Revista Opinión

The Troubles: nación, Biblia y fusil en Irlanda del Norte

Publicado el 22 diciembre 2019 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

La historia de Irlanda del Norte ha venido marcada desde su creación en 1921 por el conflicto entre republicanos y unionistas, los primeros partidarios de la unión de toda Irlanda en un solo Estado, la República de Irlanda; los segundos, favorables a la existencia de Irlanda del Norte como nación unida a Inglaterra, Escocia y Gales dentro del Reino Unido. Estas posturas políticas están empapadas de un carácter marcadamente identitario: los republicanos son predominantemente católicos y étnicamente irlandeses, mientras que los unionistas son protestantes y étnicamente anglo-escoceses.

Mantener la isla dividida tras la independencia de la República de Irlanda tuvo como objetivo defender los intereses de la población protestante, que se concentraba en el Úlster, la región en el extremo norte de Irlanda. Esto provocó que Irlanda del Norte fuera, desde su creación, un lugar políticamente inestable en el que una parte de la población, apoyada por el Gobierno del Reino Unido, dominaba a la otra parte. Esta tensión terminó por generar una oposición entre los católicos que se consolidó en 1968 en la lucha por los derechos civiles de Irlanda del Norte.

Para ampliar: “¿Cuándo y cómo se constituye el Reino Unido?”, El Orden Mundial, 2019

La lucha por los derechos civiles de Irlanda del Norte

La lucha por los derechos civiles tuvo su mejor ejemplo en EE. UU. y Martin Luther King Jr., y es indudable que el caso norirlandés bebió directamente de aquel movimiento del otro lado del charco a finales de los 60. Impulsados también por aquel espíritu revolucionario parisino de mayo del 68, durante el verano de ese año los católicos de Irlanda del Norte comenzaron a protestar contra la discriminación que sufrían con manifestaciones en las calles. Esta exclusión era eminentemente política, y se manifestaba a través de un sistema electoral en el cual la delimitación de circunscripciones electorales estaba cuidadosamente calculada para asegurar el dominio unionista del sistema político.

La discriminación contra católicos seguía un patrón: en las zonas con mayor presencia de católicos y, por tanto, mayor posibilidad de pérdida del dominio unionista, mayor discriminación. Aunque la discriminación no solo se reflejaba en el sistema electoral; también era palpable en el acceso a vivienda pública y a cargos en la administración, como en el condado de Londonderry: en el momento del estallido del movimiento por los derechos civiles, la población católica superaba el 60% pero tan solo ocupaba un 31,5% de los cargos públicos.

The Troubles: nación, Biblia y fusil en Irlanda del Norte
Mural en Derry en recuerdo de la lucha de los derechos civiles. En él se pueden leer los lemas “un hombre, un voto” y “empleo, no credo”. Dos de las grandes reclamaciones del movimiento: el fin de la discriminación política y el fin de la discriminación en el acceso a puestos de trabajo. Fuente: Kenneth Allen

Esta discriminación tampoco fue exclusivamente material. La identidad irlandesa fue prohibida y silenciada en Irlanda del Norte: se negó el reconocimiento oficial de la nacionalidad irlandesa, se ilegalizó el uso de su bandera tricolor, y la historia y lengua irlandesa no fueron incluidas en el sistema educativo de Irlanda del Norte. Esta negación de la identidad inevitablemente provocó malestar y violencia entre los católicos norirlandeses, y las marchas por el fin de la discriminación de los católicos en Irlanda del Norte fueron frecuentes entre los veranos de 1968 y 1969. Los sectores protestantes del país se opusieron a ellas y las marchas a menudo terminaban en confrontaciones entre católicos y protestantes o eran disueltas por las fuerzas de seguridad.

En ese contexto de tensión social, el 12 de agosto de 1969 un desfile protestante derivó en una gran reyerta después de pasar por las calles colindantes del barrio católico de Bogside, en Derry. La llamada batalla del Bogside enfrentó durante tres días a nacionalistas irlandeses y los cuerpos policiales de Irlanda del Norte, quienes terminaron  necesitando la intervención directa del Ejército británico. La batalla del Bogside es considerada, dada la intervención del Ejército y la magnitud de los enfrentamientos, el punto de partida de The Troubles. Tres décadas de conflicto en una sociedad dividida cuyos efectos aún perviven en la política de Irlanda del Norte. 

The Troubles

Hay tres actores diferenciables en este conflicto armado, que se cebó especialmente con la población civil y que entre 1969 y 1998 dejó 3.489 muertos. En primer lugar, destacan los grupos paramilitares republicanos, con el IRA como el más relevante. El IRA (Ejército Republicano Irlandés, por sus siglas en inglés) es una organización terrorista formada originalmente en 1919 y que renació durante The Troubles con el objetivo de reunificar Irlanda y construir una patria socialista en la isla. En segundo lugar, el Estado de Reino Unido también jugó un papel fundamental en el conflicto a través de sus cuerpos policiales y el Ejército británico. 

