western totalmente recomendable. Bien hecho. Yo me lo pasé bien y no dura más de setenta minutos. Al grano, para qué más. Sí señor.