Hay algo en esta película tan inquietante que no se va cuando llega el final. Al contrario: se acrecienta. No sé si es la sonrisa del protagonista, su papel que navega constantemente entre lo onírico y lo jodidamente real, sin que llegues a saber en ningún momento dónde está ni dónde estás tú.
Quizás lo más absurdo de este peliculón, que no se puede llamar de otra manera porque una película que da tanto que hablar tiene que ser por narices buen, pues quizás lo más absurdo es que en la traducción latina la llaman “El Guasón”. Toma ya.