Por fin me he puesto al día con la serie The Newsroom, justo cuando se ha anunciado que en noviembre vuelve con su temporada final. Empecé a verla cuando se estrenó, pero me fui quedando atrás y la terminé aparcando para verla en otro momento. Bendito verano. ¿Mi conclusión? ¡Qué maravilla! Evidentemente es ficción, pero es un retrato maravilloso de lo que debería ser el periodismo, ese ideal romántico por el que muchos se apuntan a la carrera: para cambiar el mundo, para marcar la diferencia, para ayudar a la sociedad, para ser su puente con el poder –que no el cuarto poder–...
Nunca he visto El ala oeste de la Casa Blanca de Aaron Sorkin, autor también de The Newsroom, así que no estaba familiarizada con la narrativa de sus series. Ahora puedo decir que me encanta. Aunque resulta poco creíble que todos los personajes tengan ese nivel intelectual y esa rapidez mental para desarrollar diálogos tan veloces como enrevesados, la serie es dinámica, ágil y desarrolla una trama apegada a la actualidad con una práctica del periodismo que emociona.
La trama parte de un presentador de noticias de prime time que alimenta el rating dándole a la audiencia lo que quiere ver, algo que le reporta un sueldo que le da estatus de estrella de la cadena. Las cosas cambian cuando la cadena decide contratar a una nueva productora: la ex del presentador. Juntos inician una nueva etapa en la que el equipo del programa se centra en hacer noticias que cuenten los hechos tal y como son, una decisión que baja el rating pero que resulta más satisfactoria personalmente para todos por la conciencia del trabajo bien hecho.
Los más críticos dicen que The Newsroom es el Anatomía de Grey de los periodistas. Personalmente creo que no es una crítica muy acertada. Evidentemente, The Newsroom no puede dejar de lado las relaciones personales de sus personajes, sobre todo cuando éstos pasan más tiempo en la redacción que en cualquier otro lugar. Además, estas relaciones los hacen humanos, frente a la perfecta intelectualidad que reflejan, y hace que nos podamos identificar con ellos: las mentiras, los engaños, la manipulación informativa, las rupturas, los traumas, las cagadas del becario...
La primera temporada presenta casos de actualidad a la vez que vamos conociendo la dinámica de trabajo y a los diferentes personajes. La segunda temporada se centra más en un "gran caso" en concreto que lleva a un grave problema de credibilidad a la cadena por culpa del programa; un caso que además está basado en una historia real (SPOILER: se trata del caso de la CNN con la operacion militar Tailwind).
Es muy interesante ver el trato de todas estas noticias en un informativo de un nivel como el de The Newsroom, que ojalá existiera en la realidad. Aunque requeriría un mayor esfuerzo intelectual por parte de la audiencia, ¿no? Pero lo que emociona a cualquiera que sea periodista y adore esta profesión es lo bien que se hace todo, las ganas que te dan de trabajar en un lugar así cada vez que ves un capítulo. Un periodismo televisivo donde se niegan al amarillismo, confirman las noticias con un mínimo de dos fuentes y no anuncian la muerte de alguien sin estar seguros de ella aunque la competencia lo de por hecho.
"Tengo una fuente que lo afirma. Si consigo una segunda, tendré que publicarlo". Que le digan esto a Twitter... En fin, que hay que verla. Ha salido el adelanto de la tercera temporada, temporada final que sólo tendrá 6 capítulos, y con sólo verlo se me pone el vello de punta (con la canción de Birdy ya es que lloro!). ¿Es este periodismo posible? Trabajemos por ello.