Revista Cine
Director: Jerzy Skolimowski
Tal parece que el canal FX ha decidido dar cada viernes del mes la magnífica "The Counselor", lo que a mí no me molesta en lo absoluto, pues siempre es bueno ver una y otra vez las grandes películas de sus tiempos. Lo que sí, ya con la primera escena me he dado cuenta que están dando una versión recortada, dejando fuera de la ecuación calientes y memorables diálogos y una que otra depravada escena, no mermando la calidad general del conjunto pero sí disminuyendo su impacto. Por lo tanto, recomiendo que si pueden vean la versión del director, vayan por ella, ésa sí que es aún más genial, y es más que obvio que no habrán pausas metiéndote por la garganta series y películas malas, como por ejemplo "The Strain", que les digo de inmediato que no la vean bajo ninguna circunstancia, pues sólo perderán su tiempo. En fin, mientras disfruto esa sexual película que es "The Counselor", intento concentrarme en comentar "The Shout" del polaco Jerzy Skolimowski, otra película tan sexual (o sensual) como la de Ridley Scott.
Un compositor que vive en una aislada casa en una apartada zona rural en compañía de su perro y su esposa un día recibe la visita de un hombre que muestra interés en él y su labor, pero que requiere techo, que no tiene, lo que traerá consecuencias y tensiones a la pareja, pues el interés demostrado no era precisamente honrado, sino la fachada de intenciones más oscuras. Además un extraño en casa es un extraño en casa, la presencia molesta, ¿no?
Puede despistar el inicio de "The shout". Sus primeros diez minutos presentan no necesariamente multitud de lugares y personajes y hechos y espacios temporales, pero sí unos cuantos que no parecen estar muy conectados entre sí de buenas a primeras, haciendo de las miradas, conversaciones y movimientos algo difícil de leer y situar. Desde luego, todo cobrará sentido a medida que el metraje avance, todas las piezas caerán justo en donde deben. Es algo satisfactorio, sin duda. Al principio veremos a varias personas arribar a una especie de institución para gente mentalmente inestable, que se preparan para jugar no sé qué deporte. Es curioso, muy curioso, que el doctor aparentemente a cargo del lugar parezca tan loco como algunos de sus pacientes, o puesto de otra forma, que uno de sus pacientes (Alan Bates) parezca más cuerdo y aterrizado que el doctor jefe. En cualquier caso, el personaje de Bates comienza a relatar una historia a otro personaje, paciente o doctor no lo sé, pero la introducción ha dado lugar al eje central del relato: la llegada del extraño hombre, Alan Bates, a la vida del matrimonio del compositor con su esposa.
"The shout" es una fascinante película a tantos niveles. Para empezar, la sobria puesta en escena de Skolimowski evoca y expresa con suma fuerza todas las sensaciones que el relato irá construyendo sin premuras ni efectismos (a fuego lento las cosas suelen ser más deliciosas, uno disfruta más el proceso deformante), generando una deslumbrante atmósfera de misterio, creciente en potencia sensual y capacidad narrativa, y que en sus mejores momentos es completamente asfixiante. Segundo, el relato como tal también crece en complejidad y cierto misticismo, partiendo como la historia de un huésped extraño pero aparentemente inofensivo que deviene en un atractivo juego de tintes mentales y sexuales, de dominación y lucha de espíritus. Sin duda que es extraño, pero es genial ver cómo el guión, con elementos sencillos y aparentemente inanes, de a poco va construyendo una imponente y sólida fortaleza en donde nada es lo que parece, jugando con inteligencia y gran sentido del tiempo sus mejores y más intensas cartas, sin nunca demostrar síntomas de agotamiento ni repetición. Por último tenemos el grito (the shout), punta de lanza de una carga mitológica que se instala como la base moral y argumental del relato, lo que le otorga esa calidad ambigua y extraña a los objetos cotidianos, esa doble o triple capa que juega con nuestra percepción de las cosas. El hombre extraño afirma haber vivido con aborígenes australianos y haber aprendido muchos "trucos" junto a ellos, entre los cuales se encuentra un grito tan poderoso que cualquiera que lo escuche morirá, además de otros trucos más bajo la manga. Skolimowski no sólo genera tensión en torno al triángulo conformado por Bates, el compositor (John Hurt) y su esposa (Susannah York), también lo hace a partir de lo desconocido y el poder lenta pero contundemente desplegado por ese algo indeterminado, y cómo estos dos conflictos se unen en uno solo.
Al final podrán preguntarse si "The shout" es la historia de un grito, de un triángulo, de una lucha de egos, si es la crónica de una muerte, o simplemente los desvaríos de un loco. Todo esto da lo mismo, y es justamente eso una de las máximas cualidades de "The shout": su carácter indeterminado y desconocido, el misterio de su esencia, el no saber qué vimos realmente. Gran película ésta, sugerente y extraña, fascinante y deslumbrante, desconcertante y salaz... No la dejen pasar.