El lado del Garage que tienen sus composiciones tienen sobre todo mucha conexión con los sonidos primitivos y originales procedentes de bandas en gran parte británicas como los nunca suficientemente alabados The Kinks y los para muchos desconocidos The Troggs. Aunque también noté cierta conexión con la escuela americana, como por ejemplo esa referencia imprescindible como son The Sonics o con el debut de los Love de Arthur Lee -un primer álbum que entre unas cosas y otras hace un año que no escuchaba y que gracias a pillarme el álbum ‘Kiss Your Ass’ y escuchar su versión del “Can´t Explain” he vuelto a retomar y disfrutar como se merece-, con ese ritmo de John Jorgensen que podía ir desde lo primario y simple hasta otras canciones más complejas, llenando toda la sala con su batería… Es de los percusionistas más completos y vigorosos que he tenido el placer de ver en los últimos tiempos: no se le escapó ninguna baqueta, no tuvo fallos, sonaba a las baterías de antes -a cuero, no a plástico- y su nivel de pegada no decayó a medida que se iba acabando la noche. Es más, creo que si el repertorio que tenían preparado con sus bises y todo no se hubiera agotado, podrían haber seguido tocando hasta el infinito y más allá. Después hicimos unas fotos gracias a la pedazo cámara de Laura, amiga y compañera de No Es Nuestra Primera Vez, y nos pillamos un disco. Nos lo firmaron los tres artistas con mucha simpatía y atención -incluso estuvieron buscándonos un rotulador porque no llevábamos encima-, con la curiosa anécdota de que a Jeff al parecer no le mola nada la fotografía interior de la carpeta del álbum ‘Kick Your Ass’ en la que posan los miembros de la banda porque dice que en ella sale con una cara un poco rara, como de tolai -Todos los que la tengan pueden dar fe de ello-. Una imagen que mire usted por dónde todo el mundo suele pedir, sin ningún atisbo de misericordia, que firme… Así que entre bromas y con cara de resignación se puso a firmar en todo su gepeto para tapar las huellas del delito. Un gran tipo del que nos despedimos para marcharnos a casa a madurar y reflexionar sobre la gran noche vivida.
¿Sabéis esa sensación que suele embargar a uno cuando parece estar a pocos minutos de presenciar algo grande? Pues así estuve a lo largo de la semana cuando tanto de uno como de otro lado no paraba de recibir referencias positivas sobre The Swingin´ Neckbreakers.
Todas estas expectativas lo único que hacían era acrecentar las ganas que tenía de ver en directo a este trío procedente de Trenton -Nueva Jersey-. Decir lo contrario sería faltar a la verdad. Más aún cuando en foros se decía y leía que lo estaban bordando en su gira por España, cuando personas que ya los conocían de antes me los recomendaban con ahínco y animaban a pasarme para verlos, y luego ya cuando al escucharlos supe que difícilmente me iban a defraudar.
Para tener más puntos a favor, resulta que de unos años para acá, la palabra 'swing' ha estado muy presente en mi vida -ese espacio radiofónico dedicado a la Psicodelia llamado Swingin´ RUAH que ya acabó y cómo no, Los Sultanes Del Swing siempre dando guerra- y eso hace que la tenga un cariño especial. Así que cuando la vi formando parte del nombre de esta banda, me dio buena señal. No me confundáis. No es que sea muy de creer en esas chorradas de las corazonadas o intuiciones, peeero...
Redondeando aún más la jugada estuve informándome sobre ellos, viendo algunos conciertos en directo, fotografías, datos,... y es que fue ver esos colores y diseños añejos tan propios de sus portadas e imaginarme al momento cómo se les podría haber traducido y rotulado a The Swingin´ Neckbreakers en el mercado discográfico español allá por los años 60 y 70: ¡Los Rompecuellos Del Swing!
Y no es un nombre que quede mal, porque lo que no se puede negar es que el peculiar, macarrónico e imaginario título de Los Rompecuellos Del Swing no describa y refleje a la perfección las características musicales de este conjunto formado por Jeff Jefferson a la guitarra y apoyo vocal, John Jorgensen a la batería y apoyo vocal, y por su hermano Tom al bajo eléctrico y voz solista.
