Había leído muchas crónicas y opiniones sobre la banda The Right Ons en directo y en todas elogiaban la fuerza que derrochaban sobre las tablas, pero no me podía hacer a la idea de lo que era verlos en vivo. Tuve el privilegio de verlos en segunda fila en el Festival Luna Lunera, y hacía mucho tiempo que no escuchaba un directo tan potente. Los temas de sus dos discos cobraban una nueva dimensión, y se sucedían sin descanso para deleite de los asistentes. Los miembros de la banda lo daban todo, Rafa empapaba su camisa desde la primera canción, al igual que Álvaro, que no por ello dejo de saltar, bailar, tocar, cantar y hasta trepar por la estructura que sujeta los altavoces. Las Gibson atronaban la lonja medieval de Sos del Rey Católico, la parte vocal se la alternaban Álvaro y Rams, que aporreaba la batería con todo su alma a pesar de llevar vendada la muñeca izquierda. Martin, a su lado, llenaba de color las canciones con su teclado y unos geniales detalles que realizaba con todo lo que le caía a mano, incluso con la batería de Rams. Mientras todo esto sucedía, Utah se encargaba de condensar el torrente energético de sus compañeros con pegadizos rifss de bajo. La mayoría del público no estaba familiarizado con el repertorio de la banda, pero temas como “Thanks”, “Take it easy” o “Do your thing, babe” fueron coreados por la multitud gracias a sus pegajosos estribillos. Al final el delirio se desató entre los componentes de la banda, Álvaro se subió a la torre que sujeta los altavoces, saltó a la grada corriendo entre el público pandereta en ristre mientras Martin aprovechaba para tocar la Gibson que Álvaro había abandonado sobre el escenario. Poco más puedo decir de esta prometedora banda de ROCK (con mayúsculas, muchas mayúsculas), ya que soy consciente que diga lo que diga me quedaré corto ante el brutal derroche de fuerza y energía que The Right Ons desplegaron ayer en el Festival Luna Lunera.
El público mostró su agradecimiento a la banda, que devolvió el gesto saliendo a saludar a la gente, haciéndose fotos, conversando y firmando autógrafos a todo el que se lo pedía. Los madrileños estuvieron las casi tres horas que duró el concierto de Loquillo satisfaciendo las peticiones de su público, conversando y, sobre todo, mostrando una y otra vez su agradecimiento. Tuve la oportunidad de conversar con Álvaro y con Utah, poco, ya que las personas que reclamábamos su atención éramos muchas, pero aún así llegué a intercambiarme la púa con Álvaro o a charlar sobre guitarras como si fuésemos viejos colegas.