Un dibujante de comics (Michael Caine) pierde una mano en un desgraciado accidente que termina con su carrera e imprime una especial tensión en su matrimonio. Lenta y dolorosamente intenta acostumbrarse a su nueva realidad, pero una serie de extraños acontecimientos le dificultarán la tarea.
A siete años de haber dirigido su primer largometraje (“Seizure”, 1974), y con un Oscar bajo el brazo por el guión de “Midnight Express” (1978), Oliver Stone estaba listo para probar suerte nuevamente como director, en esta ocasión con la adaptación de la novela “The Lizard´s Tail”, del escritor Marc Brandell. En dicha novela, Brandell expresaba la frustración que le había causado su divorcio, todo en clave de terror psicológico. “The Hand” se centra en Jon Lansdale, el creador de un comic relativamente exitoso al cual le gusta trabajar recluido en una tranquila casa ubicada en el campo. Si bien su familia, compuesta por su esposa Anne (Andrea Marcovicci) y su hija Lizzie (Mara Hobel), vive con él, durante el último tiempo su esposa ha estado albergando el deseo de mudarse a Nueva York para así independizarse de su marido. Como es de esperar, esto provoca una serie de fuertes discusiones entre la pareja, las cuales tienen como consecuencia un accidente automovilístico en el cual Jon pierde una de sus manos, la cual finalmente no es encontrada. Desde ese momento, la vida del protagonista cambiará drásticamente, así como también su relación con sus seres más cercanos y su percepción de la realidad.
Aunque la ya quebrantada relación con su esposa se mantiene durante un tiempo a causa del accidente, inevitablemente la unión está ligada al fracaso. En gran medida, uno de los temas centrales de la película es la lucha de poderes existente en una relación entre un hombre y una mujer. Jon es un hombre sumamente controlador, que se ha acostumbrado a tratar a su esposa como su esclava, limitándola a satisfacer sus deseos y necesidades, siempre encerrada en el hogar familiar. El protagonista es un tipo misógino que ve a las mujeres como bellos objetos a los cuales puede controlar a sus anchas. Desde un principio resulta evidente que Lansdale es un tipo ególatra, que piensa que la vida gira en torno a él y a su trabajo, dejando en segundo plano a su familia. Es tal el amor que el protagonista profesa por su trabajo, que se niega rotundamente a aceptar el suculento sueldo que le ofrece la editorial para la cual trabaja por los derechos de su personaje, aún cuando con esto puede arreglar la difícil situación económica en la que se encuentra su familia luego del accidente.
Teniendo esto en cuenta, Stone nos plantea la siguiente pregunta: ¿Qué sucede con Jon cuando su esposa decide embarcarse en su propia aventura? Obviamente, la tensión de la pareja va en aumento, así como también va en escalada la inestabilidad emocional del protagonista. Esto no deja de ser un punto importante, ya que en cierto momento de la cinta se sugiere que la mano se mueve impulsada por la ira albergada en Jon. Es cuando este se enfrenta a situaciones estresantes, que sus deseos más oscuros salen a flote, otorgándole poder a la mano. Lo que es aún más interesante, es el hecho de que Stone juega con la posibilidad de que los sucesos paranormales no sean otra cosa más que el producto de la perturbada imaginación del protagonista, idea que refuerza filmando en blanco y negro algunas de las escenas en las que la mano entra en acción (resaltando el onirismo de la situación). Tal y como sucede en el relato de Jekyll y Hyde, “la mano” vendría a representar al alter ego del personaje de Caine, mediante el cual él realiza todos los actos que este reprime en su vida diaria.
A sabiendas que una mano asesina no es precisamente aterradora, Stone de manera inteligente la mantiene oculta durante gran parte del film, limitando su aparición a unas pocas escenas claves. De esta forma, el director no sólo impide que la historia se vuelva involuntariamente graciosa, sino que refuerza aún más la teoría de que la mano física realmente no existe, y que esta es solo una proyección mental que el protagonista utiliza para limitar sus crímenes a su subconsciente. Dicho sea de paso, las manos mecánicas utilizadas en la cinta fueron creadas por el técnico de efectos especiales italiano Carlo Rambaldi. Durante la etapa de producción de la película, comenzó a correr el rumor que de las ocho manos mecánicas que había construido el italiano, cuatro habían fallado, por lo que el director se vio en la obligación de reclutar a Stan Winston y Tom Burman. Sería el mismo Stone quien saldría al paso de dicho rumor declarando que, “hubo pocos problemas con la mecánica de las manos; era su superficie lo que requería un cuidado especial. Carlo trabajó tanto tiempo en el aspecto mecánico, que terminó dándole poca importancia al maquillaje”.
Esta película no funcionaría de la forma en que lo hace, si no hubiese contado con Michael Caine como protagonista. Aunque el actor ha declarado en más de una ocasión que solo aceptó este papel para pagar la construcción de un garaje, su interpretación es digna de un verdadero profesional. Caine retrata de manera perfecta la evolución de su personaje, quien comienza como un tipo tranquilo aunque igualmente posesivo, para terminar convertido en un hombre completamente paranoico y amargado, que no duda en expresar el odio que siente hacia las mujeres. El resto del elenco también realiza un buen trabajo, pero sin duda es Caine quien se lleva todo el peso de la historia. Por otro lado, el film cuenta con el estupendo trabajo de fotografía de King Baggot, y la atmosférica banda sonora de James Horner. Ambos elementos son de vital importancia en una cinta que se apoya bastante en el suspenso clásico, dejando a la violencia gráfica en un segundo plano (de hecho, la escena más violenta de la película es aquella en la que el protagonista pierde su mano).
Indiscutiblemente, la efectividad de “The Hand” reposa mayormente sobre los hombros de Michael Caine, quien me atrevería a decir que da vida a uno de los villanos más memorables del cine de terror de los ochenta. La historia si bien no es del todo original, presenta un par de vueltas de tuerca que resultan ser bastante interesantes, a lo que se le suma un final que queda a la libre interpretación del espectador. En más de un sentido, esta película se asemeja bastante a la cinta de Stanley Kubrick, “The Shining” (1980). Tenemos a un padre al borde de la locura, que ha comenzado a cansarse de su vida, tiene arranques violentos en contra de su esposa, y que termina viviendo en un sitio completamente aislado. En definitiva, “The Hand” es una película injustamente subvalorada, básicamente porque se aleja bastante del resto de las obras de Oliver Stone. Sin embargo, la verdad es que estamos ante una buena cinta de terror psicológico que sin duda vale la pena revisar.