¿Volvemos a las producciones de terror de los 80? Porque la tendencia que se está viendo, apunta a que sí. Referencias varias e inequívocas de ciertos directores a coger ideas plasmadas años atrás, algunas de ellas no de tanto tiempo atrás, para meterlas en la licuadora e intentar sacar un producto innovador y respetable una vez batido todo. Esto, por ejemplo, es lo que han hecho Adam Wingard y Simon Barret, director y guionista respectivamente. Creadores estos de fragmentos de , y The ABCs of death, dejando al público amante al terror con un sabor no muy dulce pero tampoco amargo. Pero sí dando señas de un futuro esperanzador en este campo. Han aprendido bastante desde esos trabajos junto a otros realizadores y escritores, ya que el resultado de es superior y pueden apuntarse un tanto de tres puntos. Sin ser una genialidad, The Guest entretiene, engancha y hace disfrutar con algunas partes de su metraje. Aquí, esas referencias son muy claras a clásicos del terror como por ejemplo; (1978), de John Carpenter, o no de terror, pero con evidente parecido a (2011), de Nicolas Winding Refn, y por partida doble además. El carácter y manera de actuar del personaje principal y la música bailable ochentera, cargada de sintetizadores, hacen que no dejes de pensar en la maravillosa película protagonizada por Ryan Gosling.
The Guest, con una introducción pausada, cuidada, dando tiempo a conocer el terreno lo suficiente, y alimentado las ganas de un espectador con ganas de velocidad, agresividad y violencia, consigue lo que se propone. Director y guionista obtienen lo deseado otorgando la suficiente carga del metraje a un David (Dan Stevens), bordando este su papel y haciendo que la película gane muchos enteros. Demos las gracias, por supuesto, a un guión bastante trabajado.
David es un joven soldado que aparece un día en la puerta de la familia Peterson. Él afirma haber compartido unidad y amistad con el hijo de los Peterson, recientemente muerto en combate. La familia lo acoge temporalmente con ellos, ya que David no parece tener un sitio a donde ir. Y es que es muy fácil camelarse a una madre herida y afectada por la pérdida de un hijo en la guerra. Qué bonito ver que todo sale a la primera para nuestro sospechoso y enigmático invitado ¿Cuánto tardará en liarse la mari morena? Porque aquí, con únicamente cinco minutos de película, ya estás deseando que empiece la acción, que puedes, o no, imaginar por donde irá. El chico, aparentemente indefenso, sólo quiere cumplir dicha promesa. Suficiente para la madre. ¡Pero vale, bien! Los Peterson, en cuestión, llorando el fallecimiento de su hijo Caleb en Afganistán, son conquistados por este intruso y ni imaginan donde acaban de meterse. Porque pronto comenzarán una serie de sucesos a ocurrir, haciendo ver a la familia, quién es el verdadero David.
Sin medias tintas, una vez echada a rodar la amistad entre los Peterson y David, empezarán los ingredientes picantes de esta premiada cinta a hacer sus correspondientes efectos. Bien con las amistades de la hija mayor de la familia, como con los enemigos del pequeño, veremos al verdadero forastero y su cometido. Un militar altamente preparado, derrochando inteligencia, fuerza y mala baba que se esconde de la seguridad nacional. Ahora es cuando el espectador gozará de verdad y no dará crédito al cambio que todo da. Porque se disfruta y bien el trabajo de Wingard y Barret cuando se ponen violentos y sangrientos. Filmando y narrando un buen terror de suspense retenido todo el tiempo para ir dejándolo suelto es su momento debido.
Dos creadores a tener muy en cuenta. ¡Sin duda, una pequeña gran sorpresa este filme!