A comienzos de 1959 el compositor y empresario musical Berry Gordy creaba, en Detroit, la casa discográfica “Tami Records” que, poco tiempo después, se convertiría en “Motown Records”, una productora musical de gran éxito en los años sesenta, especializada en soul, R&B, pop y, en general, música negra. A la Motown pertenecieron artistas y grupos como The Marvelettes, The Temptations, Martha & the Vandellas, Stevie Wonder, The Jackson Five, Rare Earth, The Isley Brothers o The Supremes, inicialmente conocidas como The Primettes hasta que, en 1961, firman por este sello discográfico y cambian definitivamente su nombre. Estuvieron en activo hasta 1977, aunque su etapa dorada fue la comprendida entre 1961 y 1970, año en el que Diana Ross abandona el grupo para iniciar una exitosa carrera en solitario. El trío clásico, el que tuvo mayor proyección, estuvo formado por Florence Ballard, Mary Wilson y Diana Ross, quien acabó por arrinconar a la que, hasta entonces, había sido la solista: Florence Ballard. Hasta tal punto fue así que, entre 1966 y 1967, Diana Ross conseguía cambia el nombre del trío por el de Diana Ross & The Supremes. Ballard no aguantó y acabó abandonando el grupo, y su propia vida; en 1976, cuando su enemiga triunfaba en solitario, moría de un infarto, como un juguete roto, olvidada, pobre y alcoholizada. En el año 2007 se estrenó “Dreamgirls”, la historia del trío vocal “Dreamettes” -en clara alusión a The Supremes-, donde se escenifica esta historia. “Wonderful! Wonderful!”, incluida en su álbum “I hear a symphony” (1966), probablemente no es su tema más conocido pero siempre me acuerdo de él por su inclusión en la serie Expediente X, en concreto en el capítulo titulado “Home“, donde se nos narra una truculenta historia de seres deformes y de una familia de esas que, de vez en cuando, aparecen en el cine de terror norteamericano (“La matanza de Texas”, “Las colinas tienen ojos”, etc.) La versión que aparece en la serie es la de Johnny Mathis, tal vez la más conocida, aquí la podéis escuchar; yo, sin embargo, me quedo con la elegancia y el buen hacer de las Supremes.
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