El último actor de importancia son los grupos paramilitares unionistas, entre los que destacan el UDA y el LVF. Los grupos paramilitares consideraban que las fuerzas del Estado no protegían correctamente a la población protestante, y que su existencia era necesaria para luchar contra los republicanos y impedir así la reunificación de Irlanda. Los grupos unionistas no tenían un proyecto político claro, y principalmente buscaban mantener el statu quo y el carácter protestante de Irlanda del Norte. Estos grupos estaban, y continúan estando, fuertemente vinculados con corrientes de ultraderecha y grupos neonazis de todo el Reino Unido. 

The Troubles: nación, Biblia y fusil en Irlanda del Norte
Mural en el barrio de Rathcoole (Belfast), que conmemora las acciones del comando unionista Red Hand Defenders. Se puede leer en él “para proteger a la comunidad unionista y mantener nuestra identidad británica”. Fuente: Wikimedia

Tras la batalla del Bogside, el IRA se escindió. Por un lado, los “oficiales” defendían una solución política para la unificación irlandesa y argumentaban que esta no sería posible hasta que se diera una unión y un hermanamiento efectivo entre las clases obreras católicas y protestantes en el norte de Irlanda. Por otro lado, los “provisionales”, pensaban que los “oficiales” habían fracasado en sus métodos a la hora de defender a los católicos de Irlanda del Norte y estaban decididos a optar por la lucha armada.

La violencia aumentó notablemente a partir de 1969. Los enfrentamientos entre paramilitares, los atentados contra fuerzas de seguridad y civiles, y los asesinatos políticos se hicieron rutinarios. El año 1972 fue el año más sangriento de The Troubles, dejando 480 víctimas mortales. Además, en ese año se dio el famoso 30 de enero conocido como Bloody Sunday (‘domingo sangriento’), en el que catorce manifestantes fueron asesinados a tiros por el Ejército británico; y el menos famoso 21 de julio, conocido como viernes sangriento, en el que el IRA detonó veintidós bombas de forma casi simultánea, matando a nueve personas. Durante 1972, el IRA aumentó significativamente la intensidad y la frecuencia de sus ataques, lo que terminó provocando, en marzo de 1972, la suspensión del autogobierno del que había disfrutado la región desde 1921. Irlanda del Norte quedaría bajo control directo de Londres desde entonces hasta el fin del conflicto. 

Los grupos paramilitares unionistas comenzaron a actuar decididamente como grupos terroristas también a principios de los años 70, cometiendo atentados, y secuestrando y asesinando a católicos, civiles en la mayor parte de los casos. Las bombas en pubs republicanos fueron habituales en aquella época. Posteriormente, informes e investigaciones independientes han demostrado la colaboración entre estos grupos paramilitares y las fuerzas del Estado británico. La naturaleza de esta colaboración va desde la ocultación y eliminación de pruebas hasta la implicación directa de miembros de las fuerzas policiales y militares en el asesinato de republicanos.

Cinco años después de Bogside, en 1973, se intentó poner un fin al conflicto con el Acuerdo de Sunningdale, que proponía un reparto de poder proporcional entre ambas comunidades y la creación de un nuevo órgano legislativo en Irlanda del Norte. Sin embargo, el acuerdo contó con la oposición directa de grupos paramilitares unionistas y un sector significativo de la mitad protestante del país, dado que amenazaba su dominio político sobre la región. En mayo de 1974, tras dos semanas de huelga general por parte de los trabajadores unionistas de Irlanda del Norte, el acuerdo se dio por muerto. Tras el fracaso de Sunningdale no volvería a haber un acuerdo político entre republicanos y unionistas hasta 1998. 

The Troubles: nación, Biblia y fusil en Irlanda del Norte
Una pancarta llama a “no rendirse” en el barrio unionista de Shankill (Belfast). En la pared puede leerse “Dios salve a nuestra reina”. Fuente: Wikimedia

A pesar de la división religiosa entre las partes enfrentadas, y que habitualmente The Troubles sea tratado como un conflicto entre católicos y protestantes, el carácter religioso del mismo fue instrumental a lo sumo. Para el bando republicano, se trataba de una guerra de liberación nacional, no un conflicto religioso; la continuación de la guerra de independencia irlandesa (1919-1921), su episodio final. Ni el IRA ni Sinn Féin, el partido político que actuaba como su brazo político, reconocían la jurisdicción británica sobre Irlanda del Norte y, por lo tanto, no aceptaban al Estado británico como ente legal con el monopolio de la fuerza, justificando así la lucha armada. 

