Revista Cultura y Ocio
Hoy hablo de uno de esos discos con el que tengo una historia de amor/odio, el cuarto trabajo (sin contar el disco de caras B y temas inéditos Pisces Iscariot) de la banda de Chicago Smashing Pumpkins, que venía de haber hecho su obra maestra con un disco doble tremendo titulado Mellon Collie and the infinite Sadness de 1995, donde todos los miembros de la banda contribuyeron en la composición, liderados por Billy Corgan a la voz y guitarra, James Iha a las otras guitarras, la bajista D'Arcy Wretzky y el potente batería Jimmy Chamberlin. Y cuando todos esperábamos una continuación gloriosa, viene el cambio, en muchos sentidos. Ya durante la gira del disco anterior, extensa, Jimmy es expulsado del grupo después de un incidente infame por drogas, además de que ingresa en prisión. También está la muerte de la madre de Corgan y el fin de su matrimonio, todo esto produce un terremoto en la banda, que se queda reducida a trío y en la que cambiarán muchas cosas.Pero aquí ante todo, y fue lo que a mi me costó entender en su día, rompen con su sonido de guitarras sucias de sus primeros álbumes, y esa furia desatada, introducen electrónica, utilizando sintetizadores y cajas de ritmos, y todo se vuelve más pausado y relajado, pero ciudado... seguía habiendo calidad. Por si fuera poco, visualmente también cambian de indumentaria, adoptando tonos negros y góticos en sus ropas.
Nunca olvidemos que la época gloriosa de los Golpeadores de Calabazas son los 90, una de las bandas cruciales de esa década y que siempre tuvo defensores y detractores. Yo me he postulado siempre a su favor, ya que forman parte de mi identidad musical, los mamé y los escuché hasta la saciedad en mi época universitaria. Pero como siempre digo, cuando una banda cambia la fachada musical, cuesta entenderlo, a veces se tarda poco, otras mucho, a mi me costó tanto que devolví el disco original en la tienda donde lo compré, hoy sin embargo he adquirido la versión Deluxe de 6 discos y un dvd de la caja de este álbum, y todo vuelve a su sitio. Y aprendí a querer y a valorar Adore, un disco oscuro pero brillante, depresivo pero lúcido. En su día consideré que no habían querido seguir avanzando y arriesgando, pero leches, si que lo hicieron, experimentaron, cambiaron el rumbo y para bien, despachando una colección de canciones maravillosas. Y con el paso del tiempo, el disco aguanta fenomenal, casi diría que mejor que otros, y demostraron que cuando estaban en lo alto se podía arriesgar y que no todos lo entenderían, bravo por ellos, el tiempo les dio la razón.
To Sheila comienza el álbum con guitarra acústica (que a veces suena súper country) y la voz de Corgan, coros, y una melodía delicada que podría ser de las que acabaran un disco, pero aquí lo empieza, delicia absoluta de canción. Ava Adore es una gran muestra del nuevo estilo, bases programadas, cajas de ritmos, oscuridad en las letras de un Corgan en un momento difícil personal, y también los cambios y puentes maravillosos, enorme tema. Perfect contiene una melodía deliciosa que comienza desde abajo, un medio tiempo glorioso, donde el nuevo estilo está más que afianzado, y un estribillo muy destacable. Daphne Descends es posiblemente una de las grandes joyas de la banda, un diamante pulido donde las guitarras distorsionadas y con sonido alargado que se apoderan de la canción, un tema envolvente como pocos con la voz de Billy brutal y donde la batería es muy necesaria. Once upon a time es una balada delicada, con leves adornos de sintetizadores, mientras la voz del calvo se apodera totalmente de la composición. Tear es otra pieza espectacular, volviendo a la oscuridad con los redobles de batería iniciales y la guitarra, pero sus paradas y vuelta al ritmo era lo que me costaban al principio, y ahora me encantan, además de su aire apocalíptico. Crestfallen con el teclado y la base programada acompañan a la voz de Corgan, hermosa pieza donde los coros de la bajista D'Arcy embellecen aún más. Appels + Oranges es bastante psicodélica y aquí las base programadas se apoderan del tema, y comprobamos otra vez el momento oscuro de la mente de Billy. Pug podría pasar perfectamente por una canción ochentera de Depeche Mode, oscuridad total, donde los sintetizadores mandan, y donde el cambio de ritmo para el estribillo le da un gran empaque a la canción, además de la guitarra y su gemido. The tale of Dusty and Pistol Pete es de tono relajado, un medio tiempo de inicio acústico, que va creciendo a medida que avanza su longitud temporal, delicia de las que Corgan hacía como churros. Annie-Dog se inicia con piano, tema disfrutable que nos recuerda a los comienzos del grupo, a pesar de su tono sombrío. Shame quizás siga siendo la canción que menos me atrapa, con un ritmo algo desganado y como que no acaba de coger impulso, a veces este tipo de temas son excesivamente relajantes. Pero aquí el disco vuelve a coger garra con Behold! The Night Mare, tema siniestro ya la vez hermoso, con las bases programadas dominando, pero aquí la melodía está logradísima. For Martha es la canción más larga del disco, que comienza con piano, poderosa balada esta, pero cuyo final del tema estremece, esa psicodelia electrónica a la que habían llegado en este álbum y de qué manera, poderoso final sin duda con las guitarras distorsionando. Blank Page con inicio de piano, me parece de una belleza sublime con la voz de Corgan y los coros perfectos. 17, una pieza que no llega a veinte segundos cierra el disco, casi testimonial instrumental de cierre.
En definitiva un álbum incomprendido en su día, incluso por mi, pero que realmente supuso un punto y aparte. Quizás no sea su mejor trabajo, pero desde luego me parece imprescindible y necesario. Calabazas góticas al servicio de todos.Os dejo con el vídeo de Perfect.