Seth Gordon ( Cómo acabar con tu jefe, Por la cara) creó en 2007 uno de los documentales más originales, extraños, tiernos y espectacularmente representativos de la cultura y la sociedad estadounidenses que existen: The King of Kong: a Fistful of Quarters (de aquí en adelante: The King of Kongs). The King of Kongs parte de los récords mundiales en videojuegos clásicos que registra la asociación Twin Galaxies (con sus árbitros y todo) y de uno de los mayores jugadores de todos los tiempos (aparte de exitoso empresario), Billy Mitchell, que ostenta las mayores puntuaciones en juegos como Pac-Man, Donkey Kong, Donkey Kong Jr. o Burger Time. Sin embargo, su récord mundial en Donkey Kong (el primer videojuego en el que apareció Mario) se vio amenazado por un humilde y familiar profesor de matemáticas, Steve Wiebe, el cual (como indican las normas de Twin Galaxies) grabó su puntuación en vídeo y lo envío a la asociación.
A partir de aquí, en The King of Kong se desenvuelve una historia de ambición, de competitividad, de mal perder, de tráfico de influencias, de desdén ante la humildad... en torno a un videojuego y la mayor puntuación posible. Suena a chiste pero no lo es, porque la historia que nos cuenta The King of Kong, la de Steve Wiebe contra Billy Mitchell es la de David contra Golliat, la de la pequeña empresa contra la gran corporación, la de la esperanza y la ilusión contra la arrogancia y la prepotencia. A lo largo de sus ochenta minutos de duración, en The King of Kong nos encontramos con una realidad desconocida para la inmensa mayoría de la gente: aquella en la que los videojuegos, clásicos o no, son si no una forma de vida si algo mucho más que un simple entretenimiento; donde hay grandes jugadores de juegos que esperan su momento de llegar a la pantalla asesina de algún clásico, donde árbitros honrados terminan por reconocer sus errores y donde el espíritu capitalista campa a sus anchas.
The King of Kong es un viaje teñido de la magia que conllevan los videojuegos pero salpicado con la inquina del mundo adulto, político y empresarial. Un viaje que va del estado de Washington a New Hampshire (donde se encuentra el Funspot Family Fun Center, el llamado Museo de los Videojuegos Clásicos) y a Miami; un viaje lleno de decepciones, de testimonios singularísimos y pintorescos, de actitudes sorprendentes en un mundo en apariencia inocente y, como todo el mundo mal piensa, banal. Un viaje, en definitiva, en el que nadie esconde lo que es, nadie maquilla sus intenciones, su verdadero rostro, que termina por sacar a relucir la dualidad existente (en casi todos los aspectos de la vida) en los Estados Unidos de América. Un viaje que, pese a lo que pueda parecer en un primer momento, logra conmover. No creas que The King of Kong te dejará indiferente, porque te sorprenderás mucho, tanto si te gustan los videojuegos como si no, y hasta te emocionarás.
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