Revista Cine
Director: Alfonso Gomez-Rejon
Pues bueno, la película que les comentaba ayer, "The town that dreaded sundown" de Charles B. Pierce, tiene una así llamada meta-secuela del mismo nombre, que es la que les comento ahora. Las comparaciones son inevitables y muy necesarias, sobre todo cuando tenemos dos objetos que se inspiran, básicamente, en la misma cuestión. Así, la película del debutante Gomez-Rejon me parece que está mejor lograda que la de Pierce, aunque es cierto que no estamos ante una cinta fantástica ni memorable, pues así como tiene elementos más que destacables y promisorios, también hay otros cuantos que deben ser criticados con vehemencia. A fin de cuentas, es la era en la que vive y filma Gomez-Rejon lo que lo hace tropezar con las mismas piedras, pero se puede vislumbrar en el joven director una manera particular de ejecutar un relato que lo separa de los vicios de su generación. "The town that dreaded sundown" versión 2014 es una nada desdeñable película para pasar un buen rato.
En el actual pueblo de Texarkana, en el cual un asesino en serie atacó y mató a varias personas allá en los años cuarenta, hechos que inspiraron la película de Charles B. Pierce en los setenta, una joven y su novio son atacados por un sujeto que se viste como the Phantom luego de una proyección de "The town...", iniciando una nueva ola de terror y violencia que tiene como misterioso y aparentemente inexplicable eje central a la joven, llamada Jami Lerner. El nuevo misterio debe ser resuelto.
Yo pienso que esta película tiene más cosas buenas que malas, aunque las malas ya llegan a dar un poco de rabia por lo incomprensible y repetitivo de su naturaleza. ¿Cuáles son las cosas malas? Lo típico: las secuencias de asesinatos. Gomez-Rejon recurre a las archi-manoseadas técnicas visuales llenas de efectismo y caos visual que utilizan la gran mayoría de sus contemporáneos y congéneres, estas son: una banda sonora ruidosa en exceso, mil imágenes por segundo montadas desordenadamente con el claro fin de causar confusión o desorientación, primerísimos primeros planos de rostros asustados o planos detalle de tobillos rotos y cosas sangrientas... Si Pierce lograba que su sobria y despojada puesta en escena -la que por desgracia se transformaba en tedio la mayor parte del tiempo: un arma de doble filo, un tiro por la culata- potenciara la cruda y directa violencia del asesino y sus métodos, Gomez-Rejon le quita toda seriedad e impacto con tanto artificio: como suele pasar con el terror adolescente, los asesinatos no causan ni miedo ni desagrado, simplemente risas y vergüenza ajena. Desde luego, dichos tics rozan el bochorno y la tolerancia, a nivel general, y en este caso en particular la incomprensión porque el director, descontando las reprochadas secuencias, no filma como un novato sin personalidad, sino como un sujeto que aunque claramente necesita pulir y revisar su forma de dirigir, miren ustedes, tiene un estilo o una forma de ejecutar relatos bastante audaz, notorio y, quien sabe, reconocible a futuro. ¿Cómo lo sé? Pues, como debe ser, debido a que la imagen fílmica lo dice todo por sí misma en tanto cuáles son las intenciones estéticas del director: un gusto por las tomas continuas y generalmente en movimiento, lo cual dice que al director le fascinan los planos secuencia y bastante más: que el director cree que la atmósfera puede ir construyéndose por la propia pulsión del relato y de la imagen, y no por adornos vacuos. Y ojo, que no hablo de terror puro acá, pues esta versión de "The town...", al igual que su predecesora, no es ni un slasher ni una de terror propiamente tal; es, más bien, una de suspenso, empero, lo que surge de la imagen no es sólo miedo o histerismo, sino también confusión personal y hasta la lucha interna de la protagonista, con sueños de irse de la ciudad pero a la vez demasiado arraigada a ella, incluso sin que así lo quiera. Hay una escena en particular que llama mucho mi atención, que es cuando, luego del ataque inicial a ella y su novio, la chica va a una psicóloga y comienza a abrirse como persona, y la cámara se queda en su rostro en todo momento, siendo nosotros testigos de toda su vulnerabilidad que la hace quebrarse poco a poco. Si bien la película está tan bien como pobremente dirigida, los destellos de buen cine como el recién descrito son los que para mí deberían prevalecer, pues se nota que hay un sujeto detrás de la cámara y no un robot sin alma ni mente programado para satisfacer a quinceañeros descerebrados.
