FASTEST MAN ALIVE (14 DE OCTUBRE)
En el tercer número de The Amazing Spiderman (1963) Stan Lee y Steve Ditko someten al héroe adolescente
a una humillante derrota a manos (nunca mejor dicho) del que entonces era un nuevo enemigo -el doctor Octopus- y que luego se convertiría en uno de sus peores antagonistas. Esa derrota dejó a Peter Parker tan abatido, que llega a plantearse incluso colgar el traje de superhéroe. La historia de cómo Spiderman se sobrepone a esa derrota -un discurso de la Antorcha Humana le inspira a seguir- es un clásico del cómic book.El segundo episodio de The Flash recoge el espíritu de esa temprana aventura del superhéroe arácnido de Marvel. Y es que Barry Allen, el hombre vivo más rápido, sufre y tiene las mismas inseguridades que hicieron rompedoras -en 1963- las historietas de Spiderman. Hoy la fórmula sigue funcionando. La voz en off de Barry que cierra el capítulo deja claras las intenciones de los creadores de The Flash: contar también lo que le ocurre a un superhéroe cuando no está luchando contra enemigos superpoderosos. Barry Allen no viene de Krypton, ni está obsesionado con la muerte de sus padres, ni es un millonario juerguista con una armadura invencible. Es un chaval normal. Un poco friki. Con la ayuda de unos personajes secundarios que en apenas dos episodios ya nos resultan cercanos, Barry se sobrepone a sus dudas y consigue derrotar a su enemigo. Y ese, los villanos, es otro punto fuerte -de momento- de esta serie. El enfrentamiento con el Capitán Clon, rebautizado enseguida como Multiplex (Michael Smith), da lugar a un espectacular pelea estupendamente planificada por el director David Nutter -que no parece propia de una serie de TV- y que no esconde un divertido guiño a The Matrix Reloaded (The Wachowski Brothers, 2003). Me gusta The Flash.
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