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'The Imitation Game (Descifrando Enigma)': El cerebro computacional

Publicado el 10 enero 2015 por Muchcine @muchcinecom
'The Imitation Game (Descifrando Enigma)': El cerebro computacional http://www.muchcine.com/2015/01/the-imitation-game-descifrando-enigma.html 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)': El cerebro computacional Sinopsis Durante el invierno de 1952, las autoridades británicas entraron en el hogar del matemático, analista y héroe de guerra Alan Turing, con la intención de investigar la denuncia de un robo. Al final acabaron arrestando a Turing acusándole de “indecencia grave”, un cargo que le supondría una devastadora condena por una ofensa criminal: ser homosexual. Los oficiales no tenían ni idea de que en realidad estaban incriminando al pionero de la informática actual. Liderando a un heterogéneo grupo de académicos, lingüistas, campeones de ajedrez y oficiales de inteligencia, se le conoce por haber descifrado el código de la inquebrantable máquina Enigma de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Ficha Técnica Países: Reino Unido y USA Año: 2014 Duración: 114 min Género: Biopic, drama, thriller Dirección: Morten Tyldum Interpretación: Benedict Cumberbatch (Alan Turing), Keira Knightley (Joan), Matthew Goode (Hugh), Mark Strong (Stewart), Allen Leech (John), Charles Dance (Denniston), Rory Kinnear (detective Robert) Guión: Graham Moore Producción: Nora Grossman, Ido Ostrowsky y Teddy Schwarzman Música: Alexandre Desplat Fotografía: Óscar Faura Montaje: William Goldenberg Diseño de producción: Maria Djurkovic Vestuario: Sammy Sheldon Differ 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)': El cerebro computacional
Crítica En “El juego de la imitación”, Alan Turing sentaba las bases de lo que debía cumplir un organismo cibernético inteligente. Un humano a un extremo. Una máquina y otro humano al otro. El humano debe determinar quién es el humano y quién la máquina. Si se equivoca, el organismo puede ser catalogado como inteligente. El autor ya esgrimía entonces lo que hoy en día conocemos como computadoras, y a largo plazo, lo que en el futuro posiblemente veamos como algo cotidiano, la inteligencia artificial conviviendo con la humana. En una escena de “The Imitation Game” –de nuevo un minuto de silencio por los traductores de los títulos en España-, Turing se sienta al otro extremo de una mesa y habla a su entrevistador de su experimento mental. Sólo una mente computacional como la del criptógrafo inglés podía ser capaz de vencer a otra máquina, en este caso una que ayudara a los ingleses a ganar la guerra contra los escurridizos alemanes. Retraído, poco experto en relaciones sociales, lógico y matemático. Justo como ese Christopher destinado a vencer a la máquina Enigma y ganar así la guerra contra los alemanes, un organismo formado por cables de cobre y bobinas que había nacido como recuerdo de una persona de vital importancia en la vida del científico. De nuevo, humanos y máquinas confundiéndose entre sí. Y no podía ser interpretado por otro actor que no fuera Benedict Cumberbatch, un intérprete que ha hecho de su rostro de replicante su mejor baza para la actuación. No hay más que ver la serie “Sherlock”. Él es lo mejor de “The Imitation Game”, una producción típicamente británica que trata de relatar el triunfo sobre Enigma de un genio meticuloso y obsesivo. Y a su vez da viajes hacia el futuro, una vez acabada la guerra, y hacia el pasado, cuando era un niño. Y simultáneamente trata de tocar muchos más palos como la homosexualidad en la reprimida Inglaterra de mediados de siglo, la dualidad hombre-máquina o la personalidad y parte de la biografía de su personaje protagonista. Lo intenta, porque la película de Morten Tyldum no consigue destacar en ninguna de sus vertientes narrativas. No pasa de la corrección ni siquiera en su realización, su guión, su banda sonora, su fotografía… o en sus interpretaciones. Porque que Cumberbatch se erija como lo mejor de la función no significa que esté sobresaliente. Todo el reparto está correcto, como el film en sí, incluido él. No hay escenas para el recuerdo, no hay momentos grandiosos ni mágicos. Es como si una máquina se hubiera hecho cargo de la dirección y haya eliminado cualquier atisbo de emoción, tanto hacia el público como a la hora de filmarla. Un juego interesante fruto de un cerebro computacional, pero que no pasa de ahí, de ser interesante y funcional. Me pregunto si pasaría el Test de Turing. NOTA: 6 sobre 10
Gerardo Medina Pérez Compartir Votar esta anotación en Bitácoras.com Publicado por

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