Revista Conciertos
Aperitivo de esa loable iniciativa bautizada como "Vilanova Classic Rock" -festival playero-rockero que se celebra en un resort de una población costera barcelonesa y que incluye en su cartel a gente tan interesante como Praying Mantis, Uli Jon Roth, Ben Poole y Danny Vaughn, vocalista de Tyketto-, el triple cartel formado por Golden Grahams (una de las bandas más prolíficas de las escena local), Rock Goddess y The Quireboys, además de ecléctivo por las diferencias estilísticas entre bandas, se antojaba más que apetecible para un servidor.
El dichoso horario infantil provocó que me perdiese la actuación de Golden Grahams (mi primera vez con ellos deberá esperar) y que accediese a Razz 2, que presentaba una afluencia de público mejorable, con el show de Rock Goddess iniciado. Mentiría si dijese que estaba familiarizado con su música, pero tenía constancia de su importancia dentro de la NWOBHM y de su paso triunfal por la portuaria Sala Monasterio meses atrás. Vítores totalmente justificados, pues el trío de amazonas -muy bellas y en notable estado físico para sus cincuenta y tantos- dio un show fantástico. Rock Goddess vendrían a ser una versión metalizada de The Runaways -si la banda hubiese sobrevivido con Lita Ford al mando, probablemente hubiese terminado sonando así- con un barniz de rudeza a lo Motorhead. Contundentes, frescas y muy simpáticas, finalizaron el recital con su ovacionado himno "Heavy Metal Rock N' Roll" -toma título!-. Hurra por las hermanas Turner (Jodie & Julie) y Tracey Lamb!
Rodeado por una legión de británicos y británicas (¿por qué la mujer española deja de asistir a los conciertos de rock n' roll una vez supera la cuarentena?) de mediana edad, seguramente alojados en el resort de Vilanova i la Geltrú, la fiesta se desató con la salida a escena de los chicos del coro. Con un Spike eufórico, on fire, impecable con su elegante traje blanco, clavel en la solapa, camisa roja y eterno fular de corsario, The Quireboys abrieron fuego con una estruendosa "Too Much of a Good Thing". Aunque el cuerpo de su set-list sigue estando formado -no hay otra- por la sucesión que singles que conforman su debut ("A Bit of Your Fancy" (1991), uno de los mejores discos de la historia del RN'R, para quien no lo haya escuchado), mola la cancha que dan a los pequeños clásicos que nutren la numerosos lanzamientos de esta segunda etapa iniciada en 2001. Así, junto a pretéritos hits inefables como "Misled", "There She Goes Again", "Roses and Rings", "Hey You", "Sweet Mary Jane" o, por supuesto, "7 O'clock", se agradece la presencia de gemas recientes como la citada "Too Much...", "The Finer Stuff", "Gracie B", "This is RN'R" o su gran clásico del s.XXI, "Mona Lisa Smile", compuesta en Barcelona según el gypsy rocker. Sólo eché de menos alguna pieza de su magnífico "Bitter Sweet & Twisted" (1993).
La banda, comandada por la guitarra del histórico Guy Griffin, auténtica alma musical y profesional de The Quireboys, suena como un tiro, como siempre. Eso ya estaba previsto. La incógnita estaba en Spike: Se dice (yo no estuve allí) que su ebriedad afectó notablemente su precedente concierto en BCN; hubieron quejas y probablemente el mal recuerdo hizo que, esta vez, más de uno se quedase en casa. Bien, en esta ocasión Spike volvía a ir beodo (esos confusos parlamentos entre tema y tema le delataban), pero cuando la primera nota salía del mástil de Griffin, milagrosamente recuperaba la sobriedad y, sencillamente, se convertía en el mejor frontman del mundo. El fin de fiesta, con las versiones más alargadas que ha conocido el hombre de "I Don't Love You Anymore" y "Sex Party", fue el broche de oro a otra entrañable velada rockera.
Realmente, The Quireboys vienen tan a menudo y varían tan poco su repertorio que no hace falta asistir a todas sus giras -suele ser beneficioso dejar a estas bandas en barbecho durante una temporada, así luego los retomas con más ganas-, pero cuando apuestas por su boleto, la lotería suele tocar. Saben lo que quieres y te lo van a dar.