Los primeros testimonios datan de finales de los años 40 en algunas zonas de Londres y Southampton. Pero el fenómeno más famoso, y que le da nombre, ocurre en Bristol, en 1979. Unas 800 personas dicen escuchar un ligero pero molesto zumbido – The Hum – cuya procedencia no podían explicar. Lo describen como un motor diesel al ralentí.
El Bristol Hum es un sonido de baja frecuencia, es persistente y se capta sobre todo a partir de la medianoche y durante varias horas de la madrugada, tal vez porque el silencio habitual permite una mejor escucha. Se circunscribe geográficamente; al alejarse de la zona afectada, desaparece.
Pero el asunto no acaba en Bristol. The Hum se vuelve a escuchar en Escocia durante los 80 y en Taos (Nuevo México) en 1992. Resurge en Kokomo, Indiana, en 1999, en diferentes lugares de Canadá en 2009 o en Woodland, Inglaterra en 2011. Posteriormente en Irlanda y Nueva Zelanda, y el fenómeno siguen ocurriendo en otros lugares
En algunos casos se ha llegado a localizar la causa y el foco. En otros, todavía es desconocido.
En todos esos lugares las características del misterioso zumbido son parecidas. Una especie de motor persistente que ensucia el silencio de la noche. Pero no lo capta todo el mundo, aunque sí una parte significativa de la población, con porcentajes variables del 2 al 12 por ciento. Aunque en los casos más sonados (con perdón) como Taos o Woodland, ese porcentaje crece sensiblemente. Afecta a todos por igual, pero parece que las mujeres son más sensibles que los hombres y los ancianos más que los jóvenes.
No es algo agradable, sus víctimas lo sufren. Curiosamente se percibe con más claridad e intensidad en recintos cerrados que al aire libre y algunas personas notan hasta una ligera vibración. Hay quien se queja de dolores de cabeza, mareos y alteraciones del sueño. “Escuchas ese sonido palpitante en el fondo y ya sabes que no vas a conciliar el sueño. Te pones a dar vueltas y cada vez estás más agitado”, declaró una víctima del fenómeno en Leeds.
La gran pregunta es ¿de dónde viene el zumbido? El misterio aquí no está en la falta de explicación, sino en que hay muchas pero ninguna convincente para todos los fenómenos. Para empezar es posible que todos los zumbidos no tengan las mismas causas.
En algunos casos, como el de Kokomo, sí se pudo identificar el origen: unas torres de refrigeración de una fábrica de la Chrysler y un compresor de aire de la factoría Haynes.
Descartadas en este blog, por principio, las explicaciones ikerjimenecianas (naves extraterrestres o señales del inframundo) aún nos quedan un montón de causas del sacadas de sesudos tratados científicos. A los lugares donde brota el zumbido no solo acuden los amantes de lo paranormal y las teorías conspiranoicas, sino brigadas de investigadores con sus estudios al día y cargados de aparatos caros de fabricación alemana.
Acúfenos y explicaciones geológicas
En un primer momento se sugirió un origen patológico, los acúfenos, explicación que se dio, por ejemplo, en el famosos caso de Taos. Los acúfenos nos crean la sensación de escuchar un zumbido que solo existe en tu cabeza. El sonido puede ser continuo o intermitente y se escucha con mayor intensidad en el silencio de la noche. El problema de esta explicación es el elevado porcentaje de oyentes con capacidades auditivas normales que lo podían oír en un área determinada y dejaban de escucharlo al alejarse. Además, personas con acúfenos que habitaban las zonas afectadas aseguran que The Hum emite un zumbido diferente al provocado por su patología.
Taos (Nuevo México)
Por si fuera poco, los investigadores de la Universidad de Nuevo México desplazados a Taos pudieron grabar dicho sonido. Por tanto, un sonido real, a 66 hercios en este caso, que hacía la explicación de la tinnitis “altamente improbable”. O, como decía un testigo en Woodland, “viene, definitivamente, de fuera, está en el aire, por todas partes, como un ruido de fondo que vibra a través de los muros de la casa”.
En 2009 una revista especializada descubrió que la colisión de grandes olas en los fondos marinos producen una vibración constante que se expande y genera un zumbido de unos 10 milihercios. El problema aquí es que ese fenómenos se da en las costas americanas del Pacífico, lo que no nos sirve para Bristol, Woodlabd y otros lugares.
Otros investigadores achacan la causa del ruido a sonidos de tipo geológico, pero tampoco existen, a día de hoy, pruebas concluyentes. Otras explicaciones, que rayan la conspiranoia, sería el uso de nuevas armas o sistemas de comunicación experimentales de los ejércitos. No dejan de ser razonables si observamos la historia y vemos que el avance tecnológico ha sido generalmente empujado por el ámbito militar, y ha sido mucho después cuando han llegado a conocimiento y disfrute civil. ¿Quién sabe lo que están probando ahora mismo los ejércitos más avanzados? De todas maneras esta interpretación nos lleva al punto de partida: El Zumbido sigue sin una explicación definitiva.
Así que, mientras los casos se suceden cada cierto tiempo y a la espera de una respuesta científica satisfactoria solo nos queda darle la razón en este caso a Iker Jiménez y reconocer que todavía hay fenómenos extraños y misteriosos sin resolver a nuestro alrededor.
Anda que como tengan razón los que creen que es una espacie de quejido de la Tierra ante nuestra agresión constante y le llaman al zumbido “Las trompetas del Apocalipsis”…
Yo no me voy a poner tan estupendo y dejo los apocalipsis para acompañar a las palomitas, pero si te paras a pensar en pájaros que se desorientan, en la desaparición de colonias enteras de abejas y en esto del ruido, la cosa tiene su aquél. “Si recibimos niveles tan elevados como los que recibimos es que, necesariamente, hay algún tipo de actividad que estamos pasando por alto”, asegura un científico en ésta noticia. “A partir de este momento creo que el problema va a ser de los ingenieros y los políticos”.
Pues como los ingenieros estén pagados por Goldman Sachs y los políticos… en fin, seguro que nos enteramos de la verdad. Pero seguro.
Los habitantes de Pompeya no sabían que el Vesubio no era una montaña sino un volcán y ahí estaban, tan felices. No como ahora, que sí se sabe, y por eso en sus faldas vive mucha más gente que antes. Aunque si te paras a pensar, no tengo claro si eso es un síntoma de estupidez o una forma más elevada de sabiduría. Lo digo en serio.