Revista Cine

The Independent

Publicado el 22 abril 2013 por Nacho_c

Recuerdo cuando España era la “cabeza de león” de la publicidad gracias a la creatividad. Década de los 80 y parte de los 90, en un principio campañas míticas de genial sencillez creativa y luego presupuestos holgados, cómodos, con los que se podía producir, vivir y ser respetado en tu trabajo. La mayoría de ello ha desaparecido y queda poco más que juniors donde había seniors y cambios de montaje vía email.

La peli del Independent tiene el espíritu de la creatividad de aquella época. Un mensaje sencillo, unívoco, contundente, pero con un rodeo. No se trata de 10 segundos de cartela, “el logo más grande” y guidelines de marketing sobre colores y tarifas. Quizás sea por el blanco y negro en relación con el “negro sobre blanco” por lo único por lo que se les pueda acusar de corporativos e intentando hacer un esfuerzo y no pensar que es una opción del realizador. Eso es todo.

Una voz profunda y directa nos golpea continuamente en una letanía que recuerda la prohibiciones de cuando éramos niños por nuestro propio bien, prohibiciones de adolescentes por nosotros y por la sociedad, prohibiciones de adultos por las normas, por nuestra salud, por nuestro bienestar físico y mental. Prohibiciones por salirse de los cánones sociales, estilísticos, estéticos y éticos, por el bien de todos, por el bien tuyo. Adoctrinamiento, adocenamiento, acartonimiento. Hasta la bofetada final, la última frase, el cambio de tono, el descubrir que el final del camino es la muerte intelectual.

Camino por el Retiro y veo un árbol. Precioso, realmente singular. En los pocos minutos exactos del día en los que el sol ilumina su belleza como si fuera un director de fotografía inspirado. Unos preadolescentes alrededor sólo saben apreciarlo intentando arrancar unas hojas de las ramas más bajas y rompiendo la corteza. La necesidad de crear, de expresar esa capacidad innata del hombre es irrefrenable y, en la mayoría de los casos, la destrucción es la manera más rápida de sentir que se es capaz de hacer algo salido de lo más profundo de nuestros instintos creativos con nuestras propias manos. Una lástima.

Grand Prix de Cannes en 1999 en el mismo año del celebérrimo y de dudoso gusto “Whassup”, de la agencia Lowe Worldwide, producido por Helen Langridge y dirigido por Rob Sanders. Los encuadres, la fotografía, el ritmo, la sencillez y la traslación en imágenes de un guión de apenas un párrafo. Genial y apabullante “DON’T EXIST”.


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