Alex Rogan (Lance Guest) es un adolescente que escapa de su monótona rutina jugando a un videojuego llamado Starfighter. Su habilidad y tenacidad atraen a un amable extranjero llamado Centauri (Robert Preston), que en verdad resulta ser un extraterrestre. Sin previo aviso, Alex es transportado hasta un lugar lejano de la galaxia, para participar en un escuadrón intergaláctico cuya misión es detener a un ejército alienígena que pretende conquistar toda la galaxia.
El éxito del film “Star Wars” (1977) no solo tuvo un gran impacto en el cine de ciencia ficción de la década de los ochenta desde el punto de vista temático y estético, sino que también generó un creciente interés por parte del público y la industria hollywoodense por el género. Por este motivo, durante los años subsiguientes a su estreno, surgieron numerosos clones de la obra de George Lucas, cuyo principal objetivo era sacarle el máximo provecho a esta nueva fiebre por el cine de ciencia ficción. Es precisamente dentro de este grupo de producciones que se encuentra “The Last Starfighter”, cinta dirigida por Nick Castle y escrita por Jonathan R. Betuel. Sin embargo, el popular clásico de la ciencia ficción no sería la única fuente de inspiración del film de Castle. Para 1984, Norteamérica ya llevaba algunos años experimentado el auge de la llamada “Cultura del Videojuego”, la cual nació en 1978 tras el éxito del juego “Space Invaders”. La fascinación experimentada por jóvenes y adultos con las entonces novedosas máquinas de videojuegos, sería en gran medida la razón por la cual la industria hollywoodense eventualmente fijaría su mirada en este nuevo movimiento, y consideraría la posibilidad de utilizar computadoras cada vez más avanzadas para confeccionar nuevas aventuras cinematográficas. Fue así como junto a “TRON” (1982), “The Last Starfighter” se convirtió en una de las primeras películas en utilizar gráficos generados por computadora (CGI) como parte de sus efectos especiales, los cuales en el caso del film de Castle, buscaban recrear diversas naves espaciales y algunos de los increíbles escenarios en los que transcurre la historia.
En “The Last Starfighter”, Alex Rogan es un adolescente que sueña con hacer algo más con su vida que solo reparar cosas en el parque de remolques en el cual reside. Para empezar, desea ir a la universidad, pasar más tiempo con su novia Maggie (Catherine Mary Stewart), y escapar de la aburrida rutina de la vida pueblerina. Con el fin de abstraerse de su entorno y de sus problemas, Alex se dedica a jugar un videojuego llamado “Starfighter”, cuya experticia en el mismo le ha valido obtener el estatus de pequeña celebridad entre sus vecinos. Una noche, tras recibir una mala noticia, Alex supera el puntaje máximo del videojuego, ganándose no solo la adoración de sus vecinos y familiares, sino que también del desarrollador del juego, un extraño hombre llamado Centauri, quien de improviso aparece en el hogar del adolescente. Es así como Alex no tarda en enterarse de que ni Centauri ni el juego son de este planeta. De hecho, el juego fue diseñado como una prueba de habilidad cuya única finalidad es reclutar a los mejores pilotos estelares de la galaxia, para que se unan a los esfuerzos de la Liga Estelar por defender la Frontera del rebelde Xur (Norman Snow) y de la venerable Armada Ko-Dan. Aunque en un principio Alex se niega a convertirse en uno de los guerreros de la Liga Estelar, diversas circunstancias lo obligan a reconsiderar sus opciones y a embarcarse en una lucha desesperada a bordo de una nave de combate en compañía de un alienígena llamado Grig (Dan O´Herlihy).
Evidentemente, las similitudes entre “The Last Starfighter” y el popular universo creado por George Lucas son numerosas. Por ejemplo, Alex Rogan al igual que Luke Skywalker, pasa de ser un adolescente asentado en un punto lejano y prácticamente olvidado por el resto de la sociedad, a ser la única esperanza de la galaxia en su batalla contra una poderosa fuerza militar alienígena. Al mismo tiempo, ambos se ven influenciados por un personaje que hace las veces de figura paterna, la cual en este caso es encarnada por Centauri, a la hora de tomar una decisión que marcará el resto de sus vidas. Más allá de una falta de originalidad que afortunadamente no afecta el resultado final, el gran mérito del director Nick Castle en “The Last Starfighter” es su capacidad de hacer palpable la pasión puesta en el film y en sus personajes, lo cual permite que el espectador participe activamente alentando al protagonista y a sus amigos en su aventura interplanetaria. En gran medida, son los protagonistas los que convierten al film en algo memorable; no solo se trata de personajes cándidos y honestos que rápidamente despiertan la empatía del espectador, sino que además el hecho de que sean poseedores de problemas, esperanzas y sueños, evita que se conviertan en meros arquetipos y pasen a ser personajes con los cuales es sencillo identificarse, provocando que la audiencia realmente se interese en el posible resultado de la increíble aventura en la cual se han visto envueltos de manera accidental.