Dicho esto, hay que agregar otro punto en contra, que es la pueril tentación que vence a Gomez-Rejon y que lo hace caer en el guiño fácil para con la cinta de Pierce. Ya se darán cuenta cuando vean ambas películas, y verán que narrativamente no tienen ningún uso ni tampoco ninguna gracia per se. Además, el relato me parece bastante débil en su aspecto policial, pues a raíz del ataque inicial surgen dos líneas paralelas: la investigación de la policía, línea que no nos lleva a ningún lado y que sólo está ahí para agregar minutos y guiños; y la investigación personal de la protagonista, también llena de guiños metacinematográficos, pero mejor hecha por tener el toque humano de la chica y por presentar una especie de lucha entre ella y el asesino -mejor dicho, entre lo que representan- como dos fuerzas inasibles que se acechan la una a la otra incansablemente. Y he acá una importante dicotomía que se desnuda por completo al final: esto del imposible retorno del asesino se hace inverosímil y ridículo una vez revelado el misterio, el cual el espectador atento podría ver venir desde la mitad del relato -nuevamente por seguir los típicos vicios del cine de terror de asesinos "moral o justicieramente" vengativos, o así...-, lo que nos hace ver que lo realmente importante era el significado algo más abstracto del asunto, el del significado de la presencia no visible ni tangible del asesino, su aspecto fantasmal y cuasi metafórico para la protagonista y el pueblo. Si bien la chica buscaba resolver el misterio, la gracia del asunto es que eso mismo enriquecía su búsqueda personal, su aceptación con la propia personalidad. Creo que el director quería aprovechar todo el lío del asesino para instalar este drama de la protagonista, esa interrogante interna y perpetua que se ve resuelta una vez que lo del asesino se esclarece. No es baladí que en esta película todo el legado cultural y social de the Phantom se vea como un fenómeno viral y banal por parte de los adolescentes, y no como el peligro mortal y atroz que realmente fue, como se nos mostraba en la cinta de Pierce; por lo tanto, me parece que Gomez-Rejon hace una película sobre fantasmas y sus consecuencias internas, ya sea para una comunidad como para una persona, y de las culpas que deben exorcizarse de alguna manera. Un director novato e idiota se habría quedado con el simple morbo, y aunque Gomez-Rejon se deje vencer por esos vicios estéticos, todo esto de los fantasmas y las culpas y la pretendida catarsis colectiva/personal le otorgan varios puntos a su haber, pues creo que en este caso sí hay una mirada, al contrario de lo que ofrecía Pierce, un recuento estéril de acontecimientos. Lo de Gomez-Rejon es una lectura y una interpretación, aspecto que le ha quedado muy bien.
No obstante, la película a nivel general, si bien apreciable y de sensación final positiva, no está del todo bien lograda, quizás porque el director no se atrevió a desmarcarse por completo de la etiqueta de "cine de terror", y dejó que los errores inherentes del género le contaminaran su relato de fantasmas y culpas. Con todo, creo que la película es recomendable.
...Oh, y la protagonista, Addison Timlin, además de actuar muy bien, es infinitamente bella y exquisita -también actúa en "Californication", ¡donde aparece desnuda!-, lo que hace que el visionado sea aún mejor. A propósito, me parece que comparte cierto parecido con la deliciosa y maravillosa Elizabeth Olsen, otra actriz de la cual me declaro profundamente enamorado. Ambas tienen un aire... a inocencia y picante malicia... Bellas, bellas.