Mientras que en su faceta de productor más reciente, será recordado por películas como Las colinas tienen ojos de Alexandre Aja -remake de una obra de Wes con muy buenos resultados- y La última casa a la izquierda de Denis Iliadis, -también una relectura del fallecido cineasta, menos sórdida que la original pero correcta-.
Sin embargo, su obra póstuma como productor, The Girl in the Photographs, es un producto de categoría inferior, cierto, pero no por ello menos disfrutable, al menos ese ha sido mi caso.
Con un guión de encefalograma plano, escrito a tres manos por Robert Morast, Osgood Perkins (actor secundario en Secretary) y Nick Simon (Removal), que ejerce también como director de la película.
Leves influencias del Giallo
The Girl in the Photograps, parte de una idea muy propia del Giallo, al margen de ciertos guiños, el plano final en su desenlace me recordó a Aquarius de Michael Soavi, puede que sean paranoias personales, pero me encantó el guiño.El tridente de guionistas nos presenta una historia de lo más simple, pero -salvo Scream- ¿cuando un slasher ha sido complicado? En uno de esos pueblos donde nunca ocurre nada, un psicópata empieza a masacrar jóvenes, sacando fotografías a los (ya no tan bellos) cuerpos en posiciones que “homenajean” las instantáneas de un célebre fotógrafo sospechosamente similar a Terry Richardson.
En The Girl in the Photographs vemos una ligera sombra de Scream, pero sin artificios, ni sorpresas finales en el guión, de hecho no hay ninguna. Simon nos presenta un slasher sencillo y directo, donde lo único que importa es el reguero de sangrientas víctimas que deja tras de sí el inquietante asesino.
Totalmente contraria a Scream, conocemos la identidad del asesino de antemano bastante antes de llegar a su desenlace. La notable puesta en escena compensan toda carencia que podamos apreciar en ese aspecto. Junto con su sarcasmo y humor negro, hacen del conjunto un film dinámico y lo suficientemente entretenido.
Con buena iluminación que aprovecha las sombras muy efectivamente y sencillos encuadres en los planos, el asesino más tranquilo que hayamos podido ver en un slasher, acecha y juega con sus víctimas antes de atacar, de forma muy similar a Los extraños con Liv Tyler como protagonista.
Con elementos tan simples como una máscara y apariciones aleatorias, Simon provoca inquietud y tensión en el espectador. Con elementos tan poco grandilocuentes se consigue una sensación angustiosa.
De la vieja escuela de los 90
La originalidad de las muertes no brilla en el firmamento, pero los efectos especiales de la vieja escuela -si tienen algo digital, yo no he sabido verlo- van acorde con la estética de los noventa que se le imprime a la película, a pesar de menciones actuales como Instagram, a nivel técnico parece rodada en los 90.La película cuenta con un reparto más que correcto en el producto ofrecido. Destacando a un odioso Kal Penn (2 colgaos muy fumaos) en el papel de Peter Hemmings, fotógrafo de moda en las redes sociales.
Claudia Lee ( Kick Ass 2) la víctima fetiche del asesino, también muy correcta como scream queen. Y Toby Hemingway (Cisne Negro) como Ben, el inquietante asesino, que sin máscara, en menor medida, también nos inquieta su mirada perdida. La banda sonora compuesta por Nima Fakhara (The Signal) que funciona de maravilla en cada momento, resalta cualquier momento de tensión.
Una propuesta que nos devuelve a la adolescencia más tonta y disfrutable que hayamos podido tener viendo slashers. Olvidad que es una producción de Wes Craven, maestro de maestros, y disfrutad de la película sin esperar nada espectacular. Antes del visionado, yo había leído comentarios negativos, bajando mis expectativas frente a ella, y es lo mejor que me pudo pasar.