En Ginebra, abrirá en breve sus puertas un nuevo establecimiento de hostelería con el nombre de nuestra entrada de hoy; no hace falta decir cual será la característica del local. Mediante un iPad, se selecciona el tipo de café que quiere uno y a continuación, de entre un amplio catálogo, la chica que desee el cliente le sirva la consumnición. Y por unos módicos 55 euros, se empieza el día estupendamente, como no puede ser de otra manera.
En Suiza la prostitución es legal y las profesionales del sexo están sometidas a controles sanitarios y fiscales, obteniendo el estado una sustanciosa cantidad por la actividad desarrollada. En Holanda sucede otro tanto. La izquierda progresista considera ilegalizar la prostitución porque degrada a la mujer -nueva curiosa forma de defender la libertad mediante la prohibición- mientras la derecha -el ilustre Sr. Gallardón- lo hace por motivos diferentes pretendiendo multar a los clientes.
La relación entre la meretriz y su cliente es contractual, no diferente de muchas realizadas en otros ámbitos de la sociedad; si bien el proxenetismo debe ser perseguido y castigado, la prostitución es un acuerdo libre entre dos personas mayores de edad en el que se intercambia sexo por dinero y sobre el que no cabe injerencia estatal alguna. Pretender que el oficio más antiguo del mundo vaya a desaparecer por Decreto ley o sancionando a los clientes, es pecar de candidez.
Todavía tenemos mucho que aprender de Europa.
Nota: La instantánea muestra una sugerencia de como podrían decorarse los cafés en este establecimiento, ahí queda la propuesta.