Revista Cine
Director: Alfred Hitchcock
Segunda parte de este programa doble centrado en los inicios de Hitchcock que viene a dar inicio a este 2016 que no se quiere acabar. Después de haber dirigido "The Pleasure Garden", su opera prima, Hitchcock entra de lleno en lo que más fama le ha otorgado: el suspenso. "The Lodger" es un interesante ejercicio cinematográfico que, les digo de inmediato, es imperdible para ir entendiendo el cine del reputado director, o al menos para conocerlo, claro.
En la ciudad de Londres hay un asesino en serie que anda matando puras jovencitas rubias y con rulos y, desde luego, asustando a una población cada vez más sugestionada. En este contexto, un extraño y sospechoso hombre llega a hospedarse a una especie de hotel en el cual, justamente, vive una joven rubia y con rulos, y donde además también se la pasa un policía enamorado de la chica que anda investigando el caso. La atracción, las mentiras y las sospechas estarán a la orden del día.
Con "The Lodger" Hitchcock demuestra y adelanta su habilidad para acentuar el misterio y la sugestión, para manejar la tensión a antojo y, eventualmente, dejar caer el mazo sobre los despistados espectadores, y es que, supongo, para elevar la cualidad turbia e impactante de un elemento o mecanismo, es preciso contrastarlo con otro foco de inocencia e ingenuidad: todo trata de ser y parecer, mostrar y sugerir, apuntar y omitir. La labor de Hitchcock es mucho más sutil y rebosa más matices de lo que podría parecer en un principio, lo que va mucho más allá de un bien delimitado y construido argumento/guión (con sus trucos, despistes y muy efectivos anuncios), pues ya podemos notar una contundente capacidad para la puesta en escena y las posibilidades expresivas de la imagen. Ponerme a enumerar dichas posibilidades sería banal e inútil, pues además de numerosas, en su mayoría ya no las recuerdo a la perfección, toda vez que se aprecian mucho mejor en el momento en que surten efecto, por lo demás tampoco es la gracia matar la sorpresa o restar valor a un mecanismo narrativo describiendo por completo su funcionamiento antes de ser visto siquiera (la gracia es ir descubriendo in situ las virtudes narrativas de los artistas). Nuevamente Hitchcock funde en una sola entidad un relato romántico (con el tercero en discordia, la reticencia inicial, etc.) con un relato criminal (pistas, casualidades, actividades raras), salpicando al conjunto de un exquisito y negro sentido del humor que se suma al tratamiento moral del conflicto, que vendría siendo porqué sospechamos y desconfiamos de quienes sospechamos y desconfiamos. ¿Lo hacemos por la evidencia, lo hacemos por nuestras emociones?, ¿cómo hacer dialogar lo racional con lo emocional? Sin restarle prioridad al misterio del asesino de rubias y lo sospechoso que luce el nuevo inquilino, Hitchcock trata estas cuestiones sin perder el pulso total ni el escrutador tempo de la imagen, siempre tan ambigua y aparentemente al borde de la verdad y la violencia demencial, aunque finalmente dichas cuestiones constituyen la verdadera esencia de la película, pues lo del asesino es un Macguffin en toda regla (muy bien jugado, claro que sí). Pienso que la gracia de que los momentos álgidos del filme tengan tal potencia dramática es porque Hitchcock es capaz de infundirle al misterio una dimensión moral/sustancial de fondo, como se verá en el clímax, cuando la impresión impera sobre la razón. En términos más formales, sobre el suspense, destaca por méritos propios la disposición de los elementos, anunciando conflictos y "verdades" pero también sugiriendo dudas, difuminando seguridades, acrecentando la tensión de saber pero desconfiar de ese saber. Sobre la sugestión visual: entre broma y broma, la verdad se asoma...
Definitivamente es un gran ejercicio de suspenso el efectuado por Hitchcock en "The Lodger", mejor no se lo pierdan.