Como se menciona anteriormente, uno de los motivos por los cuales “The Last Starfighter” se distinguió en su momento, fue por el uso de innovadores efectos especiales generados por computadora (CGI), lo cual ya había sido realizado con anterioridad por el director Steven Lisberger en el film “TRON” con bastante éxito. A diferencia de “TRON”, donde se utilizó CGI para recrear el mundo electrónico de las computadoras, en “The Last Starfighter” Nick Castle quiso utilizar esta nueva herramienta para recrear el espacio y diversos vehículos espaciales entre los que se destaca la nave de combate Gunstar, utilizada por el protagonista en su batalla contra la Armada Ko-Dan. De esta forma, el director estaba convencido de que podría distanciarse de lo visto a nivel de efectos especiales en los films de George Lucas, otorgándole a su obra la oportunidad de brillar por méritos propios. Para lograr dicho objetivo, fue contratada la empresa Digital Productions, la cual en el último tiempo había estado tratando de crear efectos CGI lo más realistas posibles mediante la utilización de la supercomputadora Cray X-MP, cuyo valor era de aproximadamente 15 millones de dólares y cuyo peso era de 15.000 toneladas. Lamentablemente para los involucrados en la producción, la tecnología de aquel entonces funcionaba a una velocidad bastante lenta pese al increíble tamaño de la computadora, por lo que el tiempo establecido inicialmente para crear los modelos tridimensionales resultó ser insuficiente. Las presiones del estudio terminaron por obligar al director a simplificar los efectos visuales, lo que de todas formas no impidió que la supercomputadora en varias ocasiones amenazara con descomponerse a causa del exceso de trabajo al cual estaba siendo sometida.
En el campo de las actuaciones, el elenco en general realiza un estupendo trabajo. Lance Guest personifica de gran manera a un adolescente que busca su lugar en el mundo, lo cual se vuelve una tarea mucho más compleja cuando descubre que la beca a la cual había postulado para ingresar a la universidad fue rechazada. Igual de destacable resulta ser su interpretación de Beta, un androide capaz de imitar las características físicas de Alex, el cual es dejado en la Tierra para cubrir la ausencia momentánea del protagonista. Especialmente divertido resulta ser su proceso de adaptación al comportamiento terrícola, y sus desacuerdos con Maggie quien es incapaz de darse cuenta que el joven que ahora la acompaña no es realmente su novio. También es necesario destacar la actuación de Dan O´Herlihy, que interpreta al amigable compañero de combate de Alex, y a Robert Preston, cuya interpretación de Centauri se asemeja bastante a su papel del “Profesor” Harold Hill en la cinta “The Music Man” (1962). En cuanto al aspecto técnico de la producción, la banda sonora compuesta por Craig Safan aparece como uno de los puntos altos del film, ya que resulta ser energizante y edificante por partes iguales. Otro de los elementos destacables de la cinta es el diseño de producción de Ron Cobb, quien previamente había creado diversos diseños para las películas “Star Wars” y “Alien” (1979), entre otras. Teniendo en cuenta sus trabajos anteriores, no resulta extraño que la nave de combate Gunstar, que sin lugar a dudas se convierte en el símbolo más recordado del film, guarde un innegable parecido con el X-Wing de “Star Wars”.
Aun cuando los efectos especiales que presenta la película hoy en día pueden parecer algo primitivos, mantienen un encanto que encaja perfectamente con el tono de la historia, y lo que es más importante, continúan siendo memorables por aquello que representan. Resulta innegable que “The Last Starfighter” causó un impacto en la industria cinematográfica de la década del ochenta, el cual se extendió durante parte de los años noventa. Desde el estreno del film de Nick Castle, el constante avance tecnológico ha permitido la creación de efectos visuales que ostentan una perfección impensada, los cuales han servido para que diversos directores plasmen en la pantalla grande sus más alocadas fantasías de manera realista. Lo que es verdaderamente increíble con respecto a “The Last Starfighter”, es que no solo se trató de un vehículo de prueba para lo que posteriormente sería la utilización de efectos visuales generados por computadora en el cine, sino el hecho de que el principal objetivo del director siempre fue relatar una historia dominada por un cierto grado de ingenuidad y ternura, donde los efectos especiales están al servicio de la misma. Es gracias a eso que pese al paso de los años, la cinta ha sabido superar su falta de originalidad y lo anticuado de sus efectos especiales, para convertirse en una obra memorable dentro del género de la ciencia ficción, cuya principal virtud es reforzar la idea de que nada es imposible en la medida que nosotros seamos capaces de seguir nuestros sueños sin importar lo increíbles que parezcan.
por Fantomas.