Lo que nos ofrecen Todd y los desconocidos guionistas M.A Fortin y Joshua John Miller, es un claro y contundente homenaje, en clave de comedia, a todas esas películas de tennagers alocados, que paulatinamente, van a morir a manos de un peligroso y letal asesino en serie.
La mayoría de las veces, a causa de un trauma infantil del que sus víctimas no tienen culpa alguna. Que, en cualquier caso, poco importa mientras haya muertes espectaculares.
Así pues, desde la más absoluta simpleza, toda la infraestructura del film se basa y desarrolla en torno a los característicos tópicos del susodicho género al que homenajea.
Las bases del mismo están más que establecidas y son intocables para cualquier aficionado al slasher, que en su mayoría, degustará con cierta empatía en The Final Girls. El film de Todd, hasta cierto punto, respeta la mayor parte de esas bases y lo hace con gracia. Digo, hasta cierto punto, porque se deja dos ingredientes de suma importancia, tetas y (más) sangre.
Un grupo de amigos son absorbidos por una pantalla de cine para encontrarse en medio de un slasher ochentero, Camp Bloodbath, en el que se convertirán en las víctimas del psycho-killer de la película.
De manera que la película busca aportar algo más. Todd, come se lee en la sinopsis, parte de una premisa en donde los tintes paranormales hacen acto de presencia durante el punto de partida, extendiendo sus 'tentáculos' a otros momentos del film en forma de graciosos viajes temporales.
Ejercicio de Metacine
Una forma mínimamente original y distinta de situar a sus personajes, mediante un ejercicio de metacine, la película ‘idealiza’, por no decir, calca, a Viernes 13 de Sean S. Cunningham. Pero lo hace con formas peculiares y efectivas, que no novedosas, en su categoría de parodia.De esta manera, sus personajes se encuentran en un escenario tan afín y conocido para el fan del slasher, un campamento. Escenario donde el psicópata con máscara y machete en mano rendirá cuentas con los incautos jóvenes de fervientes hormonas adolescentes.
La película juega con distintos puntos a favor, pero el aspecto que habría que destacar por encima de otros, es su guión. En su categoría, éste se puede tildar de ‘inteligente’. Un guión que le ha valido a la película uno de los dos premios con los que se ha alzado tras su paso por el Festival de Sitges 2015; mejor guión y premio especial del Jurado, ambos en la sección Oficial Fantástico.
Otro punto interesante, es la contraposición de los antagónicos y variopintos personajes de dos épocas tan distintas; los actores de la película rodada durante los 80, frente a los que son absorbidos por el propio film, Camp Bloodbath.
Dan fruto una especie de relación paternal, las clásicas diferencias generacionales entre padres e hijos; su manera de pensar, sus conocimientos etc. dan lugar a graciosos gags, que no llegan a ser desternillantes, pero funcionan bien en el contexto global de la película.
Propuesta festivalera
A pesar de su hincapié en el drama en algunas partes puntuales de la película, estamos ante una película bastante festivalera.La relación entre madre e hija, interpretadas por unas solventes actrices Malin Akerman y Taissa Farmiga, respectivamente. Está muy bien llevada, pero que al purista del slasher puede le puede sobrar, incluso, aburrir. El resto del reparto cumple con sus roles correctamente, y los estereotipos abarcan a todos ellos, el repelente ligón, la histérica impertinente, el friki, la fea, el guapito, o la macarra, entre otros. Una variedad que da lugar
Akerman ha realizado papeles en distintas teleseries y fue Silk Spectre II en Watchmen, papel que no dejó lucirse a la actriz totalmente, en un reparto tan reñido con otros personajes, al menos, lució físicamente. En The Final Girls tiene el protagonismo debido pero sin resultar ostentoso, aunque, queda eclipsada por Farmiga en el papel de hija, más creíble a mi criterio. Además, tiene las secuencias más importantes de la película, incluído el desenlace.
Como puntos negativos, algunos efectos digitales denotan una mala gestión del capital del film, dejando entrever una ambiciosa intención que deriva en unos resultados poco convincentes a nivel visual.
Algo que se puede obviar, cierto, catalogando de leves, en una propuesta bastante correcta. Lo segundo, y esto sí que me ha parecido más importante, es el tono descafeinado y pulcro que intentan mantener en todo momento.
Porqué ¿donde se ha visto un slasher sin tetas y con poca o nada de sangre? Vale, muchas veces, que los hay muy malos.
Pero no quiero llegar a ese punto, sólo intento decir que The Final Girls podría haber sido una propuesta redonda si no se hubiese contenido e intentado mantener tanto la educación con el público.
Al final nos ha quedado una película entretenida y divertida a partes iguales, claro está, siempre que conozcas los entresijos y guiños del género al que homenajea, el slasher.