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The thief of Bagdad: An arabian fantasy in Technicolor

Publicado el 07 febrero 2010 por Alfonso


+ DE 1001 FILMS: 1035 - The thief of Bagdad: An arabian fantasy in Technicolor La revisión de The thief of Bagdad (El ladrón de Bagdad, 1924), clásico silente de Walsh a mayor gloria de Douglas Fairbanks, que financió Alexander Korda y se estrenó como The thief of Bagdad: An arabian fantasy in Technicolor (El ladrón de Bagdag, 1940) resultó una maravillosa y refulgente joya del cine de aventuras, a pesar de la dirección compartida (a los acreditados Ludwig Berger, Michael Powell y Tim Whelan habría que sumar las incursiones del productor, de su hermano Zoltan Korda y de William Cameron Menzies, de ser justos con las crónicas de la época) y del cambio de escenario obligado por el comienzo de la WWII (de las localizaciones británicas a las de California y Colorado). Si a todos esos nombres se suman los de un músico de genial carrera por delante (Miklós Rósza), un director artístico familiar pero entregado (el pequeño de los Korda: Vincent) y un pionero en los efectos espaciales (Larry Butler, padre del chroma), queda bien claro que el cine es una industria donde detrás de un bonito rostro o una perversa mirada hay un equipo, una maquinaria que cuando avanza engrasada es capaz de dibujar sonrisas y emociones en espectadores y financieros.
En The thief of Bagdad: An arabian... los episodios se suceden al estilo de los cuentos de Las mil y una noches con un fin concreto: alcanzar la libertad, la felicidad, y el ingenio está en cada fotograma, en todas y cada una de las trepidantes peripecias de Ahmad (John Justin) y Abu (Sabu). Genios atrapados en botellas o aguas, miniaturas que bailan, caballos mecánicos y alfombras que vuelan se mezclan con las aventuras de un ladronzuelo que ladra y un ciego que es en realidad un rey destronado. Una ambiciosa fantasía persa llena de imaginación, en la que no falta la princesa de quien enamorarse (June Duprez) y el pérfido que se aprovecha de su privilegiada posición para satisfacción propia, Jaffar (Conrad Veidt) en esta cinta. Malvado este último que, como suele ocurrir con demasiada frecuencia en el cine, se erige en el personaje resuelto con mejores resultados interpretativos.
Un poco de diversión y de aventuras, dice Sabu que prefiere cuando se le da la oportunidad de instruirse, vivir en palacio y convertirse en visir. Lo mismo que el cine suele prometer algunas veces y que aquí se nos entrega, sin engaños ni locuras, envuelto en un espléndido colorido y magníficos decorados.
Inolvidable vista en la infancia. Imperdonable alcanzar la madurez y creer que no es tiempo para visionarla.
+ DE 1001 FILMS: 1035 - The thief of Bagdad: An arabian fantasy in TechnicolorThe thief of Bagdad: An arabian fantasy in Technicolor
(El ladrón de Bagdad, 1940)

En el libro 1001 películas que hay que ver antes de morir (Editorial Grijalbo) se detallan 6 títulos de M. Powell: The life and death of Colonel Blimp (Coronel Blimp, 1943)*; "I know where I'm going!" (1945)*; A matter of life and death (A vida o muerte, 1946)*; Black narcissus (Narciso negro, 1946)*/**; The red shoes (Las zapatillas rojas, 1948)* y Peeping Tom (El fotógrafo del pánico, 1960). No se detallan títulos de L. Berger o T. Whelan.
* Codirección de E. Pressburger.
** El año de estreno de este título es 1947.


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