The Right Ons cerraba anoche en Madrid la gira de su cuarto largo, Volcán (3 Cipreses/Warner). La Sala Penélope acogía a los seguidores más fieles de uno de los grupos españoles con más kilómetros a sus espaldas de los últimos tiempos. Tras una sufrida gira por España, llegaba Volcán a Japón de la mano de Flake Records. Y también lo hicieron estos cinco enamorados del rock, del rock de toda la vida, a finales de 2014. En los tiempos que corren, el IVA criminal (del que solo se salvan el fútbol y los toros, casualmente) y la idolatría de cualquier mierda que venga del extranjero provoca que los platos rotos los paguen las bandas nacionales. Los mercados las castigan y parece que solo triunfan aquellas que venden sus riñones a los ritmos sincopados y al puñetero lema de lo importante es que la gente se lo pase bien. Vayamos por partes: lo primero es que el que escribe las canciones quede satisfecho con el trabajo. Lo segundo ya es que el grupo en su totalidad se lo goce. Lo último de lo último es que la gente lo entienda (o quiera entenderlo) e incluso lleguen a pasárselo bien. Pero en esas estamos, y si aún hay esperanza es gracias a grupos como The Right Ons.
Lento Final anoche fue el momento más bello de todas las veces que había visto a The Right Ons. Emocionante y muy profundo. Un Álvaro Guzmán, tan descarado como apesadumbrado por momentos, lanzaba los últimos alaridos de esta gira. La base rítmica que vertebra todas las canciones del grupo, Utah-Rams, estuvo impecable. Incluso por encima de ellos planeaba Rafa Fernández: cirujano de la eléctrica. La contundencia de la dupla mencionada arriba dejaba aire y espacio para la fuerza, siempre premeditada, de Rafa. Con ese tipo de clase se nace. Bello, perfecto.
La masa informe de sonido (ápeiron) que emite el escenario de la Penélope no fue impedimento para un recital de rock. De libro. El momento fan apareció con On The Radio, el hit de los hits de The Right Ons. Las primeras filas botaban, y las demás levantaban la cerveza y movían la cabeza arriba y abajo. Con Quiere Bailar la línea de bajo con distorsión de Utah hizo temblar las tablillas del escenario. No queríamos que terminara esa perfecta intro. Tras unos cuantos bises llegaba el final, tanto del concierto como de la gira.
Larga vida al rock de siempre.