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The Exorcist - 1973

Publicado el 01 julio 2018 por Jimmy Fdz
The Exorcist - 1973
Director: William Friedkin
The Exorcist - 1973The Exorcist - 1973The Exorcist - 1973The Exorcist - 1973
Lo cierto es que no había visto "The Exorcist" y, viendo "Gokseong", (ustedes sabrán por qué) me entraron fuertes ganas de subsanar dicha deuda. "The Exorcist", como buena película de los setenta, no apela a la espectacularidad y al efectismo de las impresiones fuertes y plásticamente impactantes que tanto se estila desde que gran cantidad de directores malinterpretaran obscenamente el punzante ejercicio de suspenso que desarrollara Carpenter en "Halloween" (que debe haber decepcionado a más de algún nuevo fanático del terror, que de todas formas no admitirá su desilusión y persistirá en su tóxica y taxativa mitomanía; ni hablemos de los nuevos espectadores sedados por Netflix). Siendo una película estadounidense de esa década tan desencantada, áspera y cruda en muchos sentidos, "The Exorcist" es mucho más conceptual de lo que aparenta y su construcción se centra fundamentalmente en un horror que oscila entre el desgaste psicológico (uno va progresivamente agotándose tanto como, por ejemplo, la madre de la chica poseída), algo no menor dado que a veces la sensación de miedo e indefensión proviene de la cruel insistencia del mal que nos acecha, y la desesperación y humillación vital, vocacional, incluso existencial, que asola a cada uno de estos maniatados y zamarreados personajes, en su mayoría incapaces de reaccionar al maldito problema y obligados a cuestionar su (cosmo)visión de las cosas. Y es que, aunque de "The Exorcist" se hable más del fuck me que grita la chica poseída o su cabeza que gira en 180º o de cómo se apuñala la vagina (el exorcismo debió haber curado esas heridas, porque si no...), el guión de Blatty (que adapta su propia novela) y la puesta en escena de Friedkin exploran, justamente, este vacío y absurdo total, esta carencia de sentido y lógica (y fe) que nos deja como huérfanos atrapados por el agobio y la angustia. O, también, el miedo ante lo desconocido: la incapacidad para enfrentar o para determinar la oscuridad: la dificultad de iluminar las penumbras de la humanidad. O: ¿se puede, realmente, tratar y explicar y curar la maldad pura y dura que representa esta chica endemoniada y que, lo sabemos porque con dolor lo comprobamos todos los días, se encuentra a lo largo y ancho del mundo? Ahí están, aparte de esta madre que nada puede hacer para proteger a su hija, el cura psiquiatra afectado por la muerte de su madre, o este enfrentamiento entre la ciencia y la religiosidad (algo que también se dejaba ver en la cinta coreana, aunque de ella me llamó la atención que un cura, precisamente un cura, le dijera al protagonista que mejor confiara en los médicos y olvidara la absurda idea de un exorcismo), que fallan en términos prácticos así como espirituales. Desde luego, "The Exorcist" desarrolla todo esto como una aterradora y tremebunda película de terror, dueña de un dominio de la tensión y de la atmósfera magistrales, en donde las escenas e imágenes más escabrosas y perturbadoras vienen a coronar, de forma brutal, este ensayo sobre... A estas alturas, intentar etiquetar todo lo que he dicho y todo lo que ofrece la película resultaría banal.
Podríamos hablar también del uso de la luz, de las siluetas, de los claroscuros; de las composiciones mayoritariamente de ángulos pronunciados o múltiples líneas diagonales; de las imágenes levemente (a veces ni tanto) picadas o contrapicadas como generadores, visuales y plásticos, de tensión y ansiedad, pero nos alargaríamos mucho. Un análisis puramente visual (agreguemos montaje también), siempre resulta revelador y estimulante, especialmente en películas de terror bien hechas. Pero ya es hora de dormir.
Gran e impresionante película. Hasta su final te deja con cierto resabio de duda, de inquietud. El misterio nos derrota...
The Exorcist - 1973

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