Revista Cine
Director: John Ford
Primer día de la semana, última de febrero además, y como demanda la tradición, toda última semana de mes debe empezar con una gran película, o al menos eso me acabo de inventar dado que justo hoy cae "The man who shot Liberty Valance", otra de las obras maestras de John Ford y una de sus últimas películas. En otros asuntos, "Vinyl", la nueva serie de HBO, es malditamente buena ¿no creen? El primer episodio dura casi dos horas, pero sin duda vale la pena, y el segundo no puede ser más hilarante y delirante, sobre todo cuando Bobby Cannavale, debido a los efectos de las drogas y una conveniente epifanía, comienza a dar golpes a lo Bruce Lee a sus amigos. Gran escena de dicho actor, que en "Boardwalk Empire" ya nos dejaba otra, mucho más explícita, grabada en la retina. Y es que HBO es el puto amo de las series, no importa cuánto humo les venda Netflix y sus sospechosas intenciones de dominar el mundo. A propósito, ¿el catálogo de Netflix (al gringo me refiero, sabemos que el catálogo de otros países es bastante pobre en comparación) tendrá la filmografía de Ford, o al menos sus películas más aclamadas/famosas? Francamente, cariño, me importa un demonio. Como dicen, la miel no está hecha para la boca del burro, aunque eso lo considero ofensivo hacia los burros, leales y tiernos animales; mejor digamos que la miel no está hecha para la boca del populacho, ¿o eso es igual de ofensivo? Ya me harán saber, estaremos muy pero que muy atentos.
James Stewart, un importante senador de los Estados Unidos de América, junto a su esposa, llega a un pequeño pueblo para estar presente en el funeral de un viejo amigo suyo. Como Stewart es importante y todos quieren saber el motivo de su visita, un arrogante y prepotente periodista irrumpe en el velorio para obligar a Stewart a que cuente su historia, y el hombre accede...
Sin duda es una película única "The man who shot Liberty Valance", una sublime y auténtica muestra de cine, significativa a tantos niveles. Lo primero que pensé seriamente, a raíz del nostálgico tramo introductorio, aquel en que Stewart y su esposa llegan a una ciudad cambiada por completo en la que todo lo que conocían es apenas un errante espíritu en pena, la ruina de viejos tiempos, es la incontestable pertinencia del magnífico blanco y negro, especialmente considerando que los westerns previos de Ford, así como los siguientes (si consideramos a "How the west was won" como una película de Ford, algo de lo que difiero bastante), fueron filmados en color. Tal decisión, bajo mi punto de vista, se explica en la intención evocadora y auto-reflexiva del presente film, tan bien expresada en la introducción y, desde luego, el resto del metraje, que trata, así por decirlo rápido de momento, sobre las bases, a veces febles y ciertamente corroídas por el tiempo y la memoria, de aquellos objetos y sujetos que consideramos míticos, incluso axiomas. "The man who shot Liberty Valance", en su calidad de doble relato (el senador que rememora una época pasada y muerta, primero; la historia recordada, después), trata sobre las bases de un género y también de un tiempo y un lugar, una era. El tratamiento, además de nostálgico y elegíaco, también contiene una visión desmitificadora, la cual, curiosamente, admira tanto como desmonta viejos ideales y figuras narrativas. Por ejemplo, el sádico e irracional Liberty Valance, un malo muy malo que por lo menos a mí me da la impresión, gracias a la figura de James Stewart sobre todo, que a pesar de toda su fama importa y vale bien poco, porque, en realidad, el mote de "villano legendario" en sí mismo no significa nada, es una mera ilusión. Casi lo mismo, pero no con la misma crueldad, va hacia la figura de John Wayne, el arquetipo de héroe que uno piensa está destinado a acometer heroicos actos, pero que finalmente se mantiene ajeno de la lucha por la justicia (aunque esto no sea tan así, como veremos), para indignación de un Stewart descreído de poses tan banales. ¿Qué son el forajido y el justiciero ante el inclemente y escrutador paso del tiempo, encarnado en un enclenque pero tenaz James Stewart, hombre de libros en vez de armas, el nuevo paradigma de héroe? Entrando un poco en detalles argumentales, vale la pena decir que la película no cae en enunciados absolutos y, entendiendo la propia ambigüedad del tiempo retratado y su género, avanza a partir de choques y contradicciones: Stewart, el abogado que se rehusaba a recurrir a las primitivas maneras de su enemigo definitivo, termina batiéndose a duelo con Liberty Valance, quizás entendiendo que es la única manera de desterrar todo aquello que no pertenece al futuro que llega con más fuerza que nunca; misma perspectiva de un John Wayne que, rendido ante la desoladora verdad de que todo lo que Stewart representa lo ha dejado atrás (simbólicamente hablando, la tónica del film y del último Ford), decide renunciar a su condición de héroe y entregar la victoria suprema al abogado, justamente la llave que abre las puertas de la nueva era, para luego sumirse en las sombras. La confluencia de estas dos figuras supone la clave primordial del film y del último Ford. Ciertamente no se cuestiona la figura de Wayne ni lo que representa, por el contrario, pero tal parece que el tiempo de despedirse era impostergable. Es como si Ford no sólo hubiese hecho un western, una "simple película", sino una nueva declaración de intenciones cinematográficas, la culminación de lo expresado (de distintas y excelentes maneras, por lo demás, no venimos a hacer odiosas comparaciones) en su filmografía inmediatamente anterior, que nos muestra con tremebunda fuerza que se puede dotar de nuevos sentidos a las viejas o clásicas formas. Este film es completísimo y rico en multitud de dimensiones (funciona como parte del cine mismo y su historia, también como el universo narrativo que nos relata), es una puta genialidad, cada elemento narratológico es una historia en sí misma.
Entonces ¿qué era todo esto del blanco y negro? Es obvio que no es únicamente porque el blanco y negro tiene algo especial o qué sé yo, sino porque, siento, se alude a figuras narrativo-morales que nacieron, brillaron y dejaron su impronta cuando el color todavía no era la gran cosa, y que más tarde comenzaron a caer y desmontarse. No lo sé. Ford, de la mano de Stewart, nos narra en cierta forma una historia a la vieja usanza, pero con una perspectiva propia de los años que corrían, en donde nadie era tan bueno ni tan imbatible ni tan heroico, entre otros códigos revisitados. La escena del duelo me parece elocuente, porque dejando de lado la excelencia con que fue ejecutada, es casi como el antiduelo: Stewart, un debilucho que apenas sabe disparar y más encima vestido con la bata con que lava los platos de un restaurante, contra un Liberty Valance borracho que se mofa de la situación, una postal ridícula para la imagen que se tienen de estos duelos, ¡pero por lo mismo tan significativa!... y más tarde nos enteramos de que la misma es en cierta forma una farsa, un equívoco... Pero las leyendas no se pueden borrar, la historia no se puede cambiar, la verdad siempre existirá...
De la película como tal no se puede decir nada nuevo: está magistralmente rodada, actuada, escrita, lo que quieran... Un grande Wayne, está claro. Tremendo Lee Marvin como Liberty Valance, sin duda. Fenomenal Stewart, a todas luces. Un grande John Ford, que nos lega otra balada cinematográfica. "The man who shot Liberty Valance", obra maestra.