Director: Philip Kaufman
Más que bien le fue a esta película basada en el libro homónimo de Tom Wolfe, y no es de extrañar, considerando que es una épica estadounidense con todas sus letras. No sé cómo habrá sido la recepción en europa o el resto de américa -el continente, ¿es necesario aclararlo?-, pero la opinión generalizada es que estamos ante una obra maestra. ¿Lo estamos? Yo no afirmaría semejante declaración, y ni cerca estoy de hacerlo, pero es menester decir que "The right stuff" es una buena película, o al menos correcta, aceptable, decente... Eso sí, su propuesta me ha dejado frío. La gracia es que logra mantener la atención durante su metraje de tres horas, por lo que no hay que mirarla en menos así a la rápida. ¿Merece la oportunidad? Yo diría que sí, pero su visionado no les va a cambiar la vida.
Temerarios pilotos que se la pasan en el desierto de California probando nuevos aviones e intentando romper récords mundiales -de velocidad, altura, etc.- comienzan a ser llamados para unirse a un programa del gobierno que busca llevar al hombre al espacio: el proyecto Mercury, la herramienta de Estados Unidos para adentrarse en la carrera espacial. Un proceso largo y duro el que espera a los pilotos, y probablemente algo innecesario, pero oigan, esa es mi opinión...
La carrera espacial, el ganar o ganar, el sentimiento patriota, el heroísmo indeleble. Una vez que los rusos comenzaron a mandar satélites y animales y humanos al espacio, los estadounidenses comenzaron rápida y desesperadamente con lo mismo, porque ellos no se pueden quedar atrás, menos ante los rusos. Recuperar la gloria, esa es la consigna. O, ya que el sentimiento patriota que se alimenta de glorias nunca se abandona, acrecentarlo como sea para que los ciudadanos se sientan más ciudadanos y más orgullosos de su país. En base a esta premisa argumental -no necesariamente discursiva, aunque todo es muy ambiguo-, "The right stuff" ofrece dos lecturas, ambas más o menos opuestas durante gran parte del metraje para finalmente confluir en una sola mirada en el cierre de la película, en su gran conclusión final, la que nos alecciona y nos deja con la impresión de "sí, estos estadounidenses son tipos agradables a pesar de todo lo que arman".
La primera lectura la atribuyo a la película en sí, a la manera de dirigir de Kaufman y a su propio guión adaptado. Más allá de que en términos formales su labor sea destacable -en general es regular y correcta, pero hay varias escenas que están de lujo, como la de las luciérnagas-, la mirada y el punto de vista me parecen descaradamente autocomplacientes, condescendientes con el american dream, o el aún más inefable american way of life.
La segunda lectura proviene, creo yo, del libro de Wolfe -y digo "creo" porque no lo he leído-. Y puede sonar a contradicción considerando que Kaufman debió haber captado el mensaje e incluirlo dentro de su película, pero el mensaje en sí no tiene un tratamiento serio ni concienzudo. Antes de continuar con esto, vayamos al mensaje: el proyecto Mercury fue un vil circo mediático cuyo fin era más propagandístico que científico, incluso cuando es un hecho que lo segundo trajo importantes datos y resultados -a los estadounidenses-. El gobierno utilizó el ruido mediático para acrecentar su popularidad y la imagen país, el heroísmo estadounidense y todo ese discurso, obviamente debido a la humillación sufrida ante los triunfos rusos. La situación es casi como reacción de niño envidioso: el vecino tiene un juguete que es más lindo y funciona mejor, y de inmediato corres para tener algo que lo supere. Capricho puro que con el tiempo va adquiriendo "motivos".
Dicho mensaje se subentiende por mérito del espectador, pues a pesar de estar ahí no es tratado de manera directa por Kaufman -incluso diría en que no es tratado en lo absoluto-, de seguro porque tanto él como Wolfe se impresionan ante otra cosa: el sentimiento que se generó de manera individual -y ulteriormente colectiva- en los involucrados, obviando a propósito el control mediático con fines propagandísticos desplegado por las altas autoridades. Y qué digo a propósito, casi que le restan importancia y lo reducen a un "bueno, como que es la misión de ellos, ¿no?".
