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The pain of spain

Por Mbbp
oct
24
2014 actualidad // Emprendedor // Miguel Benavent de B. // Opinión // sociedad

THE PAIN OF SPAIN

Author Escrito por Miguel Benavent de B.   Comments Sin comentarios

The pain of Spain

El otro día comía con un amigo mío y su madre y durante la comida ésta me preguntó que pensaba de la situación actual en España. Si me lees, ya sabes que soy una persona positiva y siempre veo la botella medio llena (soy exigente, qué le voy a hacer) y busco razones para animar a la gente a ver la vida con color y como una gran oportunidad y un privilegiado regalo. Pero no pude abstenerme de decirle lo que pensaba y sentía… La pena de España.

Aunque no todos lo crean, además de idealista por naturaleza, también soy una persona y un profesional que pisa tierra firme y que conoce bien la realidad, entre otras cosas porque mi trabajo como consultor durante muchos años me ha permitido conocer bien el panorama económico y social, así como comprender -que no justificar- los entresijos del poder y de las altas esferas económicas y sociales de aquí y de allá.

Por esa razón, le contesté que me da pena España. Desde hace tiempo. Y la verdad es que no me extraña que, por ejemplo, Catalunya no desee formar parte de ella. Yo tampoco! España, lamentablemente, es víctima de un caracter latino, con sus luces y sus sombras, donde la democracia solo es una palabra y con unos malos hábitos e improvisación ya crónicos y, lo que es peor, institucionalizados. Y ahora no voy a hablar de los políticos y sus habituales corruptelas, los partidos políticos vacíos de contenido ni ideología, ni de las omnipresentes entidades financieras que dominan el mundo especulando, sino de los ciudadanos de a pié y empresarios de este país. Los políticos no son más que el fiel reflejo de la sociedad, nos guste o no. Para corromperlos, álguien también corrupto debe pagarles y otros muchos callar ante este hecho reprochable y poco ético. Así, en España una gran mayoría de empresas y sus “empresarios” medran a base de irregularidades, trampas fiscales y corruptelas de cualquier tipo. La doble moral, el afan de lucro desmedido y la falta de ética y responsabilidad y de meritocracia, campean a sus anchas.

España, nos guste o no, en su mayoría silenciosa es un país de mentes dormidas, en espera que alguien o algo, les saque del ostracismo o de la miseria. País de subvenciones, de tráfico de influencias, ayudas públicas opacas y de empresarios mediocres, salvo honrosas excepciones… aunque no se hable de ellos ni se les reconozca como tales. El sempiterno “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”! Con un sistema educativo que aún fomenta los derechos sin deberes, la escasez de valores y el “dolce far niente”, encaminando a los estudiantes al funcionariado vitalicio, a la vida fácil y a huir del fracaso, a toda costa. Con castas -vitalicias- familiares del “statuo quo” que protegen a sus amados hijos de la vida real actual, del mundo moderno -que todo lo cuestiona y lo cambia- que ya está aquí, permitiéndoles dilatar su vida académica hasta edades absurdas o educándoles para un mundo que ya es historia. Sindicatos que no protegen ni educan a los trabajadores. Políticos que no dicen la verdad. Empresas poco o nada éticas.

España es, además, un país -como muchos otros, claro está- sin un modelo viable, sostenible, humano ni de futuro, pensado de antemano. Actualmente basado en la riqueza inmediata y la cultura del “pelotazo”, en la inversión inmobiliaria (salimos de una burbuja y nos metemos en otra, con chinos y rusos a los que les vendemos todo lo habido y por haber) o confiamos en un fugaz turismo masivo, que apenas genera riqueza permanente. Hemos mal vendido nuestro tejido empresarial del floreciente siglo XIX y más tarde hemos permitido que las infieles multinacionales (por su escaso arraigo y su globalización endémica) lo compren y se instalen, con total impunidad y sin pagar aquí sus impuestos. El paro aumenta gradualmente -diga lo que diga la EPA, manipulada- y nuestros jóvenes hiperformados, si trabajan, lo hacen como simples mileuristas. Pronto seremos el país de mejor formados “low cost”, que deberán emigrar para optar a una vida digna. Y, si seguimos así, España se convertirá en un país de viejos mediocres (también de otros lugares de Europa, en busca del bajo coste de vida y del sol), funcionarios vitalicios y de políticos y empresarios corruputos, además de un paraíso para las mafias que blanquean dinero, de otros países…

¿Podemos cambiar este desolador panorama? ¿Seguiremos así o las circunstancias y/o algunos locos idealistas -como yo- lograremos cambiar al fin este mundo y, por ende, este país, decadente? ¿Lograremos que los escasos emprendedores -de verdad- con nuestra ayuda salgan adelante y cambien las cosas? ¿Aprenderemos a sentir -fundamentado- orgullo por nuestro país, en vez de apelar siempre a banderas, signos e himnos patríos, que de nada sirven en este siglo XXI, que trae consigo un imparable cambio de paradigma? ¿Sabremos crecer y/o ser viables como país o modelo, pero sin dejar de ser personas éticas, creativas, con criterio propio y sentido común?


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