Revista Cultura y Ocio

The Hole 2

Publicado el 20 enero 2014 por Juliobravo
The Hole 2No me sedujo mucho «The Hole» cuando lo vi, en el teatro Calderón (hoy Häagen-Dazs), hará un par de años. No ayudó mi asiento, en un lateral del escenario (eran las butacas-oro), donde se tenía una perspectiva muy limitada del espectáculo. Fue, además, en una de las funciones previas, todavía faltas de ritmo y con Paco León todavía muy comedido en su papel de maestro de ceremonias. Así que le debía a este espectáculo otra oportunidad.
«The Hole» se presenta ahora en el teatro de La Latina, muy reformado, con Álex O'Dogherty como maestro de ceremonias (este mes de enero ha compartido papel con Fernando Gil); Víctor Conde, el director, se ha referido a él como un espectáculo mucho más cercano al mundo de la revista -en homenaje al teatro que lo acoge, feudo durante años de la inimitable Lina Morgan-. Los géneros hoy en día tienen las fronteras cada vez más difuminadas, pero la historia de cuernos que va atravesando el espectáculo, las lentejuelas, la «verdura» de los chistes y sus dobles intenciones nos acercan a ese universo arrevistado... Ah, y la celebración, recién comenzada la segunda parte, de un bingo, con el premio de un jamón (nada hay más español).
«The Hole 2» es un espectáculo de cabaret familiar; no porque pueda acudir toda la familia, no está pensado con esa intención, sino por el elenco, más parecido al de un cabaret portátil de provincias que a una superproducción de la capital (me refiero a sus pretensiones, no a su calidad). Está vertebrado en torno al guión que desarrolla Álex o'Dogherty -un sobresaliente y esforzado maestro de ceremonias-, en líneas generales muy ingenioso, aunque haya algún parlamento excesivamente largo e innecesariamente «sentimental». Y en torno a él se agrupan los números de corte circense (entre lo simplemente correcto y lo francamente notable), los strip-tease, los números cómicos y las canciones, brillantemente interpretadas por María Adamuz, un lujo para este espectáculo.
Hay espacio para la (mucha) participación del público, cómplice necesario de un espectáculo que busca su integración y que lo convierte en su piedra angular en muchos momentos, contagiándose de su anhelo de diversión y contagiándolo a su vez de su espíritu coñón.

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