Revista Cine
Basada en las memorias de Cherie Currie, cantante del primer grupo de música rock compuesto únicamente por chicas, The Runawyas muestra la formación, ascenso y posterior disolución de la banda desde su perspectiva y la de la guitarrista Joan Jett. Por desgracia, The Runaways es una película carente de todo: no tiene emoción ni fuerza dramática, no destaca visualmente y ni siquiera entretiene.
Dudo que la causa de su pésimo acabado sea el material de base, pues se han filmado (y se rodarán) un buen número de títulos centrados en la vida de los músicos y los entornos en que se desenvuelven, dando lugar a resultados de lo más variados y a películas memorables como Bird, En la cuerda floja o Crazy Heart, por no mencionar la infinidad de documentales de esta temática. En el caso de The Runaways asistimos a una serie de episodios vinculados a la vida del grupo y su cantante, los cuales se suceden sin explorar las consecuencias que pudo tener el tratarse del primer grupo de componentes exclusivamente femeninas o la espiral de autodestrucción a la que se ven arrastradas las chicas. Todo pasa porque sí, nada se acentúa, ni la relación entre ellas o la de Cherie Currie (supuesta protagonista) con su familia, de la que sólo vemos fragmentos inconexos.
A un enfoque tan pobre debemos sumarle una puesta en escena simplona y una banda sonora que no explota el potencial de la música del grupo en cuestión. Además, las interpretaciones son bastante superfluas: Dakota Fanning (niña prodigio de Hollywood) interpreta a Cherie Currie desde una óptica plana, Kristen Stewart se limita a encorvarse, poner cara de dura y recitar monólogos absurdos para ponerse en la piel de Joan Jett mientras que Michael Shannon (inquietante en sus papeles en Revolutionary Road o Antes que el el diablo sepa que has muerto) poco puede aportar como mánager.
Su falta de profundidad en cualquier aspecto convierte a The Runaways en uno de los títulos más pobres estrenados este año, ya que ni siquiera consigue entretener y hace que los espectadores aguarden impacientes el final de la película nada más comenzar no por la emoción, sino para poder marcharse de la sala.