Tampoco para el bando unionista el carácter religioso fue determinante, aunque el fundamentalismo religioso se manifestara de manera más evidente en este bando que en el republicano. El estatus político de Irlanda del Norte dentro del Reino Unido, y la amenaza que los grupos republicanos suponían para el mismo, fueron lo que movilizó la acción política, paramilitar y militar del bando unionista.

Ante la imposibilidad de poner fin al conflicto, el Gobierno británico cambió la estrategia a finales de los 70. Tras el fracaso de Sunningdale, Londres optó por intentar reducir la violencia política y deslegitimar el discurso de la “lucha por la liberación nacional” que promovía el IRA. Así, se sustituyó progresivamente a las fuerzas militares británicas, vistas por los republicanos como fuerzas de ocupación, por cuerpos policiales norirlandeses. Londres también puso fin a la doctrina del internamiento sin juicio y buscó deslegitimar la acusación de que los republicanos encarcelados eran presos políticos. Ello también provocó que la situación de los presos republicanos cambiara, puesto que hasta entonces habían sido legalmente tratados como prisioneros de guerra, que tienen una serie de privilegios frente a los presos comunes con base en el derecho internacional .

Los presos republicanos respondieron al cambio de condiciones protestando con huelgas de hambre, que culminaron con la muerte de diez de ellos en 1981. Estas huelgas de hambre dinamitaron el intento del Gobierno británico de alejar el discurso de la “lucha por la liberación nacional” y encuadrar los actos del IRA como actos de sanguinarios criminales. Las huelgas de hambre recordaron a los católicos de Irlanda del Norte que había personas dispuestas a morir por un ideal, reavivando la lucha nacionalista. 

Para ampliar: “La estrategia contra el terror en Irlanda del Norte”, Esther Miranda en El Orden Mundial, 2016

Estrategia de urna y fusil 

IRA y Sinn Féin comenzaron a coordinar sus acciones por esa época, en lo que se ha llamado la estrategia de ballot box and Armalite, que en castellano se traduciría como ‘urna y Armalite’, nombre de un rifle de fabricación americana típicamente usado por los paramilitares republicanos. Esta consistía en coordinar las acciones violentas del IRA y la participación política de Sinn Féin, combinando ambas para alcanzar los objetivos republicanos. Así, Sinn Féin tomó a participantes en las huelgas de hambre como representantes del partido, sacando partido a su popularidad entre los católicos norirlandeses. 

De la mano de esa estrategia de coordinación, la violencia se redujo significativamente durante la década de los 80, con menos de cien víctimas anuales en la mayoría de los años de la década. La excepción fue un aumento en los ataques con explosivos en suelo inglés, entre los que destaca el intento de asesinato a la entonces primer ministra  Margaret Thatcher en Brighton en 1984. La mayoría de estas explosiones se saldaron sin muertes, dado que habitualmente se daban avisos de bomba. El objetivo más frecuente durante la década fue el distrito financiero de Londres, pues se priorizó el daño económico a las víctimas mortales. 

The Troubles: nación, Biblia y fusil en Irlanda del Norte
La fachada del Grand Hotel de Brighton tras la explosión de la bomba dirigida a atentar contra Margaret Thatcher en 1984. Fuente: Wikimedia

La violencia unionista también se redujo significativamente en esos años. Tras el Tratado Anglo-irlandés de 1985, que garantizaba a la República de Irlanda un papel consultivo en Irlanda del Norte, la violencia paramilitar unionista volvió a intensificarse. Sin embargo, ante una progresiva pérdida de la esperanza de alcanzar sus objetivos por la vía armada y agotados tras décadas de intenso conflicto, tanto los grupos republicanos como los unionistas comenzaron a mostrarse abiertos al diálogo y manifestaron su intención de terminar con él de manera dialogada y pacífica a finales de la década de los 80.

Para ampliar: “La República de Irlanda, la cara A de la isla esmeralda”, Astrid Portero en El Orden Mundial, 2019

La paz de Viernes Santo

El IRA anunció unilateralmente el alto el fuego en 1994 y los principales grupos unionistas respondieron de la misma forma poco después. Sin embargo, en un principio se negó al Sinn Féin la participación en las negociaciones de paz, al ser visto como una forma de dar voz a los terroristas. Como respuesta, el IRA rompió el alto el fuego con la detonación de un artefacto explosivo en 1996. La vuelta de la violencia demostró que no admitir en la mesa a uno de los actores más relevantes del conflicto impediría traer la paz a Irlanda del Norte, y en 1997 se aceptó la participación de Sinn Féin en el proceso de negociación, con lo que el IRA volvió a anunciar un nuevo alto al fuego.

