Revista Cultura y Ocio

the toy

Publicado el 18 septiembre 2012 por Serlibre

No sé si los días como hoy son complicados o soy yo. Ordenar el descanso es peor que la rutina laboral. Se aparecen esas cosas, esos rostros que ni se sabe de dónde llegan. No los veo nítidos, rozo el espacio que ocupan. Ayer cerré los ojos pensando que era una perfecta reprimida que ni en sueños lograba coagular un orgasmo. Finalmente me dormí. Dormir es un juego, hay que armarlo de día, calzártelo en los hombros y hacer de cuenta que perdiste la partida. Esperar otra noche más sin la certeza de que estarán los mismos jugadores. Anoche jugamos casi todos, estaba en la mejor parte cuando sonó el teléfono, era Emilia.
- ¿Dormías?
- Si Emi, no importa. ¿Qué tal?
- Bien, un poco aburrida, estoy de guardia
- ¿Aburrida? ¿Qué decís?
- Bueno quizás aburrida no sea precisamente el término, por suerte no hay  pacientitos en la sala de espera. El chiquitín del paro cardíaco no sufrió demasiado. Lo conocía hace años, un divino, algo te conté
- Emi no hace falta que seas tan desagradable, sabés de sobra que la muerte y yo no nos llevamos nada bien y menos a esta hora
- Es mejor que duermas, no debí llamarte, soy una desubicada. Nos hablamos mañana. Besos.
Ayyy por favor, cómo no me di cuenta, no puede ser posible. Emilia amaba a ese chico. ¿Será el mismo que le pedía sus pulseras en el patio del hospital cuando lo dejaban solearse un ratito los días previos a la quimioterapia? No creo si hubiera sido él no se hubiera manifestado aburrida, aunque pensándolo bien agregó que aburrida no era la palabra adecuada. Qué noche me espera, qué noche.
Me tape como no queriendo entrar en ese juego que sólo le pertenece a Emilia, ella sabe apostar. Y tuve suerte, fue la primera vez que amanecí recordando el sueño. Lo tenía ahí, al costado de mis sábanas. Era bello, aparecían dos sombras una grande, negra con contornos blancos, que si bien no tenía rostro yo sabía que ese vació era mi madre, ocupando el primer plano tridimensional. Atrás mi padre con contornos más difusos, hueco también y negro pero inexplicablemente sentido. Más atrás mi hermano, él sí que no era sombra, no era, sólo se sentía. Si tuviera que armarlos lo haría con cartulina o papel liviano como esos móviles desplegables que se extienden y se achican como guirnaldas listas para un día de cumpleaños. No fue un sueño, fue una fiesta. No faltó nadie. Ni siquiera vos. Tu voz me sonreía y me invitabas a mirar por la ventana de esa sala que era en apariencia un lugar de estudio. Yo te deseaba y vos lo notabas. Me ilusioné con un gesto que me daba a entender que al terminar la reunión me invitarías a esa casa de pasillo que nunca existió pero que yo imaginé que tenías.No dejaba de mirarte pero me llamó Lucía – vamos me dijo- y no quedaba otra más que aceptar, vos no podías venir, nunca supiste nadar. La pileta angosta teñida de verde con un fondo de terciopelo rústico. Al salir ya no estabas. Busqué tu mirada y la encontré al lado de la profe, esta vez incluyéndome pero vos te ibas a la cocina en busca de un no.  No quiero comer nada, que rico todo pero si como mañana como hago. Ahí me di cuenta que no entraba en tus planes nocturnos y que esa invitación a tu casa de pasillo sería tan irreal como la imaginé. Te ibas a recorrer la casa, yo no te seguía permanecía congelada contemplando eso que te recorre todo el cuerpo las primeras veces que flasheas un amor. Apreté las manos para que no te escaparas y la vi a la profe hablando por celular con su novio y sentí envidia de esas caricias telefónicas. Imaginé ser ella. Pero ni así. Era casi un juego en el que tendría que perder. Ya te habías ido cuando desperté.
- Hooola buen día qué dice mi mejor amiga Emilita
- Holaaa acá ando buscando al micro bichito.
- De qué bichito hablás Emilia
- De Zato, el perrito que le iba a regalar al chiquitín que te conté anoche.
- Hablemos un poco de eso, discúlpame anoche era tarde, no supe no pude. No se.
- Tranquila no voy a regalar a Zato, mi chiquitín no está, no llegué, hizo un paro anoche pero pienso jugar casi como lo haría él. Ay si lo viera le daría un berrinche porque no es negro. Es un caniche toy, él lo quería negrito pero no encontré, no supe ni pude nada, como anoche. Zato es muy gracioso sabés, me hace cosquillas desde el bolsillo.
the toy

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