Y es ahí donde descansa la mirada autocomplaciente: no importa el descaro de las autoridades -las cápsulas que iban al espacio no requerían un humano, pero los usaron para mostrar caras bonitas en los noticieros- sino el orgullo de los siete astronautas elegidos, de la población obnubilada ante los destellos reflejados en las sonrisas de los héroes americanos. Porque no importa toda la mentira utilizada, la propaganda barata y el circo que levantaron los políticos; lo importante y lo esencial es que todo el sentimiento patriota es honesto -ya saben, a pesar de la maraña de manipulaciones-, que nace de las entrañas y se manifiesta a través de auténticas lágrimas y sonrisas que podrían perdurar horas. Y, honestamente, no sé qué demonios piensan Kaufman y Wolfe, porque con ese final, estoy seguro que ellos deben admirar la capacidad del americano medio para maravillarse ante su propia glotonería y arrogancia encubierta, mas a veces me da la impresión contraria respecto de las intenciones de estos caballeros. Si "The right stuff" es ironía pura y dura de principio a fin, nunca lo capté... en ese caso los autores se pasarían de crueles, haciendo que el espectador se sienta bien de ser estadounidense a pesar de lo falso del motivo, mientras estos tipos se ríen de eso en sus casas... "Ja, ja, ja, pero qué imbéciles; les enrostramos la estupidez patriótica americana, ¡y estos tipos se sienten más orgullosos! Dios mío, hay que cagarse...". Dudo que este sea el caso, aunque hubiera sido divertido -y mucho más potente y valiente, "más americano"- que de verdad hubiese habido ironía en el retrato de ese orgullo basado en mentiras. No quisieron ir más allá con la película, tristemente...
...el problema de "The right stuff" se manifiesta en el siguiente dicho: No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Y debido a lo anterior, narrativamente el guión de Kaufman me parece muy poco prolijo. Es decir, adolece de la misma indecisión y ambivalencia que el punto de vista desde el que se posiciona. Por ejemplo, si "The right stuff" fuera una especie de sardónico retrato del proyecto Mercury y su vocación de espectáculo y reality show, entonces sólo nos mostrarían los orígenes del proyecto, su desarrollo y su final; en vez de ello, los primeros cuarenta minutos están centrados en Chuck Yeager, extraordinario piloto que rompió la barrera del sonido en 1947 y luego de ello otros récords de velocidad -además de no prestarse como conejillo de indias-, tras lo cual prácticamente se le abandona para seguir con lo de los astronautas -de vez en cuando volviendo a él y sus récords-. Y la presencia de Yeager tiene una sola explicación: que más allá de la notoriedad y la prensa, lo importante es el sentimiento de superación y servicio, algo propio de los estadounidenses, encarnados en estos siete magníficos que se ofrecieron para el proyecto. El hombre es un comodín: cuando lo del espacio parece tener más sátira y sorna, aparece Yeager para demostrarnos que la gloria existe y se encuentra en el inflado pecho de cada uno. De esta forma, el transcurrir es irregular y las razones de los acontecimientos mostrados nunca logran asentarse de manera firme como agentes narrativos; su labor es meramente informativa, y en ocasiones se nos intenta vender todo el cuento del orgullo estadounidense así por las puras. No hay base sólida en la construcción de este relato. Y con eso tenemos muchos minutos que derechamente sobran al carecer de valor narrativo pero que están ahí justamente por su aporte valórico, moral, político. Visto de esta forma, eso me parece despreciable -ya lo habré hecho notar anteriormente en el blog-, pero la función se salva y se hace pasable gracias a la competente dirección de Kaufman y a que el visionado no es denso ni cansino. Nunca me hallé desesperado deseando el final -aunque quería ver más crítica y menos sumisión-.
Dicho de otro modo, como pasatiempo irreflexivo "The right stuff" está bien, pero como película pudo haber sido mucho mejor en todos los sentidos. De todos modos, no se puede decir que ésta sea una idea desaprovechada, pues es exactamente lo que cabria esperar de ella: una épica moralina en vez de una épica sensorial y de la experiencia. A su nicho le encantará -yo de verdad esperaba algo más desafiante y deslumbrante, pero no quedé decepcionado pues no me sorprendió el resultado final-.
"The right stuff" es una americanada con todas sus letras, sin inmutarse de tal condición -¿deberían? ¡Son