¿Cuál es la diferencia entre una verdad y una mentira? A simple vista la respuesta parece sencilla, pero claro, estamos dando por hecho que sabemos cuando algo es verdad y cuando no lo es. Por ejemplo, si digo que he visto un perro volando, todos sabemos que no es verdad. ¿Qué sucedería si la diferencia entre verdad o mentira estuviese en nuestro propio criterio y razonamiento? Esta interesante cuestión es la que se me plantea tras haber visto ‘The Hunt’.
He aquí el perfecto ejemplo de película sutil en la acción que guarda todo su impacto en la propia historia mientras atraviesa los ojos del espectador. Thomas Vinterberg se hace con su desgarradora batuta “dogmática” y dispone a toda la orquesta fílmica para el recital. El director no pierde el tiempo con un planteamiento enrevesado ni nada así, el argumento es claro y conciso; no obstante, Vinterberg tiene el suficiente talento para presentarnos a Lucas (interpretado magistralmente por Mads Mikkelsen) con la suficiente distancia como para conocerle sin juzgarle.
El personaje trata de recomponer su vida tras el divorcio de su mujer a la vez que pelea por la custodia de su hijo, además, comienza un nuevo trabajo en una escuela infantil en la que está Klara, la hija de su mejor amigo a la que le une el lógico afecto por este hecho.
El artífice de ‘Festen’ y percusor del movimiento “Dogma” no tiene tiempo que perder; tampoco tiene intención de arrancarse por bulerías hollywoodienses. Sin embargo, prende la llama con un hecho inconsciente, una mentira que no es verdad (en esta frase mis años de estudios de ingeniería). A partir de aquí creo que mi espalda ha permanecido en un estado levitativo a un palmo del respaldo de la butaca.
Desde este punto, la paciencia casi nórdica del director aparece en cada mirada, en cada gesto o palabra. Una grave realidad se instala en la suave brisa que se había respirado hasta ese momento. La verdad o la mentira pasan a un plano aparte de los ojos del espectador. El aire que se respira se nota ahora tenso por lo que muestran las imágenes.
Quiero indicar las cuatro veces que me he mordido la lengua en el párrafo anterior; es complicado no destripar algún aspecto de esta genial película. La historia tiene tanta miga que cualquier persona debería hacerse con una buena garrafa de agua como las de antaño para poder digerir cada instante que trasciende maravillosamente a lo largo de la trama. Vinterberg juega con la verdad y la mentira como un niño.
Una idea, errónea o no, puede hacer cambiar el parecer de cualquiera. La verdad es tantas veces relativa que asusta. ‘The Hunt’ son casi dos horas de verdad cinematográfica, aunque quizás sólo sea producto de mi imaginación…