La banda era puntual y tenía ganas de tocar -ellos ya estaban listos pero se atrasó un poco más la hora de inicio para que todo el público que iba a venir llegara a tiempo y no se los perdiera-, los tipos de The Swingin´ Neckbreakers se subieron al escenario de la Sala EgoLive para darnos un buen repaso musical a base de Rock And Roll de alta escuela y Garage primigenio, sin negar esa presencia de sabiduría Pop a la hora de construir melodías y estribillos inmediatos. Lo del Punk que he leído en otros sitios no lo capto de una forma tan clara en esta banda como sí lo aprecio en otras formaciones. Sus composiciones transmiten esa energía y rabia tan propia de la juventud, pero no tienen esas otras características del Punk como el ruidismo, la concepción crítica y pesimista, su filosofía… Bueno, supongo que es cuestión de sensibilidades.
Al contrario que pasa con otras bandas, The Swingin´Neckbreakers se dejaron de las típicas zalamerías y subterfugios -que entretienen y que están muy bien- para ganarse el afecto del público del tipo intentar chapurrear en español o levantar las birras cada dos por tres… Nada de nada. Estos bigardos llegaron, se subieron al escenario y rompieron la noche, literalmente.
Su repertorio tiró de clásicos básicos de la banda. Como viene siendo costumbre en las últimas bandas que vienen por aquí, hay que decir que su discografía es un tanto entrecortada y no muy extensa que digamos, así que no faltaron todas esas canciones que aparecen en sus 5 discos con Telstar Records: ‘Live For Buzz’-1993-, ‘Shake Break!’ -1995-, ‘Kick Your Ass’ -1997-, ‘The Return Of Rock’-2000- y finalmente su último trabajo hasta la fecha ‘Pop Of The Tops!’ -2009-.
Como iba diciendo antes, este trío rompió la noche con un sonido que tiene que gustar a todo el mundo. Un ejercicio de buen gusto consistente en la mezcla increíble de Rock And Roll clásico a lo Little Richards, Jerry Lee Lewis e incluso un poco a lo John Fogerty… Si no me creéis, haced el favor de escuchar la canción “Wild Wild” que hay arriba. Es espectacular la manera que tiene Tom Jorgensen de tocar ese precioso y antiguo bajo sin púa, con los dedos -como se ha hecho toda la vida de Dios-, de cantar-aullar-gritar como nadie y de afrontar el peso de espectáculo con sus poses chulescas ‘sacabíceps’ y rocanrroleras a más no poder. Se nota que de pequeños se han criado escuchando sonido americano de pata negra. Si escucháis a estos herederos directos de la vieja escuela y cerráis los ojos durante un momento, podréis ver a jovenzuelas animadoras rubias mascando bubblegum siendo paseadas por el guaperas del quarterback estrella del equipo del instituto en un amplio y descapotable rojo cereza Chevrolet Bel-Air mientras el resto de losers observa como se las lleva al mirador que hay en lo alto de la ciudad... ¡Imaginación y música al poder!
En cuanto a lo del Punk, ya lo he comentado antes, por lo que no es cuestión de repetirse…
Y no, no me olvidaba del amigo Jeff Jefferson. A lo largo de la noche, el trabajo con su Gibson estuvo a la misma altura que la de los hermanos. Murallas de acordes clavados, solos con regusto a clásico y paseos entre el público que mi nula pericia con la cámara de fotos evitó que pudiera retratar esos momentos de manera digna. Para que os hagáis una idea de mi torpeza a la cámara, esto es lo más decente que me salió:
Llegado el momento de los bises no hubo ni un segundo de descanso. No se llegaron a bajar del todo del escenario. Y es que iban como un cañón, como un obús… Imparables. Se colgaron sus instrumentos de nuevo y nos acabaron de ganar para siempre. Más aún cuando a Jeff le dio por bajarse del escenario y permitir que las últimas notas que iban a sonar esa noche de su guitarra fueran tocadas por los mismos asistentes… ¿Es o no un detallazo?
A continuación, el setlist que una amable señorita me dejó fotografiar muy educadamente: