The guy next to you
Hay dos claves, que por obvias, no siempre se mencionan a la hora de formar un espíritu de equipo. La primera, y no siempre fundamental, es que los objetivos de la empresa estén alineados con los objetivos individuales, y la segunda, la confianza y el sentido de responsabilidad respecto al equipo.
Lo más normal es asumir que a un trabajador se le paga y punto, no hay que convencerle de nuestra visión, de los objetivos que tiene la empresa más allá de facturar. Es obvio que el dinero no compra lealtades, sino que es un intercambio monetario entre dos partes, si quieres que tu recurso más valioso se identifique con los objetivos de la empresa has de tratarlo como si fuera un cliente más. Hay que invertir en convencerlo, mimarlo, hacerle partícipe en la conversación alrededor de nuestra marca, en resumen, lo mismo que haríamos con un cliente, e incluso más porque al final son los que pueden elevar la calidad de nuestro producto a través de su esfuerzo y convertirse en presquiptor.
El segundo punto es el que me resulta más interesante, cuando un grupo de personas consiguen definirse como una sola, cuando el sentido de la responsabilidad respecto a los compañeros disipa cualquier tipo de duda sobre si tirar la toalla o seguir.
Ejemplos de esto los vemos en situaciones límites, donde el defraudar a tu compañero es el peor castigo que una persona podría tener, y donde no confías en nadie más que en tus iguales porque sabes que ellos se sienten igual y que pelearán por cada centímetro con tal de no ser señalado como vago.
Para conseguir este nivel de compromiso hay que crear equipos heterogénos, dónde cada uno de ellos sea el líder y a la vez sea complementos de los demás en otras áreas. Escenificar las situaciones posibles, someter a presión y eliminar a los sujetos que no están a la altura. Si, hay que despedir a personas porque una manzana podrida en un equipo puede corromper todo el espíritu del equipo. Es importante también darle su espacio para que se puedan autogestionar, el micromanagement no es un buen complemento para que se establezcan equipos fuertes.
En resumen, entrenar el equipo como una red de habilidades cruzadas entre personas, darles la responsabilidad y dejar que funcionen sin intervenir demasiado, más allá de dar objetivos para el siguiente semestre.
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