Estas negociaciones cristalizarían en el Acuerdo del Viernes Santo, también conocido como Acuerdo de Belfast, en 1998, que fue ratificado a través de dos referéndums celebrados el 22 de mayo de 1998, uno en Irlanda del Norte y otro en la República de Irlanda, el primero con un 71,1% de apoyos y el segundo con un 94,4%. Dicho acuerdo reconoce tanto la nacionalidad británica como la irlandesa en Irlanda del Norte, permite una reapertura de la frontera en la isla de Irlanda y recupera el autogobierno con un sistema de representación proporcional de ministros en función al voto. La policía norirlandesa, íntimamente relacionada con los abusos contra republicanos durante The Troubles, fue sustituida por un nuevo cuerpo policial con cuotas para católicos en los mandos superiores. Aunque quizás la concesión más importante es que se reconoce el derecho de los habitantes de Irlanda del Norte a cambiar el estatus legal del territorio por la vía democrática, legalizando la posibilidad de independencia y adhesión a la República de Irlanda a través de mecanismos democráticos. 

En términos generales, el Acuerdo del Viernes Santo benefició más al bando republicano que al unionista, teniendo en cuenta que dicho tratado acepta muchas de las reclamaciones republicanas. Algunos van más allá y afirman que la propia naturaleza y el lenguaje utilizado en el documento legitima la postura de los republicanos y justifica de facto la lucha armada. Esta postura se basa en que las concesiones del acuerdo parecen dar la razón a los republicanos y aceptar la lucha armada como medio legítimo para alcanzar fines políticos. Entre otras, destaca que se garantice poder ejecutivo al Sinn Féin sin que sea necesaria la entrega de armas del IRA —que terminarían desarmandose ante observadores internacionales en 2005—, se adopte en el texto la retórica republicana o se retiren las peticiones de extradición contra miembros del IRA en busca y captura. 

Una Irlanda pacífica e inestable

La paz y la estabilidad política no llegaron inmediatamente tras el acuerdo. Miembros de grupos paramilitares de ambos bandos se negaron a aceptar su legitimidad y crearon escisiones que continuaron organizando ataques intermitentes hasta el día de hoy. En los veinte años posteriores al acuerdo 158 personas murieron a manos de estos grupos. A nivel político, la cooperación entre fuerzas de diferente signo se hizo esperar y el bloqueo político se convirtió en un rasgo distintivo de la política de Irlanda del Norte durante los primeros años del nuevo sistema. Solo en 2007, nueve años después de la firma del acuerdo, se logró formar el primer Gobierno estable en Irlanda del Norte, tras los esfuerzos de cooperación entre el ministro principal unionista Ian Paisley y el exmiembro del IRA Martin McGuinness. 

The Troubles: nación, Biblia y fusil en Irlanda del Norte
Las economías de Irlanda del Norte y la República de Irlanda están íntimamente relacionadas, y el comercio transfronterizo ha aumentado significativamente desde la firma del acuerdo de paz en 1998.

Sin embargo, las divisiones sociales entre republicanos y unionistas, católicos y protestantes, siguen siendo profundas. Las heridas por cerrar y el odio que se profesan las dos mitades de la sociedad norirlandesa todavía definen la realidad de la región, y la estabilidad política y social en Irlanda del Norte está en permanente amenaza. En ese contexto, Irlanda del Norte votó mayoritariamente a favor de permanecer en la Unión Europea en 2016; no obstante, la mayoría de los británicos optaron por el brexit.

Este nuevo reto, el de la salida del Reino Unido de la UE, pone en riesgo el Acuerdo de Viernes Santo y, con él, el frágil equilibrio norirlandés. El brexit podría volver a levantar una frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, lo que podría acarrear terribles consecuencias económicas, sociales y políticas. Por un lado, se podría poner en riesgo la íntima relación económica de Irlanda del Norte con la República de Irlanda; por otro, una salida sin acuerdo supondría la violación del acuerdo de paz por parte del Reino Unido, con lo que la espiral de violencia podría volver a activarse de nuevo. Por tanto, no es de extrañar que el problema de Irlanda del Norte haya vuelto a adquirir protagonismo en el contexto del brexit, y que haya jugado un papel protagonista en las negociaciones. La paz en Irlanda del Norte debe ser respetada con exquisito cuidado: solo hace veinte años que el conflicto terminó, y el monstruo podría volver a despertarse. 

Para ampliar:“¿Qué es el backstop y qué importancia tiene para el brexit?”, El Orden Mundial, 2019

The Troubles: nación, Biblia y fusil en Irlanda del Norte fue publicado en El Orden Mundial - EOM.


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